La animación cada vez prueba ser más que un género con historias relevantes que trascienden la universalidad. Tal es el caso de la elegida por Letonia para representar a su país en esta temporada de premios, Flow, cinta de Gints Zibalodis que reflexiona sobre el trabajo en equipo y la fuerza de la naturaleza de manera poética.
Crónica Escenario charló con su realizador sobre esta gran candidata que estrenó en cines mexicanos el pasado fin de semana cortesía de Cine Caníbal y que la noche de este domingo dio la sorpresa en los Globos de Oro al obtener el premio de Mejor Película de Animación superando a Intensamente 2, Moana 2, Memorias de un caracol, Wallace & Gromit y Robot salvaje.
En el filme un gato se despierta en un mundo cubierto de agua, donde toda la raza humana parece haber desaparecido. Busca refugio en un barco con un grupo de animales. Pero llevarse bien con ellos resulta ser un reto aún mayor que superar su miedo al agua. Todos tendrán que aprender a superar sus diferencias y adaptarse a este nuevo mundo en el que se encuentran.
UN FILME SIN DIÁLOGOS
Uno de los principales retos del filme se presenta al no tener diálogos y depender mucho más de lo físico de los personajes. Al respecto, el cineasta letón comentó: “Fue un proceso difícil y un tanto denso. Por ello es que es más corto que otros guiones porque usualmente hay mucho diálogo pero la historia está por completo ahí y pasamos mucho de nuestro tiempo encontrando el tratado adecuado de la misma”, dijo.
“De hecho, no lo usamos en la etapa de producción, sino que al hacer los animáticos, improvisamos bastante. Fue casi como hacer otro borrador mientras el relato evolucionaba”, continuó.
Para algunos ese reto pudo ser un obstáculo pero para el cineasta fue un beneficio: “Confieso que nunca leí el guión desde que lo terminé e hice las animaciones a base de lo que recordaba del mismo, lo cual me permitió mucha libertad y espontaneidad para que el relato se sintiera mucho más orgánico”, dijo.
“Fue liberador no tener la presión de seguir al pie de la letra lo antes escrito. Me pasó lo mismo con la música, que la escribí a la par del texto porque era muy importante para mí entender toda esta historia. Es mucho más fácil entenderlo todo a través de imágenes y sonidos que con palabras, creo”, complementó Zibalodis.
EL APOCALIPSIS DESDE EL PUNTO DE VISTA DE UN GATO
Flow se cuenta a partir del punto de vista de un gato, quien es el guía de la aventura y los dilemas que él y su grupo enfrentan.
“Para mí, era importante mantener todo desde un solo punto de vista y por eso experimentamos todo a través de los ojos del gato. Por eso mismo es que nunca sabemos a dónde fueron los humanos o de dónde viene la tremenda inundación del filme, pues el minino no lo sabe. Eso me permitía que hubiera una sensación inmersiva donde se tomaron varias referencias de cómo se mueven y actúan en el grupo”, comentó.
“Esta fue una de las razones por las que esta cinta no se podía hacer ni con motion capture ni en live action. No podíamos meter a un gato real al agua ni usar largas tomas de hasta cinco minutos con ellos fijos. La animación nos permitió tener esas libertades que necesitábamos para poder crear este mundo”, agregó Gints.
Si bien es el felino quien lleva la batuta, el grupo de animales que lo acompañan también resulta de interés. “Todos ellos tenían que ser muy distintos. Debíamos reconocerlos desde sus siluetas y usamos además verdaderos sonidos de cada una de las especies, nada de humanos imitando animales”, expresó.
“Cada uno de ellos tiene su propio viaje y eso es bello. Por ejemplo, el gato aprende a confiar en los demás, el perro comprende que debe ser más independiente, entre otros aspectos. Quise mostrar lo positivo y negativo de sus representaciones, especialmente con ellos dos porque todo el mundo sabe cómo lucen y se comportan”, sumó.
“En cambio, con el lémur, el capibara y el ave, tuvimos mucho más libertad en cómo nos expresábamos con ellos. Pero en sí, lo que tienen en común es que todos buscan un lugar donde pertenecer y ninguno de ellos es un antagonista, sino que todos son empáticos a pesar de todas las fallas que puedan tener”, siguió.
“Curiosamente, el único que no cambia en nada ni aprende algo es el capibara, que es como un ‘hippie’ entre ellos, casi un mentor para el resto. Es el único que, ante el desastre y los retos que enfrentan, se mantiene tranquilo, lo cual es gracioso pero también tiene un sentido profundo al recordarnos que, a pesar de todo, siempre podemos tener paz”, señaló a su vez Zibalodis.
