Escenario

ENTREVISTA. El filme, que formó parte del pasado Tour de Cine Francés, habla sobre un profesor es acusado injustamente de conducta sexual inapropiada por una adolescente de su clase

Teddy Lussi-Modeste reflexiona sobre los derechos humanos en las aulas con ‘No hagas olas’

Teddy Lussi-Modeste El cineasta de ‘No hagas olas’ (Especial)

Una de las cintas más impactantes del pasado 24° Tour de Cine Francés en México fue, sin duda, No hagas olas (Pas de vagues), del director Teddy Lussi-Modeste, que nos entrega un relato sobre las falsas acusaciones, los derechos humanos en las aulas y cómo una mentira puede desatar todo un infierno.

La sinopsis oficial del filme es la siguiente: Un profesor es acusado injustamente de conducta sexual inapropiada por una adolescente de su clase. Tiene que afrontar las acusaciones a medida que la situación se complica hasta convertirse en una espiral fuera de control.

Crónica Escenario entrevistó al cineasta oriundo de Grenoble que ofreció más detalles sobre esta memorable cinta protagonizada por François Civil.

Tu película está inspirada en un caso real, ¿podrías contarnos algo más sobre este caso o experiencia y cómo decidiste abordar la escritura y filmación de la película?

No hagas olas se inspiró en una experiencia retadora que tuve que vivir hace unos años en mi carrera como profesor. Pero ese suceso no tiene interés en sí mismo. Audrey Diwan (mi coguionista), y yo decidimos muy pronto que la película debía contar la historia de cómo un profesor y una alumna fueron abandonados por una institución sobrecargada. Para contar esta historia, tuvimos que ir más allá y concedernos el derecho a la ficción.

Cuéntanos sobre la elección de François Civil como protagonista de este duro drama escolar. ¿Cómo abordaste con él el desarrollo del profesor Julien Keller?

En cuanto terminé de escribir el guión, pensé en él como el profesor de la película. En primer lugar, porque tiene un carácter alegre que despierta inmediatamente la empatía y, en segundo lugar, porque quería arrojar luz sobre otra faceta de su talento. François leyó y aceptó el papel muy rápidamente. Sobre todo, necesitaba que habláramos de los distintos sentimientos por los que pasa Julien: shock, vergüenza, miedo, abandono...

En cuanto a la trayectoria del personaje, para mí era muy importante que Julien se diera cuenta de que era en parte responsable del calvario que estaba viviendo. Al salirse del encuadre escolar, permitió que ocurriera un incidente. Es un personaje idealista, es decir, que tiene ambiciones para sus alumnos, pero el idealismo suele estar teñido de orgullo. En la intimidad de su relación, Julien confiesa que quería ser como el profesor que le había cambiado la vida a él.

Hay situaciones en la película que plantean la importancia de la verdad y las falsas acusaciones, ¿qué opinas de ello y del impacto negativo que puede tener, sobre todo hoy en día en una institución como la escuela?

A mi parecer, la película no se interesa tanto en el tema de las acusaciones verdaderas y falsas. Más bien muestra cómo un profesor y una alumna son silenciados por una institución. De hecho, la película muestra que necesitamos idear protocolos más eficaces para escuchar lo que las víctimas tienen que decir. Porque la especificidad de la historia que cuento es que no hay un culpable y una víctima, sino dos víctimas que no han sido escuchadas.

Incluso el hermano de la chica, que amenaza de muerte al profesor, es una víctima. En el lugar donde vive, mostrar debilidad te convierte en el blanco de los ataques. Audrey Diwan y yo quisimos abordar la complejidad de todos los personajes. También añadiría que la joven no miente. Cometió un error y se dará cuenta. Es una elección moral que tomamos muy al principio de la escritura.

Recientemente, el cine ha mostrado historias que demuestran que hay problemas en la educación, tanto desde el punto de vista del profesor como del alumno. ¿Por qué crees que es necesario hacer olas (en referencia al título de la película en español) en casos como el de este filme?

