Después de su estreno en el Festival Internacional de Cine de Morelia de hace dos años, llega por fin a carteleras el documental Pasitos a la fama del cineasta nominado al Oscar y ganador en Cannes con su corto animado, El héroe, Carlos Carrera, donde pone el foco en una generación de niños en busca del éxito en sus respectivas carreras, mostrando los altibajos y las diferencias que encaran desde temprana edad. Crónica Escenario charló con él sobre el filme.
El documental aborda la siguiente sinopsis: Carlos, Macarena, Elaine, Montserrat y Aarón comparten el sueño de alcanzar la fama. Cada uno en sus distintos rubros y con sus distintas cualidades lucha a través de castings y pesadas horas de trabajo por cumplir sus metas y algunas de sus familiares. La vida de estos jóvenes histriones se desenvuelve entre los complejos sinsabores de la industria del entretenimiento.
“Hicimos un casting primero, que ahí está grabado, en donde todos los niños manifiestan sus sueños. Les hicimos varias preguntas, y los que aceptaron compartir más días de su vida con nosotros fueron a los que seguimos para hacer el documental y nos abrieron su casa, sus historias”, expresó.
“Entonces esto es asomarnos a cómo son las distintas realidades en nuestra sociedad a través de ellos y quienes los rodean”, comenzó mencionando el cineasta mexicano sobre el inicio de este proyecto.
Uno de los puntos que abordó Carrera es el porqué enfocarse en la fama desde la visión de los pequeños. “Precisamente por haber trabajado tanto con infantes a lo largo de distintos proyectos me interesaba la entrega y este sueño raro por conseguir algo abstracto que es la fama”, dijo.
“No sé qué sea, o en concreto qué valor le da quien la tiene, pero hay mucha gente que lo persigue, hay mucha presión social, de los medios y las redes, por tratar de sobresalir y ser famoso”, siguió.
A mí me gusta hacer lo que hago porque me gusta la actividad y el quehacer, cinematográfico. Lo demás ya es producto de la fortuna, mi deseo
— Carlos Carrera
“No de hacer algo increíble, ni ser el mejor actor, sino nada más eso. Por eso escogimos ese enfoque, viendo qué es lo que mueve a los más jóvenes, cuáles son sus ilusiones, sus deseos. Y es lo que perseguimos haciendo este documental sin tener ideas preconcebidas”, expresó.
El cineasta recalcó sus intenciones con el filme: “Todas las niñas y los niños que estamos retratando sí tienen vocación y este deseo o la idea clara del esfuerzo que se requiere para llegar a ese lugar”, señaló Carlos.
“México es un país muy centralizado, entonces todo está aquí en la CDMX. Aaron viene de Veracruz, por lo que enfrenta racismo de la gente que escoge a los personajes, como otros. Entonces, en este país también está presente ese tipo de realidad y dificultad. Hay un perfil que los medios masivos de comunicación han determinado que es el deseable”, aseveró de forma dura el cineasta.
Pasitos a la fama también resalta el apoyo que se tiene por parte de los parientes cercanos a estos jóvenes:
“Así son las familias mexicanas y las hay de todo tipo, pero lo que sí es interesante es cómo de repente hay algunas que se juntan, que suman sus esfuerzos para hacer que ese personaje, ese miembro del núcleo familiar, sea quien sobresale. Eso fue de los descubrimientos que hicimos, porque lo que quisimos hacer era ver qué pasaba con todos ellos”, manifestó Carrera.
Carlos ha tenido que lidiar con la fama y sus consecuencias de alguna forma, pero para él este ejercicio era algo diferente que le abrió los ojos hacia ese concepto. “A mí me gusta hacer lo que hago porque me gusta la actividad y el quehacer, cinematográfico. Lo demás ya es producto de la fortuna, mi deseo”, dijo.
“No tengo redes sociales porque ese no es mi sueño en particular, pero el de ellos sí, y es muy respetable. Entiendo el deseo que tenemos todos, además de ser reconocidos, de ser apreciados. Y creo que la fama tiene que ver con eso, con el hecho de sentirse arropado por otras personas, aunque sean muchas, aunque sean números abstractos o likes. Es como autoapapacharse para completar lo que no tenemos”, señaló.
Claro que también hubo algunos testimonios y vidas que llamaron la atención de Carrera pero que no alcanzaron a formar parte del documental:
“Había casos muy interesantes pero de repente los padres dijeron ‘no me interesa participar’ y eso lo que a veces uno espera, no es un comportamiento normal. También hay una parte ética que hay que conservar y no puedes obligar a nadie a formar parte de una película y exponerse al público. Hay quien sí está de acuerdo y hay quien no”, declaró.
Pero lo que más aplaude el reconocido cineasta es todo lo que aprendió no sólo de los niños de este proyecto, sino de cada uno con el que ha compartido momentos en su vasta carrera:
“Tengo experiencias de estos niños y de todos con los que he trabajado a lo largo de la vida y de su infancia. Mantengo muy buenas relaciones de amistad con Benny Emmanuel por ejemplo, que conozco desde De la infancia, o con Luis Fernando Peña a quien conocí desde Un embrujo. Me llevo siempre algo que me enseñan los niños desde su inocencia, su energía y la pureza en que hacen las cosas”, concluyó.