UNA ENSEÑANZA SOBRE EL VALOR DE LAS DIFERENCIAS
Ese sentimiento de trabajo en equipo es fundamental para el flujo de la cinta. “Cada uno de ellos no podría sobrevivir solo a este viaje. Y el hecho de poder sobrellevar sus diferencias es cómo pueden lograrlo. Para mí, siempre fue importante eso y enfocarnos en los animales, no me interesaban los humanos. Me parece que la fauna es mucho más interesante, sobre todo porque parecen haber sido abandonados a su suerte en este desastre y enfrentar las consecuencias del mismo”, expresó.
“Y aunque eso tiene cierto sentido apocalíptico, hay mucha luz en este filme y un poco de aventura. No se siente como un deprimente documental de desastres naturales donde solamente la gente interesada pondría atención sino que hay un balance aquí entre oscuridad y esperanza. Estas criaturas nos hacen olvidarnos de las circunstancias para centrarnos en ellos y lo que les pasa”, añadió el animador.
EL SENTIDO ARTESANAL DEL FILME
Hablando sobre las texturas y las influencias que rodean su particular estilo, Zibalodis reveló algunos detalles al respecto. “Busqué crear un aspecto que se sintiera hecho a mano, que tuviera imperfecciones como esos grandes toques de brocha, además de que no los dotamos de pelo real”, dijo.
“La meta siempre fue que tuvieran cierto aspecto abstracto y que, al estilizarlos, pudieran ser más expresivos y atractivos que creando animales de verdad. Eso además lo quise trasladar al viento y el agua, así que pusimos mucha atención en esos detalles que, ayudados por el movimiento de cámaras, nos ofrecía posibilidades narrativas que permitían que todo fuera muy expresivo”, comentó.
No cabe duda de que la animación está creciendo y abriendo muchas puertas para contar una gran diversidad de relatos. Sin embargo, para Zibalodis, hay un factor importante que hay que subrayar al respecto.
“Si bien la animación se le percibe como un género, no me parece que sea la descripción adecuada. Más bien, los animadores preferimos llamarle un medio porque justamente se puede utilizar para contar una historia para niños, que sean complicadas o filosóficas incluso. Además, nos abre la puerta a diferentes técnicas, especialmente en las producciones independientes”, mencionó.
“Con Flow, aunque Letonia tiene una buena filmografía, ninguna ha alcanzado tanto público como ésta. Me parece que eso es debido a que, gracias a ese recurso, se siente como algo universal que trasciende cualquier límite de edad o cultural. Ahora existe un público que está interesado en ver relatos como éste”, manifestó el virtuoso cineasta.
PARA GUILLERMO DEL TORO, FLOW ES EL FUTURO DE LA ANIMACIÓN
Fue Guillermo del Toro quien afirmó que Flow es el futuro de la animación, algo por lo que Zibalodis se siente agradecido, aunque considera también otros aspectos. “Creo que lo próximo en realidad es ver más cine independiente en lugares donde no hay una gran industria”, enfatizó.
“Eso permitirá que existan diferentes perspectivas en la pantalla grande y el poder ver cintas cada vez más originales con menores presupuestos. Es emocionante pensar que hay gente que no puede estudiar animación o una carrera que poco a poco aprenden solos, como yo, y se animan a hacer un proyecto como éste. Eso me tiene bastante intrigado”, complementó.
Finalmente, el cineasta letón habló sobre el futuro que le espera después del éxito de esta cinta, la tercera más taquillera en la historia de su país: “Tengo varias ideas en mente, actualmente escribo el guión de mi siguiente película así como la música del mismo, similar a como lo hice con este filme. Pero la prioridad es continuar trabajando en nuestro estudio en Letonia, mismo que estamos buscando ampliar”, apuntó.
“Quiero mantener ese espíritu independiente para poder contar historias más personales e íntimas y jugar con diferentes técnicas de animación. Espero experimentar más con los movimientos de cámara y tomas largas. Además, puedo adelantar que el siguiente proyecto será el primero que tenga diálogos así que eso es un reto también, aunque no dejará de ser algo muy visual. Puede que tarde un poco en llegar, pero estamos en ello”, concluyó.
Solo por añadir la película contó con un presupuesto de menos de 4 millones de dólares, contra los 200 millones de dólares que costó Intensamente 2, los 150 millones que costó Moana 2 o los 78 millones que costó Robot salvaje. Sin duda una gran hazaña.