Escenario

COBERTURA. La banda británica se presentó la noche del martes en el Coloso de Reforma con un espectáculo memorable, a unos días de presentarse también en el Corona Capital

New Order en el Auditorio Nacional: La épica del synth pop y post punk con el corazón en Joy Division

New Order en el Auditorio Nacional Una de las mejores postales de la noche. (Alejandra Miriel)

La noche de este martes la banda británica New Order ofreció uno de los conciertos más emblemáticos del año. El proyecto surgió luego de que el mítico Ian Curtis, líder y alma de Joy Division, se quitó la vida en 1980 cuando el resto de los integrantes se encontraban en tierra de nadie y decidieron seguir adelante sin su frontman y con más de 40 años de historia el corazón de la banda sigue en esa icónica banda leyenda del post punk.

Es cierto, hace ya algunos años que no está en la banda Peter Hook, pero aún siguen Bernard Summer, Stephen Morris y Gillian Gilbert acompañados por Phil Cunningham (desde el 2001) y Tom Chapman (desde el 2011) para mantener en alto una de las más majestuosas obras artísticas del synth pop y post punk en la historia. Un grupo de músicos multiinstrumentistas que en cada canción en el Coloso de Reforma hacía notar su espíritu innovador y que dejó en el público una reafirmación del amor por la música.

Desde hace un lustro la banda abre sus conciertos con una especie de cine ensayo realizado por los estudios Neon en el cual música acompaña a una serie de recuadros en el que aparecen clips de archivo en blanco y negro y color de buseadores y clavadistas hasta llegar a un crescendo estrepitoso que culmina con la llegada al agua. Esta muestra visual es la carta de presentación para que cada integrante ocupara sus lugares en el escenario.

Son los sintetizadores de Gilbert los que marcan el inicio del primer tema “Academic” del disco Music complete (2015), al que se suman los otros instrumentos con la batería de Morris marcando el ritmo como una canción clásica de rock que juguetea con sonidos electrónicos de una forma deliciosa.

Cada nota es precisa y la voz de Summer comienza a causar estragos en las emociones del público que se dio cita. En las pantallas el agua lo envuelve todo y así su música fluye con un groove constante en el cual el bajo y los teclados comienzan a ganar protagonismo pero la cereza del pastel es el solo de guitarra de Phil Cunningham con un círculo de notas armoniosas que elevan las emociones.

New Order en el Auditorio Nacional El recinto ofreció lugares de pie a los fanáticos en la zona frente al escenario. (Alejandra Miriel)

Respetuosos de su público, Summer habla ante la reverencia de los músicos y dice en español “muchas gracias” por primera vez de las casi veinte veces que hizo en cada final de canción.

El riff más pesado Phil aparece en el segundo tema de la noche con “Crystal” del disco Get ready (2001), sí, la canción que aseguran los miembros de The Killers que fue el motivo por el cual decidieron hacer una banda. La melodía evoluciona en una atmósfera psicodélica con la acelerada batería y los efectos del teclado que acompañan virtuosos solos de bajo y una progresión de la guitarra que brilla a solas en el cambio de ritmo pasada la mitad de la canción provocando la euforia.

Frente al escenario lo que regularmente tiene asientos se convirtió en la pista de baile de pie para los fans más cercanos a la banda que ya comenzaban a soltar el cuerpo con la rugosa y melancólica melodía que cuya letra irónicamente habla de la delicadeza, de cómo las relaciones humanas pueden romperse con facilidad con Summer cantando “We’re like crystal, we break easy” (“Somos como cristal, nos rompemos fácilmente”).

Los cuerpos del público se soltaron por completo cuando llegó “Regret” del disco Republic (1993) que desde el primer riff ya causó euforia. El tema que se siente como soundtrack perfecto de una serie adolescente, tan llena de rebeldía y añoranza de una época, es un torbellino de emociones que van de la melancolía a la esperanza con una letra que nos habla de la pérdida de la memoria, de olvidar los nombres y direcciones de aquellos que alguna vez conocimos, pero sin arrepentimientos pero también nos invita a guardar esos recuerdos para otro día, mientras la escuela ha terminado y los niños han escapado.

