Con sala llena y auténticos gritos de emoción, Alec Baldwin recibió en la Sala 2 del Cinema Romano, en el corazón de Turín, el premio Stella della Mole a su trayectoria artística. Durante la ceremonia, que duró media hora, se contaron anécdotas de su pasada relación maestro-discípulo con Marlon Brando y del semestre que acompañó a Al Pacino para estudiar su estilo actoral. No faltaron su sentido del humor hacia el encomiable trabajo de la traductora ni su natural carisma hacia los miembros del staff. Cierto es también que no hubo ni una pistola a la vista.
Luego inició la proyección de la que quizá sea su mejor película: The Hunt for Red October (McTiernan, EE. UU., 1990), protagonizada por el mismo Baldwin interpretando a Jack Ryan, especialista en tácticas de guerra; Sean Connery como el comandante soviético Marko Ramius; y una plétora más de excelentes actores, pasando por Sam Neill, Scott Glenn, James Earl Jones, entre otros. En un contraste de estilos y personalidades, será el personaje de Baldwin quien deba contactar al de Connery, quien ha huido con el más reciente y letal submarino de la armada rusa (el Octubre Rojo), antes de que gringos y soviéticos le den caza: unos creyendo que atacará a los Estados Unidos; otros, por traidor.
A pesar de estrenarse ya en la década de 1990, en pleno colapso del socialismo real, The Hunt… es otro tour de force consagrado a la humillación de los soviéticos. Basada en la novela homónima de Tom Clancy, ambientada en 1984, presenta una vez más a los rusos como poco más que burócratas incompetentes y a los gringos, encarnados particularmente en Jack Ryan, como esbeltos y atractivos hombres libres y determinados. Características que comparte con un solo ruso: Marko Ramius, aparente genio de la estrategia militar, fluido en inglés y que sueña con escapar del invierno euroasiático para irse a pescar, una imagen muy ligada al imaginario estadounidense. Es claro: el único ruso del que se preocupa la película es, fundamentalmente, un estadounidense más.
Es necesario compararla con otro de los grandes clásicos del cine de la Guerra Fría: Fail Safe (Lumet, EE. UU., 1964). En ambos casos, tanto estadounidenses como soviéticos se ven forzados a cooperar para detener lo que parece ser un inminente ataque contra territorio americano. Sin embargo, lo que en la película de Lumet exhibe la ansiedad y la alienación del aparato político-militar estadounidense, que finalmente se rinde a la cooperación franca, aunque fatua, en la película que estelariza Baldwin, como en el más burdo panfleto setentero, es la voluntad de un único hombre sobrepasando todos los obstáculos lo que salva el día. Esto ocurre ante los ojos estupefactos de decenas de marines rusos, que, por algún motivo, entonan al unísono el himno soviético a la mitad del submarino y en perfecta formación militar. Como en la saga de Rocky, aún ante la superioridad en la fuerza bruta de los soviéticos, es el espíritu, y no la técnica, lo que conduce, y conducirá siempre, a la victoria estadounidense.
Por otro lado, sorprende que el CGI se conserve tan bien más de treinta años después de su estreno, apenas distinguible del que utilizan las películas de superhéroes y demás películas taquilleras. Más aún, a pesar de sus mencionadas carencias y contrapuntos, el extraordinario despliegue actoral de Connery, Neill, Glenn, e incluso del mismo Baldwin, es digno de verse por sí mismo. Esto se enmarca, además, en un diseño de producción imposible de hallar hoy en día incluso en las superproducciones. Ambientada casi enteramente dentro de espacios cerrados, como claramente son los submarinos, cuyos ambientes laberínticos son por naturaleza difíciles de desarrollar, The Hunt… lo logra de forma sobresaliente. Si bien no hay un gran despliegue técnico a nivel dirección, sí existen detalles que merecen mencionarse. Por ejemplo, cuando a través de un zoom in y un zoom out a la boca de uno de los tripulantes soviéticos se realiza la transición del ruso al inglés en la conversación de los tripulantes del Octubre Rojo.
Finalmente, sería interesante ver qué papel ocupa The Hunt for Red October en la historia del cine americano sobre la Guerra Fría, pues apenas un año después esta terminaría con el colapso de la Unión Soviética y el centro de gravedad del aparato de propaganda estadounidense viraría al Oriente Medio. Huelga decir que, a pesar de que la proyección terminara pasada la medianoche, la sala estalló en aplausos para un Baldwin que hacía rato había abandonado la función.
@deme_flores