El universo de Dragon Ball ha sido una piedra angular en el mundo del anime durante más de tres décadas. Desde sus primeros días en la década de los 80, hasta las versiones más modernas, ha cautivado a millones con sus combates épicos, personajes carismáticos y una historia que mezcla acción, humor y momentos emotivos. Sin embargo, con la llegada de Dragon Ball Daima, dirigida por Yoshitaka Yashima, la serie se enfrenta a un reto: innovar dentro de un universo que ya ha tocado todos los puntos de la narrativa clásica.
Esta nueva propuesta toma un giro arriesgado que si bien ya se ha utilizado no fue ejecutado de mejor manera con la etapa de Dragón Ball GT, transformando a Goku y sus amigos en versiones infantiles, lo que abre la puerta a situaciones novedosas, pero también pone en evidencia la falta de profundidad que puede surgir al intentar sostener un enfoque nostálgico al regresar a la fórmula original como lo fue en el clásico Dragón Ball.
La trama arranca con la aparición de dos nuevos villanos, Gomah el ahora nuevo proclamado rey del reino demoníaco y Degesu, un shin que funge como su asesor. Mientras observan la batalla entre Goku y compañía entre el temible Majin Buu, se dan cuenta que con la derrota de éste pueden tener una amplia oportunidad de expandir su reinado.
Bajo el temor que los guerreros encargados de haber derrotado a Buu puedan interferir con sus planes, piden un deseo a las místicas esferas del dragón para que los protagonistas se transformen en versiones infantiles, lo que inicialmente parece ser una apuesta fresca por parte del autor Akira Toriyama para enmendar la no canónica saga Grand Tour y pueda existir una exploración a temas como la vulnerabilidad, la adaptación o incluso el crecimiento.
La serie comienza con una premisa realmente interesante expandiendo el lore de este universo creado por Toriyama al presentarnos un reino que en su momento era gobernado por el temible Dabura, quien fue esbirro del mago Babidi para cometer su anhelado plan de resurrección de su padre. Igualmente ver cómo la mitología de Dragón Ball es abordada es un deleite para el fan más acérrimo de esta franquicia tomando en cuenta que siempre hubo algunas incógnitas tales como ¿Quién era ese namekusei legendario que precedió antes de Piccolo y cuál es el origen de estos mismos?
La premisa de ver a los héroes convertidos en versiones más pequeñas abre la puerta a situaciones cómicas, una dinámica que ha caracterizó en su momento al anime original durante años. Sin embargo, otra característica es la de los personajes creciendo y superando desafíos cada vez más grandes.
Al reducirlos a niños, se esperaba que la serie pudiera jugar con los contrastes entre su inmensa experiencia y sus cuerpos frágiles pero la propuesta no se desarrolla con la profundidad que muchos esperaban.
Tenemos una bocanada de nostalgia pura al poder ver a Goku siendo ese mismo niño que salió del monte Paoz para adentrarse a fantásticas aventuras pero a pesar de su apariencia infantil, su esencia permanece intacta, lo que resta un tanto a la experiencia que podría haber sido mucho más rica si realmente hubieran mostrado una evolución interna ante este cambio.
Una de las grandes características de Dragon Ball ha sido siempre su acción frenética, con peleas impresionantes que se extienden por capítulos enteros. En esta nueva historia, las batallas siguen siendo el centro de la historia y uno de los problemas radica en que su inicio en los primeros 3 capítulos se enfoca mucho en darnos un amplio contexto sobre los implementos del nuevo lore que se está estipulando.
Mencionado esto último, también va ser un conflicto para todo purista de esta obra pues Toriyama ha cambiado varios aspectos del canon que rompen lo que hemos visto en secuela como lo es Dragon Ball Super, por lo que no es de extrañarse que el fandom arremeta ante ello, la serie no logra dar un paso más allá de lo conocido, la historia rápidamente recurre a las mismas dinámicas de siempre: peleas interminables, ataques espectaculares y las ya conocidas subidas de poder.
Esto crea una sensación de déjà vu, donde los personajes parecen estar atrapados en una rutina. Los momentos cómicos que surgen de las situaciones derivadas de su nueva forma infantil son divertidos al principio, pero pronto se vuelven repetitivos y dejan de aportar algo nuevo.
Un aspecto que realmente destaca de la serie es el diseño visual del Reino Demoníaco, un lugar oscuro y misterioso lleno de paisajes imponentes y criaturas extrañas. El contraste entre este vasto mundo y la pequeña estatura de los héroes crea una atmósfera única, que da la sensación de que están en un mundo completamente diferente, abrumadoramente grande y peligroso, este entorno podría haber servido como un espacio para que se enfrentaran a nuevos retos existenciales, pero la serie nunca va más allá de lo superficial.
El trabajo de doblaje en Dragon Ball Daima es, sin duda, uno de los puntos más sólidos de la serie. Masako Nozawa, quien ha dado voz a Goku durante más de 30 años, le imprime a su personaje una energía característica que sigue siendo entrañable y Mario Castañeda en su versión en español sigue esa misma línea, por otro lado la versión infantil del mismo es interpretada por Laura Torres da esa frescura al personaje y en sus palabras, agradece mucho ser parte de este proyecto.
Uno de los puntos que más podrían haber impactado en Dragon Ball Daima es la introducción de nuevos personajes, como Glorio, un joven Majin que, en teoría, podría haber sido una adición interesante pero su falta de desarrollo lo convierte más en un recurso narrativo que en un personaje que realmente aporte algo al avance de la historia, la serie se queda a medio camino en este sentido.
Dragon Ball Daima comienza con una premisa intrigante, pero tendremos que esperar a ver en los siguientes capítulos si logra ser el digno legado que dejó Akira Toriyama antes de su deceso.
La idea de ver a Goku y sus amigos convertidos en niños es sin duda algo que se tenía pendiente para los fans y tener la esencia original se agradece enormemente, pero si este proyecto tiene como objetivo basarse en transformaciones y nostalgia únicamente, será lamentable al ser el último trabajo por parte del sensei que nos brindó tantas risas y momentos épicos con la historia de Kakarotto y compañía.