Escenario

CORTE Y QUEDA. El cineasta Paul King cierra la trilogía del ícono de la literatura infantil con una película emotiva y graciosa

‘Paddington: Aventura en la selva’, una ingeniosa reflexión sobre la pertenencia y la familia

‘Paddington: Aventura en la selva’ de Dougal Wilson Fotograma del filme. (Cortesía)

La literatura infantil creada en el Reino Unido tiene un representante histórico que ha cautivado a diversas generaciones y a familias enteras desde su aparición. No, no es Harry Potter ni es el león Aslan de Las Crónicas de Narnia. Es ni más ni menos que una adorable criatura de color café con su sombrero rojo característico y un amor por la mermelada proporcionalmente directo a su dulzura.

Ese es Paddington, un bello oso que apareció por primera vez en 1958 bajo la pluma de Michael Bond en la obra Un oso llamado Paddington. Como buena leyenda de la cultura británica, este personaje dio el salto a cines hace poco con dos cintas amadas por la crítica y el público, siendo la segunda considerada por muchos como la “película perfecta”.

Era inevitable que Paddington, después de su abrumador éxito, tuviera una nueva entrega. Si bien las anteriores cintas han sabido explicar la historia del peculiar y cariñoso oso con los Brown y el hecho de encontrar una verdadera familia y hogar de formas emotivas e inteligentes gracias a la mano del realizador Paul King, en esta aventura en la selva, el tierno miembro de la familia Brown tomará un viaje donde tendrá que enfrentar nuevos retos y tal vez reciba a cambio una que otra sorpresa sobre su verdadero origen.

De la mano de un nuevo realizador, Dougal Wilson, cuya experiencia radica en videos musicales y comerciales, lanza esta ópera prima con la cobija de este muy querido osezno, sacándole juego a todo lo que involucra este pequeño animal despistado pero de gran corazón.

Los cambios no quedan ahí, pues el coguionista de los anteriores filmes tampoco regresa a este tercera cinta y Sally Hawkins ya no es la Señora Brown, siendo reemplazada por Emily Mortimer. Y aunque pareciera que toda esta incertidumbre, además de la pausa de siete años entre la segunda parte y la presente entrega, pudieran afectar de más a la franquicia, afortunadamente Paddington encuentra una buena forma de salir adelante.

Nuestro peludo héroe tendrá que reencontrarse nuevamente pero esta vez con su lado salvaje, pues aunque el osito ya es ciudadano británico (con todo y su pasaporte especial), ahora encontrará gracias a la ayuda de su tía, que sus raíces se encuentran en el lejano Perú y su selva.

Pero esta aventura no solo ayudará a Paddington a conectar con un lado que no recordaba de él, sino que permitirá a los Brown, su familia, el volver a unirse como hace un buen tiempo no lo hacían.

Un bello detalle de esta producción resalta en que utilizó escasos paisajes generados por efectos visuales, inclinándose por la opción de grabar varios fondos de panoramas y parajes obtenidos por el equipo en Perú y Colombia, lo que dota de cierta escala y naturalidad a esta historia.

Eso suma de buena forma al relato, ya que pasamos del ambiente citadino de Londres a un hábitat que nuestro héroe desconoce, lo cual le añade al tipo de comedia que constantemente utiliza esta tercera entrega de Paddington. Por momentos, el humor y las situaciones se sienten salidas del más puro slapstick de figuras del cine mudo como Harold Lloyd o Buster Keaton.

Eso es un gran añadido para el público adulto, pues aparte de manejar secuencias bastante bien ejecutadas en ese tenor, Wilson y sus guionistas se atreven a rendir un peculiar homenaje a Werner Herzog, haciendo clara alusión a dos de sus cintas: Fitzcarraldo (1982) y Aguirre: La ira de Dios (1972). Esto gracias a la presencia de un actor que a todas luces se divierte de inicio a fin en el filme, Antonio Banderas, que encarna a Hunter Cabot, un guía de turistas con un pasado turbio.

Existe otra actriz que demuestra una faceta poco vista recientemente al aterrizar la comedia cuál miembro del cast de Monty Python y esa es la ganadora del Oscar, Olivia Colman, que como la Madre Superiora en cargo del cuidado de la tía de Paddington y otros osos ancianos, luce cada vez que sale en pantalla teniendo un memorable número musical que remite a La novicia rebelde, entre otras líneas y actitudes en su actuación desternillante. Esos día pilares funcionan de forma excelente para mantener la diversión del filme.

Ni qué decir del mismo Paddington, a quien nuevamente Ben Whishaw da voz. Es su entrañable carisma, sus actos despistados y su corazón noble transmitidos a través de una animación adecuada que este popular oso se gana la atención de la familia entera.

Sin embargo, el guión de esta entrega peca de ser excesivamente simple, alejándose de la complejidad que sus predecesoras tuvieron. A pesar de ello, esta aventura en Perú conserva la esencia del personaje y de aquello que lo motiva siempre: la constante búsqueda de la identidad y pertenencia.

A pesar de carecer de la inventiva de su anterior relato y dejarse llevar por una simple comedia a través de diversas secuencias de acción y aventura para todo público, Paddington: Aventura en la selva sí conserva el suficiente buen humor para cerrar el ciclo de este personaje de forma adecuada, alejándose de la zona de confort que era Londres para trasladarnos a las locuras de la amazonia, gozando de un par de villanos que se roban la escena cada que pueden, dejando un poco de lado la dinámica usual de los Brown que tendrán su propio reencuentro en medio de una búsqueda entrañable.

Tocando fibras acerca de la pertenencia y, como no, la importancia de la familia en todo lo que hacemos, Paddington es una tercera entrega sólida que mantiene en pie a la franquicia del osezno adorable, habrá solamente que ver si se mantiene el buen paso con el anuncio de otra cinta y una serie de televisión que ya están autorizadas para entrar en producción. Falta esperar que la dulce mermelada y la gracia de esta importante figura cultural no caiga en el desgaste que suele atacar a todas las sagas.

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