Escenario

CORTE Y QUEDA. Analizamos el más reciente filme del cineasta indio Pratul Gaikwad que en el 2024 figuró en su corrida festivalera en el mundo incluido el Festival Fantasia

‘Dead dead full dead’: Misterio y risas para acercarse al cine del absurdo

‘Dead dead full dead’ de Pratul Gaikwad Fotograma del filme. (Cortesía)

Si bien el cine hindú se reconoce mayormente por lo hecho en Bollywood, la verdad es que, como en toda industria, también existen propuestas independientes, de bajo presupuesto y que incluso experimentan con las cintas de género.

Tal es el caso de Dead dead full dead, cinta de Pratul Gaikwad que formó parte de la selección en el Festival Fantasia 2024 con un relato acerca del tiempo, lo metafísico y un asesinato donde la víctima no está tan muerta como se cree.

La premisa sigue a dos policías novatos, Balu (Yug Italiya) y Zubeida (Monika Chaudhary), que tienen una relación en la que ambos están profundamente enamorados. Sin embargo, en una noche de servicio, pondrán su (poca) eficiencia a prueba en un anoche llena de misterios como la conversión de una cabra, mascota fiel de su superior Patil (Abhijeet Chavan), en un ser de peluche, así como el extraño caso de un asesinato que parece tener muy claro a su culpable hasta que no es así.

Gaikwad usa la fórmula de un ‘whodunnit’ al más puro estilo de Agatha Christie pero le da un giro mágico, cómico y hasta surreal al aprovechar el poco presupuesto en su producción para resolver este misterio con un poco de humor y locura, planteando una idea en la que la muerte es relativa, como el mismo tiempo, a través de un relato sobre esta irritable influencer de nombre Era (Swastika Mukherjee) que, por alguna cuestión metafísica con su alma, es partícipe de su propia investigación de asesinato.

La cinta hindú depende de muchos factores interesantes que han sido usados previamente en otros proyectos de ese país, confluyendo de alguna forma en el destino no sólo de la pareja de enamorados policías, sino de los sospechosos y la misma muerta en un ensamble que se alimenta de lo espiritual y místico característico de su cultura. La presencia de espíritus, ciencias ocultas y, cómo no, un eclipse, le dan ese toque un tanto sobrenatural similar a lo acontecido en Perfectos desconocidos (2016), de Italia.

La narrativa es un tanto atípica y, conforme pasa el tiempo, se vuelve un tanto confusa entre su planteamiento de los bucles temporales en los que los eclécticos personajes son capaces de ver los hechos desde diferentes perspectivas hasta llegar al punto de la muerte. Esto, sumado a la cuestión de un ensamble que no actúa a la par en el que cada uno parece tener su propia idea de lo que es el filme, convierte a Dead dead full dead en un híbrido bastante fuera de lo común.

Y es que la historia jamás se delinea por un género o tono en particular, tratando de crear una mezcla entre el terror barato de la India y sus convenciones así como el misterio con toda la esencia del más ridículo Scooby Doo.

A pesar de ello, es capaz de crear una atmósfera de culto en donde la elocuencia y molesta presencia de Swastika Mukherjee se convierte en el anclaje de toda la historia en medio de todos estos personajes burdos, planos y por momentos hasta excesivamente torpes que viven de crear situaciones entre cómicas e irreverentes, algo que también caracteriza a este proyecto.

El humor es tratado desde un enfoque casi blanco, de pastelazo, muy al estilo de aquellos primeros episodios cinematográficos de La Pantera Rosa (1963) de Edwards pero en lugar de tener la genialidad de un Clouseau como Peter Sellers, se dispersa entre todos los demás en una historia siempre ambiciosa que busca conectar ese surrealismo con suspenso y comedia que no termina por conseguir su objetivo.

Ni qué decir de los temas profundos acerca de la muerte, las redes sociales, el inevitable tiempo y las almas, todo en medio de una especie de una narrativa que, a pesar de ser imperfecta y carente de mesura.

Con todos esos dilemas de por medio, Dead dead full dead ofrece una ventana de apertura a varios espectadores sobre este estilo de cine absurdo que Pratul Gaikwad explota al por mayor en una aventura de excesiva duración llena de elementos paranormales, misterio y hasta guerra de clases que se vuelve un chiste que aterriza su gracia por momentos pero por otros es difícil de asimilar.

Con una edición y fotografía que funciona sin mayores complicaciones y el agregado irónico de realismo que choca con todo el elemento fantástico del filme. Dead dead full dead va más allá de una cinta sobre quién mató a quien de muy bajo presupuesto, entregando un demencial ejercicio mixto de tonos, enfoques y temas que, a pesar de todo, logra sobresalir y en el que, al menos, las risas no faltarán.

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