Una relación poliamorosa y los conflictos que eso desata son el tema central de Un lago, filme de Rafael Martínez Sánchez, que con toda la vena independiente de su lado estrena el proyecto en salas de Cinemex.
En el filme Rich tiene treinta años y una carrera frustrada como cineasta. Huye de la vida en la casa del lago de su familia en Tequesquitengo, nadando, bebiendo y tratando de superar su bloqueo de escritor. Un día conoce a Daniela, una joven que tampoco pasa por buen momento.
Rich se infatúa con ella. Juntos pasan un fin de semana con los amigos de Daniela. La brecha generacional y la visión romántica del mundo de Rich comprometen su relación con ella. Rich aprenderá que no siempre se obtiene lo que se quiere, pero que a menudo se obtiene lo que se necesita.
En Crónica Escenario hablamos con él acerca de los retos, las motivaciones y todos los detalles detrás de esta peculiar historia de cine mexicano.
“La carrera en el cine es muy larga, es un verdadero maratón. Este es mi primer largometraje, pero, sin darme cuenta, ya llevo 10 años haciendo cortometrajes y otros proyectos”, declaró el cineasta.
“Y la historia se desarrolla en un lago con vistas panorámicas impresionantes, un lugar realmente hermoso. Sin embargo, creo que el enfoque principal está en los personajes, en los actores, y eso es algo que también define a Silvestre. Siempre me ha interesado contar historias centradas en los personajes, con una cámara que se mantiene muy cercana a ellos”, añadió.
“Fue una experiencia bastante demandante en ese sentido. No esperaba que fuera tan complicado, pero, por fortuna, nos preparamos bien”, continuó Rafael enfocándose en los retos que enfrentó para levantar este filme.
“Conté con el apoyo de José Luis Isoard como asistente de dirección, quien estuvo al tanto de todo detrás de la cámara, lo que me permitió enfocarme tanto en mi personaje como en la dirección de actores. Fue un proceso muy intenso, pero al final, creo que el resultado salió bien gracias a esa red de confianza y a toda la preparación previa”, sumó.
Cada cineasta tiene su propio estilo para crear y en el caso de Martínez Sánchez no es la excepción.
“Yo hago películas bajo una filosofía que llamo ‘jardinería, no arquitectura’. En la jardinería, uno no tiene control total sobre la planta; lo único que puede hacer es cuidarla y permitirle crecer a su propio ritmo, tomando su propia forma y dirección”, dijo.
“Me gusta aplicar esa misma idea al cine, porque siento que cuando intentamos ejercer un control excesivo, sobre todo, en lugar de permitir que las cosas fluyan de manera natural, terminamos interfiriendo con la energía creativa del equipo y de los actores. Prefiero dejar que la película crezca orgánicamente y se alimente del trabajo y la energía de todos los involucrados”, confesó.
Asimismo, el joven realizador habló sobre la importancia del lago en su relato. “Es la principal metáfora de la película. La historia trata sobre el deseo de salir adelante, madurar y crecer, y creo que el lago representa muy bien ese proceso. Rich, el protagonista, tiene una relación agridulce con el lago”, explicó.
“Le gusta nadar, lo practica constantemente, pero nunca se sumerge por completo, solo se adentra un poco. Eso funciona como una metáfora de todo lo que está viviendo, de sus miedos y su resistencia al cambio. Sin ser demasiado obvio, el lago está ahí como un reflejo de su proceso interno y de todo lo que enfrenta en su vida”, agregó.
Una de las virtudes que tiene Un lago es la capacidad de mostrar retazos de la vida misma del cineasta metidos en esta gran ficción. “Siempre ha sido mi sueño dedicarme al cine, y sí, como mencionas, la película es bastante autorreferencial”, comentó.
“Creo que también refleja algunos de los desafíos de la carrera de cineasta, que en muchos aspectos se asemeja a la del actor: tocas muchas puertas, y de cien que golpeas, solo una se abre, mientras que noventa y nueve se cierran. Sin embargo, más allá de esa lucha externa, la película se centra en las barreras que uno mismo se impone, muchas veces de manera inconsciente, y en el proceso de intentar superarlas”, añadió.
A pesar de que esto es un sueño cumplido para él, Martínez Sánchez señaló lo desgastante del proceso:
“La relación que uno tiene con un proyecto de tan largo plazo es, como cualquier relación, compleja. A veces la veo y me encanta, otras veces la veo y la odio; es una especie de relación de amor y odio que va evolucionando con el tiempo. Pero, al final, lo más gratificante es la respuesta de la gente”, comentó.
“Hasta ahora, la respuesta ha sido en su mayoría positiva. Creo que la película resuena especialmente con otros artistas que han vivido circunstancias similares a las mías”, comentó Rafael acerca de las reacciones que el filme ha tenido.
“Me gustaría que fuera un llamado a la acción y un recordatorio de que no hay que rendirse. La formación de un cineasta, por más compleja que parezca, al final da resultados si se pone esfuerzo, dedicación y amor en los proyectos”, complementó.
Un lago es el resultado de la resiliencia y esfuerzo, características del cine independiente que resuenan en esta obra: “Estoy muy agradecido y emocionado. Cuando hicimos la película, realmente no sabíamos hasta dónde podría llegar, y ahora verla en salas de cine es una gran satisfacción. Me siento muy contento con el resultado”, afirmó finalmente Martínez Sánchez.