Escenario

COBERTURA. El filme que conquistó Venecia y los Globos de Oro llega a las salas nacionales como el protagonista más serio en la carrera por los Premios Oscar

Brady Corbet explora en 70 mm el trauma y la arquitectura de la posguerra en ‘The brutalist’

Fotograma de El brutalista Adrien Brody ofrece uno de los mejores papeles de su carrera. (CORTESÍA)

Ocurre cada cierto tiempo, aunque raras sean las ocasiones, en que nos encontramos de frente y sin previo aviso ante una película que nos sorprende por sus proporciones artísticas, destinada a convertirse en una obra maestra instantánea, este es el caso de The Brutalist, tercer largometraje de Brady Corbet, quien en la pasada edición de La Mostra de Venecia se alzó con el premio al mejor director gracias a este épico largometraje de más de tres horas y media de duración y filmada en 70 mm en formato VistaVision.

Corbet, que comenzó su trayecto en el mundo del cine como actor trabajando bajo las órdenes de directores consagrados como Michael Haneke, Olivier Assayas y Lars von Trier, se convirtió con tan solo 36 años en el director más joven en ser galardonado en el festival italiano.

LA PSICOLOGÍA DE LA SOCIEDAD DE POSGUERRA

Desde su triunfo en Venecia, The brutalist se posicionó como una de las apuestas fuertes de camino a la temporada de premios (cuenta con 10 nominaciones a los Premios Oscar y ganó tres Globos de Oro, incluido el de mejor película de drama), y no es para menos, su logro cinematográfico, además de ser filmada completamente en VistaVision, un formato de película que filma a gran escala y cuya técnica vio su máximo esplendor de 1950 hasta finales de 1960, se extiende a un relato de resonancia histórica, la estadounidense, donde los traumas de la guerra y el capitalismo voraz moldearon la psicología de la sociedad de posguerra.

“Creo que hay algo que he expresado en el pasado sobre la forma en la que mis películas lidian con la historia estadounidense, y también hay ciertas decisiones que tomo como, por ejemplo, que un mismo actor interprete a diferentes personajes a través de varias generaciones (en el caso de The brutalist, la actriz Raffey Cassidy), esto lo hago para expresar la naturaleza cíclica de la historia, es una forma de decir que la historia se repite a sí misma. En esta película intento capturar ese sentimiento, porque para mí, la historia no es algo lineal que pueda resumirse en hechos, fechas y tiempos”, afirmó Corbet durante la rueda de prensa en la que estuvo presente Crónica Escenario.

Fotograma de El brutalista Es una de las favoritas en la temporada de premios de Hollywood. (CORTESÍA)

UN FILME DE DIMENSIONES MONUMENTALES

La película relata la odisea de László Tóth (Adrien Brody), un arquitecto húngaro, y su esposa Erzsébet (Felicity Jones) que huyendo de la Europa de la posguerra, llegan a Estados Unidos, una tierra de oportunidades y esplendor donde esperan reconstruir sus vidas, sin embargo, el encuentro con el misterioso millonario Harrison Van Buren (Guy Pearce), quien se convierte en su benefactor, encargándole a László la construcción de un edificio de estilo brutalista, los enfrentará con la codicia y la ambición.

Durante el encuentro con la prensa, Adrien Brody, Guy Pearce y Felicity Jones coincidieron en que cada vez es más raro que surjan proyectos como The brutalist, no sólo por sus monumentales dimensiones, lo cual requirió la construcción de maquetas de gran escala y un diseño de producción que reflejara el estilo de mediados del siglo XX, todo ello contando con un presupuesto limitado de menos de $10 millones de dólares, sino también porque resulta extraño encontrar guiones en los que los personajes estén tan bien escritos, un guión que, por cierto, mencionó el propio Brady Corbet le tomó 7 años escribirlo en conjunto con Mona Fastvold, coescritora y esposa del director.

“Mi esposa y yo crecimos con arquitectos en la familia, así que estuvimos hablando durante varios años antes de sentarnos a escribir el guion de hacer una película sobre arquitectura. El brutalismo es obviamente un estilo arquitectónico muy divisivo y sentimos que había algo muy interesante de explorar, es decir, la manera en la que es amado y odiado casi en igual medida”, dijo el cineasta.

“Exploramos en sus orígenes, porque surgió en la década de 1950, fue una especie de vínculo intrínseco entre la psicología de posguerra y la arquitectura de posguerra, el cual utiliza materiales que fueron desarrollados para la vida en tiempos de guerra. Así que nos sentamos y desarrollamos el borrador hace siete años”, señaló.

ADRIEN BRODY CONECTA CON SU PROPIA HISTORIA

El ganador del Oscar Adrien Brody, cuyo personaje guarda paralelismos con su propia historia familiar, abordó la manera en la que el estrés postraumático de los sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, se reflejó en este estilo arquitectónico:

“Gran parte del contexto de la trama trata sobre cómo la arquitectura de posguerra se vio influenciada por los traumas de la guerra y cómo se manifiesta simbólicamente”, comentó el histrión.