Uno de los puntos más álgidos de la noche llegó con “Ceremony”, quizás la última letra escrita por Ian Curtis y que fue el primer sencillo en la historia de New Order. Una canción de rock conducida por el bajo y sin teclados como era el sello básico del sonido de Joy Division, esta vez con un in crescendo emocionante.

New Order en el Auditorio Nacional Un espectáculo que tuvo momentos de psicodelia. (Alejandra Miriel)

Con este tema Summer mostró el primer gran sello de la banda pues en New Order la canción vuelve a su etapa más tranquila con el solo de guitarra como en tantas canciones de la banda. El público reaccionó emocionado ante este tema que refleja la naturaleza cíclica de la vida y las relaciones, así como la búsqueda de constancia en un mundo que cambia rápidamente. Una de las canciones más bellas de la banda y, sin duda, un latido más que evoca a Joy Division.

Para el quinto tema de la noche se mantuvo el espíritu de lo clásico con “Age of consent” de su aclamado disco Power, corruption & lies (1983), con ese riff atemporal de apertura que da inicio acelerado al tema mientras los estilizados sonidos del sintetizador danzan con belleza entre el sonido de la guitarra y batería.

Para muchos uno de los grandes himnos del post punk que refleja la lucha por la autonomía personal y la comunicación en las relaciones, y que esta noche brilló especialmente por la tecladista Gillian Gilbert y sus acordes de sintetizador que aligeran la depresión lírica invitando a bailar, resistiendo las emociones desde la música en una de las grandes enseñanzas de la banda que en los años 80 fue un acto revolucionario en la música pues trascendía la ira punk a través de la reflexión filosófica post-punk y ritmos en gran medida instrumentales y existenciales.

Otro tema para rememorar el espíritu de Joy Division fue su versión de “Isolation”, que pertenece al disco Closer (1980), en el cual sí lo evocan desde el sello del sintetizador con gran poder y que en el concierto significó un indicador del camino a los sonidos electrónicos que vendrían. Los beats comenzaron a tener el control del Coloso de Reforma, con la batería de Morris como una de las grandes protagonistas del tema.

La canción trata sobre el aislamiento del alma, más que del aislamiento físico. Es una reflexión sobre la lucha emocional de estar solo y no sentirse conectado con quienes los rodean. La canción habla del dolor de estar solo y del consuelo que se puede encontrar en un mundo propio, mientras se esfuerza por estar conectado con quienes los rodean. En última instancia, la canción reconoce que no importa cuán solo y aislado uno pueda sentirse, todavía hay belleza en su experiencia y algo por lo que estar agradecido. Un tema tan poético como abstracto que también nos recuerda a Kraftwerk y Suicide.

New Order en el Auditorio Nacional El frontman Bernard Summer. (Alejandra Miriel)

Ese arranque de belleza poética continúa con la melodía más calmada de “Your silent face” del disco Power, corruption & lies (1983), con imágenes del mar de nueva cuenta apareciendo en las pantallas y con el público sumergido en las notas largas de órgano entre sintetizadores.

Esta enigmática canción que parece de amor, principalmente instrumental, tiene una letra hermosa y desafiante pues quizás sea una de las más alegóricas al poder, a relacionar la corrupción con la locura humana y las mentiras con los medios de comunicación. Las notas de órgano de Gilbert elevan el dance pop de genérico de la canción a algo sublimemente personal.

El siguiente tema de la noche se dejó empapar por la música electrónica. El estilo que evoca a las tablas rítmicas escolares de “Waiting for the sirens” tiene un gancho de guitarra constante y sincopado mientras el sintetizador hace notas de música disco con unas líneas de bajo sensacionales de las cuales la cabeza y los pies no pueden escapar de su provocador baile.

Por momentos batacazos eléctricos del octapad, por momentos armonía, y con una letra metafórica que puede significar mil cosas pero que inspira a iniciar un viaje para llegar a algún lugar. Sensacional como Bernard Summer se puso a bailar y pedía los aplausos del público.

