Escenario

ENTREVISTA. Crónica Escenario habló con Kasty Castillo, uno de los encargados de dar vida a la estética de este filme de demonios y terror social a propósito de su paso por Mórbido

‘1978’: Torturadores contra un macabro culto en la dictadura argentina

1978 de Luciano y Nicolás Onetti Fotograma del filme. (Cortesía)

En el marco del Festival Mórbido se presentó 1978, el más reciente proyecto de los hermanos Onetti, maestro del terror independiente argentino que ahora toman un año inolvidable para su nación y le dan ese giro retorcido que solo ellos pueden brindar.

Durante la final de la Copa del Mundo entre Argentina y Holanda, en tiempos de plena dictadura militar, un grupo de torturadores irrumpe violentamente en un domicilio y secuestra a un grupo de jóvenes para llevarlos a un centro clandestino de detención.

Lo que comienza como un interrogatorio inhumano, se convierte en un verdadero martirio: han secuestrado al grupo de personas equivocado. Los jóvenes resultan ser parte de un macabro culto guiado por una fuerza sobrenatural desconocida. El centro clandestino de detención se convertirá en el mismísimo infierno…

Crónica Escenario habló con uno de los encargados de dar vida a la estética de este filme de demonios y terror social, Kasty Castillo, que nos habló de cómo fue revivir esta época de pesadilla a través de este relato.

No es la primera vez que Castillo colabora con los hermanos Onetti, una colaboración que ciertamente le ha rendido frutos al fotógrafo. “Hace por lo menos cinco años que estamos trabajando en diversas películas dentro del género de terror o la ciencia ficción”, comentó.

“Se ha dado un proceso muy paulatino de cambio de técnica y de cómo abordar las películas a lo largo de todo ese proceso. En 2019 se grababa un plano general con un travelling y un plano contra plano y ahora cambió todo. Le presentamos esquemas de iluminación para ver que ellos se sintieran cómodos con la historia que querían contar y que estuviera reflejada a través de la fotografía”, añadió.

La paleta de colores en 1978 es un punto clave, oscilando siempre entre cálidos y fríos, algo que siempre buscó Kasty y su equipo:

Sabíamos que queríamos hacer una película con mucho contraste, que tuviera un color bastante particular, por decirlo de alguna manera, crudo, que aportara un poco al clima de la época. Si bien sabemos el contexto social en 1978 en Argentina era bastante delicado, particular y triste, de alguna manera queríamos aportar un poco de rudeza a la historia”, dijo.

“Una combinación que podíamos elegir era justamente la del rojo y el azul o verde, que tienen también una parte narrativa importante en la historia. Con ellos, hacemos una representación de un montón de cosas”, continuó.

“Esto sumado al uso de unos planos, que son paneos y tomas cenitales, que captan todo casi como un ojo de Dios, que le da un medio omnipresente a todo esto. Algunas fueron con las cámaras normales, otras con drones por una cuestión de altura. Pero siempre es un recurso muy valioso para nosotros”, sumó.

En este momento el cine argentino está pasando por un momento difícil y delicado, con lo cual también presentar esta película en la Ciudad de México en el marco del Mórbido para nosotros es un sueño cumplido

—  Kasty Castillo

Pero para el cinefotógrafo, darle vida a este momento de la historia de Argentina resultó ser más catártico de lo esperado. “Mi familia tiene una relación con esa época de la vida argentina bastante estrecha y triste, porque fue perseguida por la dictadura. Entonces yo tengo una política bastante tomada”, comentó.

“Si bien nací cinco años después, tengo un poco de conocimiento de la época. Se sabe que el mundial le hizo sentir a todos que todo estaba bien pero sabíamos que el Estado estaba secuestrando a un montón de gente con la fuerza que tiene, que es totalmente diferente a otro tipo de fuerzas y organizaciones. Y era una época muy triste”, aseveró.

“Llevar eso a una película provocó una situación de tratar de ser cuidadosos, respetuosos y delicados porque es algo donde cada uno tendrá su opinión y es válida. Pero sabemos lo que estaba pasando y con la fotografía básicamente tratábamos de incursionar desde el mismo lugar, desde el respeto, de no tratar de hacer las cosas tan obvias y entender que era un contexto más que aporta a una película de género dándole un marco un poco más político, o un ancla de época que a veces no suele verse”, agregó Castillo.

Para lograr este ambiente respetuoso y terrorífico a la vez, Kasty hizo dupla con Luciano Montes de Oca, un querido y viejo conocido. “Nos conocemos desde la Universidad de Buenos Aires, dábamos clases y luego en el 2019 empezamos esta carrera. Él me sumó ahí y de alguna manera nos fuimos inventando un método de trabajo para este tipo de producciones y directores, con este trato específico, lineamientos y guiones, que fuimos construyéndolos juntos”, recordó.

Ese desarrollo de cambiar el esquema de cómo grabar una escena entre ambos fue muy paulatino y permeable. En una anécdota bastante graciosa, casi compartimos narrativamente en la película cronológicamente”, siguió.

“Luciano hace mucho más del principio y yo hago mucho más del final pero es difícil decir cuál es cuál porque en un momento puedo recordar todas las escenas que hice, pero siempre buscamos que no se notara la diferencia de dos fotógrafos porque eso implicaba que estábamos haciendo las cosas bien. Sobre todo mi parte, que es la que venía después”, añadió.

Aunque Castillo le ha entrado al cine de terror, también ha hecho videos musicales, donde curiosamente tiene mucho espacio para desarrollar su creatividad. “Se puede probar mucho en ambas porque la propia narrativa te propone una licencia que tal vez en comerciales o en películas más comerciales justamente no tienes porque hay que lograr que el producto se vea de cierta forma”, comentó.

“En el videoclip existe mucho juego para explorar tiene cuestiones técnicas que son hermosas como probar los tipos de luz, por ejemplo. En el caso del cine de terror y particularmente con los Onetti, también hay mucho lugar para eso. Si bien ya hay como una estética creada, también hay ciertas licencias para jugar que tal vez, si hubiera sido un drama, en 1978, hubiera que agarrarse desde el principio con otros ojos”, señaló el fotógrafo.

Aunque para el cine argentino, éste es un momento complicado, Kasty no oculta el entusiasmo que le brinda el poder traer 1978 a nuestro país.

En este momento el cine argentino está pasando por un momento difícil y delicado, con lo cual también presentar esta película en la Ciudad de México en el marco del Mórbido para nosotros es un sueño cumplido, porque los Onetti siempre tienen un factor ahí medio social, creo derivado de que vienen de Azul, una ciudad que tiene 70 mil habitantes aproximadamente”, expresó.

“Por eso, creo que tiene esa visión de enfocarse más en problemas sociales, en cuestiones comunes, que creo que en definitiva también terminan aportando y dándole un poco más de peso a estas películas”, siguió.

Y es que, además, Castillo defiende lo que los hermanos Onetti le añaden a sus narrativas que trascienden de otras en el género. “Si bien soy amante del género del cine de terror, también sé que hay mucha gente que de alguna manera lo desprecia o lo desmerece, porque justamente no tiene una validez más dramática, ya que no tiene un anclaje social o una historia sino que siempre son vampiros y cosas que no existen”, señaló.

Ellos hablan de cosas que pasan en la vida cotidiana de la gente. A mí me parece un recurso muy valioso de la productora el poder agarrar este tipo de conflictos o cosas chiquititas, y tratar de ponerle ahí el trasfondo a estas películas, que en definitiva la excusa para hacer un filme de horror”, concluyó.

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