“Hay una naturaleza simbólica de esta institución para László, de ahí las estructuras amuralladas, el tipo de interiores huecos y cavernosos son muy representativos de todo aquello se perdió, así como el tipo de vacío que persiste en él como hombre y su búsqueda espiritual, la accesibilidad con un poder superior a través de la altura y la luz, pero también a través de todo tipo de formas de expresión artísticas que lo integran, que hablan del recorrido individual y del anhelo del arquitecto como artista”, dijo.

Fotograma de El brutalista El filme destaca por su diseño de arte y fotografía (CORTESÍA)

UNA FOTOGRAFÍA FIDEDIGNA

Utilizando los elementos técnicos del cine como herramientas para situar a los espectadores de la manera más fidedigna posible en la época que narra, Corbet afirmó:

Lol Crawley (director de fotografía) y yo queríamos trabajar desde hace mucho tiempo en una película filmada en gran formato, así que elegimos VistaVision en esta película porque la historia transcurre a mediados del siglo XX, por lo que nos hizo mucho sentido filmar con una cámara que fue diseñada en la década de 1950, porque más allá de que nos encanta el aspecto en gran formato, utilizarlo realmente tenía mucho sentido”, dijo.

“Fue la manera más efectiva de transportar a los espectadores a mediados del siglo pasado, utilizando un equipo que fue desarrollada durante ese periodo. Pero también hay algunas secuencias con las que queríamos evocar películas como Vértigo y North by northwest, e incluso películas que fueron filmadas en la década de 1960 y 1970 como El imperio de los sentidos que también se rodó en VistaVision”, añadió.

Corbet también afirmó que filmar en 70 mm VistaVision no se debió a un mero homenaje, sino a la necesidad de insertar su película dentro de una tradición cinematográfica de directores que defendieron su visión por más radical y arriesgada que pareciera:

“A menudo pienso en, ¿qué haría Michael Powell hoy si pudiera salirse con la suya? Creo que Michael Powell es un gran punto de referencia porque después de haber sido elogiado por Narciso Negro y Las zapatillas rojas, cuando hizo una película tan radical como Peeping Tom supuso el final de su carrera tal como había sido antes y eso es devastador porque Peeping Tom es una obra de arte, y creo que es una película que todavía hoy se considera bastante riesgosa de hacer, está muy adelantada a su tiempo, Por eso creo que cuando haces una película tienes la responsabilidad de intentar llevar la antorcha un poco más lejos. El hombre es un puente, no una meta”, enfatizó.

UNA INTENSA HISTORIA DE AMBICIÓN

Además de abordar el aspecto simbólico del brutalismo, la película también narra una intensa historia de ambición, poder y corrupción a través del personaje de Van Burren. Guy Pearce, quien califica la experiencia de interpretar al millonario benefactor de maravillosa y una gran oportunidad para cualquier actor, habló de la ambivalente relación de su personaje con László:

“Dos de las cosas que realmente me impactaron del personaje y que me atrajeron, fue que estos elementos parecen estar en competencia: por un lado, él tiene una especie de insaciable sentido de codicia, una necesidad de alcanzar y poseer; y, al mismo tiempo, es un hombre de buen gusto que reconoce el arte y la belleza”, comentó.

“Y en cierto sentido, esas dos cosas se vinculan. Este tipo de psicología que se encuentra asentada detrás de estos dos aspectos es lo que encuentro interesante, particularmente en su relación con László, ya que reconocer su talento alimenta cierta envidia, y esa envidia, de cierta manera, estuvo presente durante gran parte de su vida, y creo que intenta resolverla mediante la codicia, la propiedad y la posesión”, añadió.

Fotograma de El brutalista También destaca la actuación de Felicity Jones (CORTESÍA)

UNA EPOPEYA GENERACIONAL

Calificada por su protagonista Adrien Brody como una historia de “gran inmensidad y tanta humanidad”, The brutalist es una epopeya generacional en la que sus personajes buscan sobreponerse a los horrores de la guerra y la ambición del hombre, contextualizada en su constante búsqueda por la tierra prometida:

“La película trata fundamentalmente sobre el estrés postraumático, y cómo se manifiesta de distintas maneras en estos personajes. Pero, para mí, se trataba principalmente del hecho de que este personaje (László) simplemente está buscando una manera de afrontarlo, es decir, cualquier manera en la que estos personajes puedan afrontarlo”, dijo el director.

“Y creo que lo que es interesante es la forma en que el personaje, con su incapacidad para expresarse verbalmente –una característica de muchos de los hombres de mediados de siglo –, manifestó este trauma en su obra, como una forma de exorcizar muchos de sus demonios, ya sea de forma consciente o no”, concluyó Brady Corbet.

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