El ecuador de la velada llegó de la mano de uno de sus más recientes lanzamientos originales. “Be a rebel”, sencillo lanzado en el 2015, es uno de esos temas que da todo lo que amamos del grupo. Cajas de ritmos, tempo bailable y un acabado luminoso y colorista, son los ingredientes que definen la canción. La voz de Sumner, mezclada con la atmósfera synth pop, vuelve dar lugar a esa combinación perfecta y atemporal marca de la casa. Una canción que alimenta el deseo de diversión.

New Order en el Auditorio Nacional Uno de los mejores conciertos del año. (Alejandra Miriel)

En la misma línea electrónica pero con una propuesta más densa llegó “Sub-culture” del disco Low-life (1985), que lleva implícita la épica de la música electrónica que evoca a veces a sonidos similares al de los viejos videojuegos y a veces a sonidos del órgano tenebrosos con una gran secuencia de bajo a mitad de la canción.

La letra explora temas profundos de soledad, conformidad y la lucha interna del individuo en la sociedad moderna. La letra comienza con una imagen de alguien caminando en el parque por la noche, un momento de introspección y soledad. No cabe duda que es profundamente hermoso y sensacional entender la propuesta poética lírica de New Order en un sonido tan bailable y lleno de éxtasis. La canción también brilla por ese momento de locura y distorsión que causa euforia en sus seguidores.

Aún y cuando la virtuosidad musical de New Order ya era majestuosa, el público se elevó aún más cuando llegó uno de los grandes himnos de la música electrónica como es “Bizarre love triangle”, que primero fue sencillo y luego formó parte de Brotherhood (1986): Un momento para partir al hiperespacio del turbo-pop con un patrón de batería de 13 notas que interrumpe todo el brillo de los sintetizadores y estalla con el pánico y la sobreexcitación de una arritmia cardíaca.

Con este tema antes de que entrara la voz de Summer, el circuito interno de cada persona ya tenía una sobrecarga de música entre baquetazos clásicos y ese emblemático ritmo armónico de sintetizadores. El momento más mágico de la abrumadora producción de la canción se produce entre la primera estrofa y el primer estribillo, cuando las teclas en cascada se mueven de puntillas alrededor de cuerdas falsas que se arremolinan cada vez más y más antes de explotar finalmente en el estribillo: “Every time I see you dropping / I get down on my knees and pray” (Cada vez que te veo caer / me arrodillo y rezo). El Coloso de Reforma era un ente bailando a su ritmo.

Para estas alturas de la noche no había alma que se mantuviera en su asiento. El cuerpo respondía a la orden de los beats y más con el mismo ritmo de la canción que parecía no terminar al momento de que comenzó la siguiente “Vanishing point” del disco Technique (1989) para la cual la noche ya encontraba su magia en llevar la imaginación de cómo eran las fiestas underground de Manchester o Berlín en los años 80.

New Order en el Auditorio Nacional También se presentarán en el Corona Capital. (Alejandra Miriel)

Esta canción, que es una profunda reflexión sobre las complejidades de la vida y las relaciones humanas, desde el inicio, la letra nos insta a crecer y a no sufrir a manos de los demás, sugiriendo una advertencia contra el daño mutuo que las personas pueden infligirse. Hermosas armonías pausadas a mitad de la canción funcionaban para impulsar la emoción de euforia. Los dos temas fueron un momento impresionante.

Parecía llegar un respiro emocional pero la entrada misteriosa de música electrónica como intro de Stranger things hipnotizó a cada espectador. Así llegó “Plastic”, del álbum Music complete (2015) que tuvo un cambio de ritmo espectacular con toques de guitarra eléctrica rockera que generaron un sonido para elevar las manos al cielo.

De los últimos años este podría ser el tema más inspirado que la banda a lanzado y no solo por su maravillosa forma de evocar a Giorgio Moroder, Pet Shop Boys y Chemical Brothers, sino por su letra que critica a las personas superficiales siguiendo un discurso punk: “You’re so special, So iconic”. En un momento en el que Summer animaba a aplaudir hubo un juego instrumental entre la guitarra y la música electrónica que fue magia pura.

Pero el electro pop elegante, ligeramente frío y grandiosamente magistral no paró. Otro de los grandes temas de la banda comenzó a sonar: “True faith” de su disco Substance 1987. Los miles de asistentes haciendo coro a Bernard Summer con euforia temerosa como la de una discoteca clandestina ya sentenciaban que la noche era épica.

