La iglesia católica ha sido, desde sus primeros días, objeto constante de escrutinio por propios y extraños quienes buscan entender las formas con las que se elaboran muchos de sus procedimientos que, si bien es cierto en su mayoría recaen en la manifestación dogmática, los hay que, con los cotos de poder a través de los siglos, han sido establecidos en términos prácticos coqueteando incluso en, de forma interna, seculares para salvaguardar no solo la misión por la que fue originalmente formada – y constantemente olvidada – sino también para mantener los engranajes bien afinados de una de las maquinarias de la fe más poderosas del planeta desde la edad media que se consolidó la Iglesia Católica Apostólica y Romana.
Cónclave del director Edward Berger muestra, justamente, el proceso emblemático y fundamental de la elección del siguiente líder de quienes siguen la fe católica alrededor del mundo.
LA FE ES UN SER VIVIENTE PORQUE VA DE LA MANO CON LA DUDA
La película, escrita por Peter Straughan que adaptó la novela del mismo nombre escrita por Robert Harris - quién también participó como guionista - presenta las intrigas palaciegas del Vaticano en las 72 horas que duró el proceso de selección del nuevo Papa en la trama de la película. Trama que nos hace recordar acontecimientos reales ocurridos en los mandatos de los Papas Pablo VI y Juan Pablo II además de la reciente elección de Francisco.
Más allá de las creencias y fe personales, que no deberían interferir en la apreciación de la propuesta de Berger, la película se presenta como un documento visual bien realizado que cuida en todo momento los detalles de fidelidad dotándola de una manufactura que llega a parecer documental acompañada de una bella fotografía in situ del Vaticano y sus edificios – incluida la Capilla Sixtina – para mostrar tanto lo modesto como, irónicamente, lo opulento de la vida en el interior de sus muros.
Sumado a que está narrado de forma impecable respecto a los usos y costumbres milenarios de una de las iglesias más poderosas alrededor del mundo y cómo se manejan los cotos de poder y los ejecutantes del catolicismo.
Y es aquí donde lo brillante de la dirección es más notorio. Y no porque sorprendan las posturas de los diversos sectores y tendencias de fe de los grupos que forman el Colegio Cardenalicio que, finalmente resulta en un asunto tan mundano como la política laica y sus acuerdos, manipulaciones, proselitismos y en general, estrategia de alianzas como resultado de movimientos decisivos para alcanzar una mayoría.
Esto porque, al considerar en el catolicismo a los Cardenales como entes con un halo de santidad, cuesta trabajo a algunos creyentes descubrir que pueden ser personas cuyos intereses dogmáticos pueden llegar a ser resumidas en vulgares necesidades de poder.
Es brillante porque da a conocer al espectador que ha sabe, católico o no, del proceso de selección de un nuevo Papa mediante el humo blanco, pero no lo conoce a profundidad ni tampoco tiene la certeza de las guerras internas entre las tendencias ultraconservadoras o notoriamente liberales de la grey donde no importa el color de la piel ni la región de donde vienen los Cardenales sino de las reformas o continuidad que pretende dar a la iglesia que quiere dirigir.
SI SOLO HUBIERA CERTEZA SIN LA DUDA, NO HABRÍA MISTERIO
Y aun cuando podría irse por el camino de la exposición tendenciosa anti-clerical, la realidad es que es una propuesta imparcial que no pretende defenestrar lo que ya es sabido respecto a las atrocidades realizadas por esta iglesia durante siglos; sino que se mantiene con un ojo crítico, pero justo en las proporciones de lo bueno, lo malo, lo dogmático y lo que puede resultar esperanzador para todos aquellos que guardan devoción a la fe católica.
En este caso, las voces que se presentan como denunciantes se encuentran dentro del Colegio de Cardenales quienes utilizan las manifestaciones de duda como un rasgo de debilidad de carácter frente a tiempos que requieren una presencia más contundente de la iglesia. Y es justamente aquí donde los perfiles de los personajes creados para desarrollar la trama quedan en manos de intérpretes de sobrada capacidad histriónica.
La película cae sobre los hombros de Monsignore Thomas Lawrence; quién, además de ser Cardenal, es el Decano del Colegio Cardenalicio que, a la muerte del Sumo Pontífice, queda al frente de la Orden mientras se elige al sucesor del fallecido Papa. Por lo que, y en medio de la agitación mundial del fallecimiento del Santo Padre y de las confabulaciones que se van generando para ocupar el cargo, el Decano Lawrence debe mantenerse ajeno a las intrigas para resguardar los principios y cualidades de los preceptos que lo hacen ser un defensor de la fe sobre su iglesia.
Y es así que tenemos una impecable y grandiosa actuación de Ralph Fiennes quién se mete hasta la médula del personaje haciéndonos olvidarnos de él para sentir en carne propia las dudas, arrebatos, alegrías y convicciones de Lawrence frente al caos y constantes pruebas a su creencia en los momentos más complicados del proceso.
A su alrededor hay un reparto de primer nivel que no queda atrás dando a Fiennes el contexto idóneo para poder explotar a conciencia su personaje teniendo en primer lugar al siempre confiable Stanley Tuccy como el liberal Cardenal Bellini, colega, amigo personal y contenedor de Lawrence en diversas ocasiones.
John Lithgow como el ambicioso Cardenal Tremblay, Sergio Castellito es el manipulador y conservador Cardenal italiano Tedesco, Carlos Diehz es el progresista y rebelde Cardenal mexicano Benitez y con una poderosa y silenciosa presencia en pantalla la irreprochable Isabella Rosellini como la estoica Hermana Agnes - cuya actuación me recuerda a María, el personaje mudo de Emma Roldan en El compadre Mendoza (1933) de Fernando de Fuentes – que es pieza clave en uno de los complots en el cónclave.
Y, POR LO TANTO, NO NECESITARÍAMOS DE LA FE
En resumen y a manera de humo blanco; Cónclave de Edward Berger es una tenaz pero fascinante y minuciosa muestra de las entrañas del Vaticano y del Colegio Cardenalicio con toda su carga de simbolismos, tradiciones y dogmas arraigados no sólo en la fe de sus representantes sino en los vicios políticos adquiridos en siglos de búsqueda de poder en su interior para mantener el control al exterior.
Una película que tiene el maravilloso y siempre agradecible don de enganchar al espectador desde el principio cuya fortaleza basada en diálogos poderosos e inteligentes cargados de una tensión igualmente palpable que los ambientes y espacios físicos del Vaticano volviéndola una propuesta fílmica de auténtico y emocionante suspenso del más alto nivel. La película se estrena este 9 de enero en salas mexicanas.