No conozco lo que ocurre en el extranjero en materia de educación, pero las olas son necesarias para hacer avanzar la historia, tanto si estas proceden de los maestros como del alumnado. Tenemos que avanzar juntos. No hay dos bandos. Hay gente de buena voluntad de ambos lados.

Francia ha sufrido varios asesinatos de profesores en los últimos años. Necesitamos urgentemente volver a convertir las escuelas en santuarios. La última frase de la película es: “Abrió la puerta”, para mí, esto es simbólico. Hemos abierto la puerta a todas las tensiones que atraviesan la sociedad y ya no somos capaces de deconstruirlas para evitar que se enconen. Hice esta película para que pudiéramos recuperar la posibilidad del diálogo. Y la hice en el marco del movimiento para liberar las voces de los profesores.

No hagas olas también aborda el delicado tema de la frontera entre la vida privada y la profesional en la vida del profesor Keller. ¿Qué opinas al respecto?

Efectivamente abordamos ese tema: la separación entre la vida privada y la profesional. Julien quiso marcar una frontera entre estos dos ámbitos y esto se volverá en su contra. François Civil dijo en una entrevista que, para él, Julien Keller no hablaba de la pareja que formaba con Walid porque temía que ya no le quisieran por ello. Es como si hubiera asumido la homofobia manifiesta o latente de algunas personas de su entorno, lo que se da también entre los alumnos y entre los profesores.

¿Cómo fue el trabajo con los niños en la producción y, en particular, cómo abordaste con ellos las cuestiones de los abusos, las falsas acusaciones y el acoso?

Con los jóvenes actores de la película, hablamos del guión después de que lo leyeron, pero sus preguntas se referían sobre todo a los detalles. Estaban más interesados en su papel y en cómo debían interpretarlo. Pero una o dos veces tuve que interpretar el papel del profesor en el plató porque algunos adolescentes atacaban a otros en las redes sociales, y hacían comentarios sexistas u homófobos. Era como si la historia de la película se repitiera dentro de sí misma, cuando teníamos que hablar de eso durante la filmación.

Trabajar con los adolescentes fue un momento muy fuerte para François y para mí. Creo que se sintieron respetados desde los ensayos. Vinieron a interpretar un papel. Era un trabajo. El primero para ellos. Trabajamos las escenas de clase con planos secuencia. También teníamos dos cámaras. A menudo volvíamos a filmar las escenas de interiores, volvíamos a empezar un segmento u otro, y los adolescentes volvían a colocarse enseguida en el punto en el que tenían que estar, ya fuera físico o emocional.

Ya has trabajado con Rebecca Zlotowski en tus guiones, así como con Maiwenn como directora y actriz. ¿Qué has aprendido de estas colaboraciones y cómo han influido en su desarrollo como cineasta en éste, tu tercer largometraje?

Cada colaboración es diferente. Con Rebecca aprendimos juntos a llevar a buen puerto la escritura de nuestros primeros largometrajes. Avanzábamos por ensayo y error. Con mi segundo largometraje fue diferente. Sabíamos hacia adónde queríamos ir, pero quizá eso se debiera también al argumento de la película, que podía resumirse en una sola línea. Con Maïwenn, fue una experiencia liberadora.

Es una directora que da rienda suelta a la imaginación tanto de sus guionistas como de sus actores. Audrey Diwan contribuyó enormemente a la escritura de Pas de vagues. Tiene un rigor en su trabajo que envidio. Es un rigor que combina perfectamente con la inspiración. Ella solía decir que teníamos que ser obsesivos con nuestro tema. Es una frase que se me queda grabada y me da una orientación para el resto de mi vida.

Parece que la enseñanza y el proceso educativo atraviesan una grave crisis. ¿Crees que hay que cambiar el enfoque de la relación profesor-alumno en las aulas de todo el mundo, teniendo en cuenta los intereses de ambos?

La enseñanza se encuentra en un punto paradójico: los alumnos tienen que aprender lo que el profesor les enseña, pero también tienen que cuestionarlo. Cada generación se construye intentando superar a la anterior. Así que es normal que haya fricciones. Lo importante es encontrar un enfoque benévolo en estas situaciones.

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