Y es que esta canción, además, es una exploración introspectiva de la libertad, la nostalgia y la pérdida de la inocencia. La letra refleja un estado de ánimo extraordinario que el narrador atribuye a una sensación de movimiento y libertad repentina. Y más aún, si pensamos la canción, las cajas de ritmos y los sintetizadores fríos y mecánicos se combinan con voces suaves y bajos extraños, creando una mezcla que no debería funcionar pero que es una absoluta delicia musical. Fue algo espectacular.

New Order en el Auditorio Nacional El guitarrista Phil Cunningham. (Alejandra Miriel)

Quizás el momento más efusivo de la noche llegó de la mano con el siguiente tema. La icónica intro de “Blue monday” (1983) desató la locura. Sin duda un himno de la música electrónica y post-punk que ha trascendido generaciones, cuya letra parece explorar temas de desilusión, aislamiento y la búsqueda de comprensión emocional.

Melódicamente fue sensacional y luego llegó la voz de Summer a potenciar la euforia. Los espíritus de Donna Summer, Ennio Morricone y Kraftwerk deben estar muy orgullosos de la música que influenciaron en este legendario tema que llevó las emociones a todo lo alto. Incluso el vocalista se dio el lujo de improvisar unas notas al final del tema en el órgano eléctrico como una pincelada a la obra.

Para cerrar la velada, con los ánimos a flor de piel, New Order optó por un tema de música disco excepcional como es “Temptation”, uno de sus grandes sencillos que data de 1982 y que es otro tema in crescendo con una bola disco que se enciende y dispara sus luces por todo el Auditorio Nacional.

La letra se centra en la idea de una búsqueda de la fuerza para resistir la tentación yendo a casa para encontrar un alma. Luego, el coro se usa para comparar el sentimiento de tentación con tener ojos de diferentes colores de los que no se puede apartar. Es un himno conmovedor que habla del viaje eterno del autodescubrimiento y el crecimiento personal que encapsula la resiliencia del espíritu humano y la búsqueda inquebrantable de la autenticidad.

Una bella y bailable pieza digna de cerrar la mágica noche con un gran momento musical para Phil Cunningham en la guitarra y los aullidos del público acompañando a Summer entre aplausos al ritmo de la canción.

New Order en el Auditorio Nacional La banda rindió homenaje a Joy Division. (Alejandra Miriel)

Aunque los músicos se despidieron con un “muchas gracias, buenas noches”, no se exagera al decir que, si bien la noche ya era memorable, aún faltaba el momento más emotivo de la noche. Tras un par de minutos de encore, los músicos volvieron a sus posiciones para enloquecer a sus fanáticos y los de Joy Division.

A los primeros sonidos de “Atmosphere”, el público se rindió en mil emociones. Aunque la canción es una balada con un ritmo marcado por la batería como una danza tribal mezclada con la guitarra rockera, el público se dejó envolver por la experiencia de escuchar uno de los grandes himnos de Joy Division.

El palpitar de los miles de asistentes marchó al mismo ritmo de la melodía y algunas lágrimas sentimentales se dejaron ver con la aparición en la pantalla de Ian Curtis, mientras el público se dejaba llevar por la letra que es una de las grandes declaraciones de amor llenas de tristeza, sobre caminar en silencio, huidas y confusión. Un momento mágico más.

Aunque el programa aseguraba que sonaría “Transmission”, otro de los clásicos de Joy Division, la banda la omitió del setlist y se brincó hasta el último tema que no fue sino otro himno de Joy Division: “Love will tear us apart”.

Este legendario tema no solo es el retrato del divorcio del propio Ian Curtis y su esposa Deborah, sino también el reflejo de un sentimiento complejo que va más allá de la siempre difícil ruptura amorosa y de cómo el amor monogámico y el matrimonio se han transformado en las últimas décadas.

New Order en el Auditorio Nacional Tocaron un total de 19 temas. (Alejandra Miriel)

Para el público mexicano fue uno de los grandes momentos musicales del año que cerró con un mensaje en la pantalla que rezaba la leyenda “Forever Joy Division”. Rendidos ante los británicos una larga ovación marcó la despedida y el sello de una noche para la historia.

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