Crónica Escenario charló con la cineasta Natalia Bruschtein, que presentó en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia su más reciente proyecto, Lachatao, documental que habla de la búsqueda y conservación de la memoria así como el crear conciencia comunitaria sobre la identidad y la cultura tradicional, tomando como referente al pueblo de Santa Catarina Lachatao en la Sierra Norte de Oaxaca.
“Una vez me dijo mi abuela que un pueblo sin memoria es un pueblo sin identidad. Eso resonó un montón en mí, tanto en Tiempo Suspendido anteriormente como ahora en Lachatao. Es el eje en mis proyectos en general, pues el tema de la memoria como parte de la identidad me mueve mucho. Creo que es de suma importancia porque es algo que hemos ido perdiendo mucho. No lo digo en el sentido nacionalista, sino en la identidad como comunidad”, comenzó reflexionando la cineasta.
“En Lachatao están buscando no perder esa identidad que poco a poco se ha ido perdiendo. Han perdido ya el zapoteco y ahora están tratando de recuperar y que no se termine de perder esas raíces, como todo lo que tiene que ver con el trabajo de la tierra, el conocimiento que tienen. Son muchas cosas que están buscando que no se pierdan y que se transmitan a las siguientes generaciones. La identidad te da ese sentido de comunidad”, complementó Natalia.
Pasando de un pequeño video que realizaría para una vecina, Lachatao encontró su vida como largometraje a través de la perspectiva de la vida en comunidad. “Una cosa que me despertó mucho sí fue darme cuenta de qué pasa con nosotros que vivimos en estas ciudades, donde lo único que vemos es la pared de enfrente, el vecino de enfrente y que ni siquiera tenemos una relación. Hemos buscado crear una especie de pequeña comunidad, pero no conozco a los vecinos de las casas de al lado”, meditó Bruschtein.
“Entonces, ¿cómo nos vamos a cuidar a nosotros, a esta ciudad si no existe la comunidad y no nos podemos poner de acuerdo? No necesariamente tenemos que estar en comunión con todas las cosas. Tenemos diferencias sociales, políticas, económicas, culturales, pero eso no significa que no podamos hacer comunidad y no cuidarnos. Eso es lo que me hizo pensar mucho este proyecto, cómo una comunidad tan chiquita ha logrado hacer algo tan fuerte y tan potente entre ellos”, continuó la directora.
Otro punto destacado es el enfoque que Natalia da a los niños como la cara del futuro de Lachatao, llevando la idea de la comunidad a un plano más grande. “Viendo material de un documental de Alberto Cortés me nació esa curiosidad. Había una persona que decía cómo cuidaba los árboles porque eran para sus hijos. Ese contrapunto de ideas entre cuidar lo que es para las generaciones que vienen mientras nosotros matamos todo lo que tenemos a nuestro alrededor sin pensar en el caos ecológico que vivimos y que ya nos alcanzó era interesante”.
“Además, en algún momento quise hacer un documental para los niños, porque generalmente no son para ellos y es importante que también sepan qué historias y qué cosas pasan. Aquí entró Miguel Tobar, fotógrafo y gran amigo, al que le dije que necesitaba alguien que no solo tenga este acercamiento a los niños, que él lo tiene increíble, sino también este dinamismo para estar con ellos y acompañarlos. Y entonces, entre la mirada de Miguel y su energía, me pareció un gran trabajo”, reconoció Bruchstein.
Es esa inocencia que, entre Natalia y Miguel capturan, la que se vuelve el alma de este reflexivo proyecto sobre el futuro, la memoria y la preservación de la identidad, aunque por momentos no fue tan sencillo capturarlo. “Él tiene una experiencia muy grande trabajando como fotorreportero y los niños terminaron relajándose mucho con él. Si bien filmar algo con ellos no suele ser fácil porque están muy pendientes de lo que está pasando en su entorno, pero también tienen esta cosa de que se aíslan del mundo y son capaces de crear su universo interno”, afirmó.
“Afortunadamente, cuando no los presionas o los fuerzas a que te digan algo, que actúen de cierta forma, ellos fluyen también. Son en realidad muy adaptables. Entonces, entre la energía de Miguel, su trabajo y acercamiento con ellos, al estar a su lado mientras se tiraban o se relajaban, permitió que los pequeños pudieran incluso hablar de temas como la muerte y la reencarnación. Aprendimos que si los dejas ser y fluir, ellos entregan todo”, concluyó la cineasta.