El pasado 2 de diciembre, el Proyecto Granguiñol Psicotrónico conmemoró una década de trayectoria con “Akelarre”, un evento especial que reunió música, literatura y convivencia en el Teatro El Milagro. La agrupación, dirigida por Luis Alcocer Guerrero, celebró sus diez años de explorar lo siniestro en el teatro mexicano, combinando elementos como el humor negro, la estética del Grand Guignol y las influencias del cine psicotrónico.
Antes del evento, en entrevista para Crónica, Alcocer reflexionó sobre el camino recorrido, los desafíos enfrentados y el significado de este aniversario. Con “Akelarre” como marco, el director compartió detalles sobre el homenaje a colaboradores clave, las emociones detrás de su propuesta artística y lo que el futuro le depara al colectivo.
El origen de lo siniestro
“El proyecto nació del deseo de hacer algo diferente, de explorar lo que no se suele abordar en el teatro tradicional”, explicó Alcocer, recordando los inicios del colectivo en 2014. “Nos inspiramos en el teatro del Grand Guignol, que en su tiempo exploró los aspectos más oscuros y físicos del ser humano, y lo combinamos con la estética del cine psicotrónico, esas películas que, pese a su bajo presupuesto, tienen una riqueza visual y simbólica impresionante”.
El teatro contemporáneo de lo siniestro, término que define la propuesta del colectivo, busca conectar con las emociones más profundas del público. “Es una forma de hablarle al inconsciente, de tocar esas fibras que normalmente evitamos. Pero lo hacemos desde un lugar lúdico, utilizando el humor como un medio para que el espectador reflexione sin sentirse abrumado. Esa mezcla de lo macabro y lo divertido es lo que nos define”, añadió.
En sus primeras producciones, el colectivo integró elementos innovadores como teatro de objetos, títeres y danza contemporánea para crear universos escénicos inmersivos. “Siempre quisimos que el cuerpo y su materialidad fueran el centro de nuestras historias. No se trata solo de lo que ves, sino de lo que sientes y recuerdas al salir del teatro”, afirmó Alcocer.
Akelarre: una celebración especial
El décimo aniversario llegó con una propuesta multifacética que reflejó la esencia del colectivo. “Akelarre” incluyó la presentación del álbum recopilatorio con música original compuesta para las obras del colectivo. “La música es una parte esencial de nuestro trabajo”, comentó el director. “Desde que comenzamos a escribir una obra, ya tengo claro cómo debería sonar. Este álbum es un tributo sonoro a los mundos que hemos creado en esta década”.
Otra pieza clave del evento fue la lectura dramatizada de Las brujas son mujeres, del recientemente fallecido Xabier Lizarraga Cruchaga, antropólogo, activista y dramaturgo. “Queríamos rendir homenaje a su legado, porque Xabier fue un aliado invaluable para nosotros. Su obra toca temas como la sexualidad y la identidad desde una perspectiva profundamente humana, algo que resuena con lo que hacemos en el colectivo”, señaló Alcocer.
El evento culminó con un convivio en el lobby del teatro, donde el público interactuó con los artistas y colaboradores. “Más allá de la celebración, quisimos agradecer a quienes nos han acompañado en este viaje: desde el público hasta los creadores que han hecho posible cada espectáculo”, enfatizó el director.
El futuro y los retos del teatro siniestro
Aunque el colectivo ha logrado consolidarse como un referente en la escena teatral, Alcocer reconoció que el camino no ha sido fácil. “El mayor desafío ha sido la gestión: encontrar espacios, financiamiento y, sobre todo, conectar con el público. Este tipo de teatro no está pensado para cumplir con las expectativas de convocatorias o festivales, sino para crear una experiencia genuina para el espectador”.
De cara al futuro, el director se mostró optimista y ambicioso. “Queremos seguir mostrando nuestras obras, especialmente aquellas que no han tenido la difusión que merecen. También estamos explorando nuevas ideas y formatos para seguir desafiando los límites de lo que se espera en el teatro”, compartió.
Al preguntarle qué espera que el público se lleve de esta celebración, Alcocer reflexionó: “Nuestro objetivo siempre ha sido provocar emociones y pensamientos que perduren. ‘Akelarre’ fue un recordatorio de que el teatro puede ser un espacio para explorar lo desconocido, lo siniestro, pero también lo profundamente humano”.
Una década para celebrar
En sus diez años de existencia, Proyecto Granguiñol Psicotrónico ha demostrado que el teatro puede ser una herramienta poderosa para explorar los límites de la imaginación y la realidad. Con su evento “Akelarre”, el colectivo no solo celebró su trayectoria, sino que reafirmó su compromiso con un arte que invita al público a mirar más allá de lo evidente, a confrontar lo oscuro con creatividad y a encontrar belleza en lo inesperado.