Dentro del Festival Mórbido de este año, se estrenó mundialmente la cinta peruana de terror La lágrima del diablo, ópera prima de Gonzalo Otero, quien deja momentáneamente su labor como docente para crear un filme que mezcla el found footage con el folclor para crear un entretenido proyecto sobre mitos incaicos.
Crónica Escenario charló con el cineasta, quien ofreció detalles sobre la historia y los retos que enfrentó para hacer este filme.
“Nunca paré de hacer cine ni de intentar hacerlo, en todo caso. Hice varios cortos con los que me fue bien, gané premios, obtuve reconocimientos y de pronto, cuando cumplí 30 años dije ‘es el momento de dar el salto a largometraje’. Ahí es donde me estanco por 10 años porque no conseguía los fondos”, dijo.
“Hacer un largometraje es difícil, necesitas un financiamiento tradicional que la gente busca en Perú, tocas las puertas de los fondos estatales, los fondos no reembolsables internacionales, etcétera. Estaba probando con películas dramáticas bastante personales y no conseguía los fondos”, recordó Otero sobre su pasión por el séptimo arte.
El cineasta dio más detalles sobre el proceso: “Paralelamente estaba enseñando, pues fui docente apenas terminé mi carrera, como jefe de prácticas y al poco tiempo como profesor. Entonces fue un momento que hice un cambio de rumbo. Cuatro de los cortos que dirigí eran de terror y eso es lo que a mí me hizo amar el cine desde niño”, comentó.
“Entonces, ¿por qué demonios sigo con el drama si puedo hacer algo que de repente obtiene un financiamiento distinto privado? Los dramas no son cintas que convoquen taquilla, pero una película de terror si lo hace. Ahí es que comienzo a escribir La lágrima del diablo y, paradójicamente, las cosas cambian y todo comienza a alinearse”, recalcó el peruano.
En el filme Sarah, una joven estadounidense, convence a sus tres amigos - Isaac, Jackie y Horacio - para que la ayuden a completar su audaz documental ecológico en el oscuro mundo de la minería ilegal en un enigmático bosque peruano.
Al llegar, los lugareños advierten vehementemente al grupo que no se acerque al bosque ni al pueblo minero, citando la presencia del Supay - un ser antiguo de la mitología andina capaz de tomar diversas formas, que ha reclamado el área y erradicado a los mineros por sangrar la tierra.
Al principio, desestimando estas advertencias como artimañas para ocultar actividades ilegales, el grupo desafía la prohibición, aventurándose en el territorio prohibido solo para darse cuenta de que los escalofriantes mitos contienen verdades genuinas y aterradoras, y han alterado para siempre sus destinos.
Algo que siempre tuvo en mente fue el hecho de incluir el folclor de su país, mezclando dos criaturas para crear su monstruo. “Tenía claro que quería utilizar mitos y leyendas peruanas. Entonces comienzo a investigar y existen dos representaciones en el Perú bastante representativas del diablo. Una es el Supay, que en realidad es el dios del inframundo”, comentó.
“Pero cuando llegan los españoles y comienzan a ver que existía comienzan a asociarlo con el diablo. Por eso hoy en día existe este baile en Puno, en el sur de Perú, que se llama La Diablada, que es un baile para esta criatura”, explicó.
“También estaba el Tunche, que también es otra representación del diablo, que además tiene cosas interesantes como que puede cambiar de forma y tomar la de un ser conocido y engañarte y llamarte para que vayas y ahí te matan. Entonces mezclé ambas, su forma de proceder y atacar en el territorio peruano”, siguió.
“Incluso, son la misma criatura dependiendo de dónde te encuentres en Perú. Para mí tenía sentido que solo fuera un ser mitológico con estos poderes y que simplemente cambie la nomenclatura dependiendo de la zona. Así cree este sincretismo”, añadió Gonzalo.
La creación de la atmósfera es algo que Otero también buscó contagiar desde el comienzo. “Hay dos cosas que son muy muy importantes ahí. La primera, las locaciones. Era tan consciente que la locación iba a ser vital en esta película que comencé a buscar desde que estaba escribiendo porque quería asegurarme que lo que ponía en papel no era una cosa que me invento y que después no iba a poder encontrar. Me tomó mucho tiempo de scouting hasta encontrar estas locaciones cuando estábamos en preproducción”.
“El bosque es natural, no es selva baja ni amazónica. Es una región detrás de Oxapampa, donde hay mucha reforestación de pinos y parecen bosques americanos porque todos son palitos ordenaditos. Es un lugar mucho más denso, más enredado y caótico, y eso creo que aporta mucho”, sumó.
“La otra cosa es el found footage, que los personajes manejen la cámara y el hecho de que la necesitas para poder ver al Supay. Entonces, estás limitado a través del encuadre y los personajes solamente tienen esta ventanita que crea una sensación subjetiva fundamental. Estoy poniendo al público en los zapatos de los personajes”, señaló el cineasta.
Curiosamente, los protagonistas de La lágrima del Diablo son estadounidenses, decisión que fue apoyada por dos razones principales. “César Celada, uno de los socios y productores de la película, me sugirió hacerla en inglés con actores extranjeros y así poder tener mayor facilidad para internacionalizarla, porque creo que este proyecto se puede internacionalizar. Desde ese punto tenía sentido pero tenía que pensarlo desde el de director y guionista”, comentó.
“Y me di cuenta que tenía mucho más sentido, porque una cosa es estar perdido en tu país, y otra cosa estar perdido en un lugar que no conoces, con un idioma que no hablas. Me gustó la idea de internacionalizar la película porque justamente para mí vender las leyendas y mitos peruanos que no se han visto hacia el mundo es una cosa que a mí me motiva más allá de lo que podría hacer con otra película. Estoy poniendo en vitrina la cultura de mi país”, afirmó.
Asimismo, Gonzalo resaltó el vínculo que Perú y México tienen por la muerte, lo sobrenatural y sus propios sincretismos locales. “Creo que son dos países donde hay mucho conocimiento y aprecian lo que es la magia, lo sobrenatural y todo ese tipo de elementos. Entonces, me motivó mucho, el poder mostrar al mundo el folclore, las culturas y los mitos en el país”, enfatizó.
“Además le aportamos una variante distinta a algo que siempre vemos como los demonios, fantasmas, espíritus y zombies, o por ahí el hombre lobo o vampiros. Pero es básicamente un reciclaje de lo mismo una y otra vez. El hecho de poder traer algo nuevo que refresque el género es interesante”, manifestó.
Finalmente, el peruano promete que habrá muchas más historias de terror en el futuro cercano. “Definitivamente esto es para mí el inicio. Voy a seguir haciendo terror, me voy a enfocar bastante en el género. Tengo algunos proyectos que están ahorita en proceso. Ninguno todavía terminado, pero digamos que voy por esa línea”, adelantó.
“Paradójicamente, en Perú se hace bastante terror, solo que hay muchas películas que son más locales. Inclusive existe el cine que llamamos regional. Son películas de muy bajo presupuesto, hechas obviamente con mucho cariño, pero que no trascienden mucho más allá del espacio donde son hechas y un poquito alrededor, pero no llegan a internacionalizarse o a verse tanto. Hay terror acá pero no ha tenido la posibilidad de verse más allá de sus fronteras, aunque es un género muy querido en el país”.