Escenario

COBERTURA. El cineasta brasileño compite este sábado a la Mejor Película Iberoamericana por su trabajo en Ainda estou aqui que también compite en los Premios Oscar

Salles: Si gano el Goya se lo dedicaré a Almodóvar, Trueba y Ripstein que nos regalaron el enamorarnos de Marisa Paredes

El cineasta Walter Salles (EFE/Vertigo Films/EFE/Vertigo Films)

Walter Salles llega a los Goya que se celebran este sábado como el favorito de la categoría de mejor película iberoamericana, con Ainda estou aqui (Aún no estoy aquí) y si gana el premio, tiene claro a quién se lo dedicaría: “a los grandes cineastas que nos dieron el regalo de enamorarnos de la extraordinaria actriz que fue Marisa Paredes”.

Y cita a “los maestros Pedro Almodóvar, Fernando Trueba y Arturo Ripstein”.

Su película está nominada a tres Oscar, tuvo dos candidaturas a los Globos de Oro -con un premio a mejor actriz de drama para Fernanda Torres- pero considera que la nominación al Goya “es muy especial” y no solo porque es la primera para una película brasileña desde que el cine de su país puede competir por el galardón.

“La nominación al Goya fue muy especial. Primero, por la admiración que tengo por la cultura iberoamericana en su conjunto”, por nombres como los de Cervantes, Octavio Paz, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Fernando Pessoa, Clarice Lispector, Roberto Bolaño y tantos otros, “que nos enseñaron a contar historias”.

“Y también por la admiración que tengo por la cinematografía española desde Buñuel, una cinematografía cuyos cineastas influyeron en mi mirada y mi formación, tanto en el documental como en la ficción”, agrega el realizador que asegura que desde que hizo Diarios de motocicleta (2004) siente “que formamos parte de una identidad mucho más amplia que la de un solo país”.

Una cuestión afectiva

La nominación también ha sido “importante por una cuestión afectiva” por los amigos que tiene en España, entre los que se encuentra Chema Prado, ex director de la Filmoteca España y pareja de Marisa Paredes.

Salles opta al Goya con una película muy personal para él, ya que se trata de una historia real que conoce muy bien, y con la que traza un delicado y a la vez duro retrato del Brasil de la dictadura militar que se prolongó desde 1964 a 1985.

“Cuando narras una historia tan personal, el enfoque se concentra en intentar honrar la memoria de las personas que tuviste la suerte de conocer, y la memoria de un país durante los años traumáticos de la dictadura militar. Y también en honrar una cultura, una identidad en tránsito a lo largo de tres décadas”.

Para él, “existe una responsabilidad inherente al hecho de narrar una historia como esta” y por eso dedicó siete años a investigar, entrevistar a todas las personas involucradas en la historia y conocer hasta el más mínimo detalle para desentrañar “la geografía humana y física de los años 70, 80, 90”.

Una película que supone su regreso al cine tras 16 años de ausencia y que le ha llevado hasta el Goya, donde se enfrentará a El Jockey, de Luis Ortega (Argentina); El lugar de la otra, de Maite Alberdi (Chile); Agarrame fuerte, de Ana Guevara y Leticia Jorge (Uruguay) y Memorias de un cuerpo que arde, de Antonella Sudasassi (Costa Rica).

Y aunque prefiere no opinar sobre las películas con las que compite en cualquier premio, asegura que siempre trata de verlas todas “porque el cine solo existe en esos encuentros, en esa polifonía”.

“Me siento honrado de formar parte de un grupo de directoras y directores tan talentosos. Es un placer descubrir películas de verdad, en una época con tanto ruido y volatilidad. Hace unos meses me pidieron que escribiera sobre las películas que me marcaron en 2024 para un sitio web de cine”, dijo.

Y, añadió, “elegí hablar de A la deriva, de Jia Zhang-Ke, y de La luz que imaginamos, de Payal Kapadia, que vi en el Festival de Nueva York y me marcaron profundamente. Hoy, podría escribir también sobre las películas iberoamericanas nominadas al Goya”.

Y aunque no lo hace, sí destaca la “gran creatividad y polifonía” del actual latinoamericano pese a que “solo una pequeña parte de ese universo llega a los circuitos de distribución”.

“En Brasil, el público está volviendo a descubrir las películas en las salas, de manera colectiva. Espero que este proceso se profundice y abarque las películas provenientes de diferentes cinematografías latinoamericanas”.

Otros referentes

Destaca por ejemplo que él ha visto dos veces Recientemente vi por segunda vez Dispararon al pianista, de Fernando Trueba y Javier Mariscal, una “película extraordinaria sobre un músico y un drama político poco recordado en Brasil”.

“Una película de amor a la libertad y a la música, que me gustaría que los brasileños descubrieran como merece”, agrega el realizador de filmes como Central do Brasil (1998) o Linha de Passe (2008).

También en el sentido contrario, espera que lleguen a otras películas filmes brasileños excepcionales, como Marte Um, de Gabriel Martins y Fico te debiendo una carta del Brasil, de Carol Benjamim, ambos “de una profunda humanidad”.

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