Escenario

COBERTURA. El popular cantante se presentó este viernes en el primero de sus conciertos en la capital del país demostrando por qué es un ícono de fama mundial

Justin Timberlake en el Palacio de los Deportes: Un sueño cumplido y un show para la historia

Justin Timberlake en el Palacio de los Deportes Una de las grandes postales de su tour. (ESPECIAL FACEBOOK)

Han pasado más de dos décadas desde que Justin Timberlake irrumpió en la escena musical como solista, conquistando a millones con su talento, carisma y un dominio escénico inigualable.

Pero si había un pendiente en su carrera, era presentarse en México. Ese sueño, que él mismo confesó haber tenido desde niño, se hizo realidad la noche del 7 de febrero de 2025, cuando el Forget Tomorrow Tour aterrizó en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México, entregando uno de los espectáculos más memorables en la historia de los conciertos en el país.

Desde las primeras horas del día, la emoción se sentía en el aire. Miles de fans llegaron al recinto con pancartas, atuendos inspirados en sus icónicos looks y un hambre desbordante por ver, por primera vez en vivo, al hombre que ha marcado la banda sonora de sus vidas. La espera no fue en vano.

Antes de que Timberlake tomara el escenario, la atmósfera ya era electrizante. Andrew Hypes se encargó de prender motores con un DJ set explosivo que incluyó himnos como “We found love” de Rihanna; “Run the world (girls)” de Beyoncé y hasta “La Chona”, que hizo vibrar el lugar en una fusión inesperada con “We will rock you” de Queen.

El público ya estaba encendido, cantando y bailando como si la fiesta hubiera comenzado, pero la verdadera euforia estaba por desatarse. De pronto, en punto de las 21:30 horas, las luces se apagaron y la pantalla principal se movió. En letras gigantes, una frase apareció: “Lo que estás por vivir puede que no sea real”.

Los gritos ensordecedores marcaron la llegada de Justin Timberlake. Envuelto en un saco negro, playera blanca y gafas oscuras, el astro pisó el escenario por primera vez en México. “¡Ciudad de México, esta noche será inolvidable!”, exclamó, provocando un rugido que se sintió como un terremoto.

Desde el primer acorde, quedó claro que no sería un concierto común, sino una experiencia multisensorial que combinaba impecables coreografías, una producción audiovisual hipnótica y una banda en vivo que elevaba cada canción a otro nivel.

Justin Timberlake en el Palacio de los Deportes Demostró por qué es un showman. (Imagen de uno de sus shows en la gira) (ESPECIAL FACEBOOK)

“My love” convirtió el recinto en una pista de baile masiva, con Timberlake pidiendo al público que saltara sin parar. Y cuando llegó el turno de “Cry me a river”, la emoción se desbordó; cada nota transportó a los asistentes a los años en que esta canción dominaba las listas.

Mi español es una mierda, pero mi inglés no”, bromeó Justin en medio del show, ganándose aún más al público.

La energía subió aún más cuando, acompañado por “The Tennessee kids”, el escenario se transformó en un espectáculo digno de Las Vegas. Saxofonistas, trombones, coristas y una avalancha de luces envolvieron el venue cuando “Let the groove” transportó a todos a la era disco.

Y en “Summer love”, Timberlake twerkeó hasta el piso, presumiendo sus tenis blancos y demostrando que, a sus 43 años, sigue moviéndose como en sus días de FutureSex/LoveSounds.

Pero lo mejor estaba por venir. En “Suit & Tie”, Justin abandonó la parte central del escenario y caminó entre el público, dando la mano a fans que, entre lágrimas, no podían creer lo que estaba sucediendo.

Su llegada a una plataforma secundaria en medio del recinto permitió a todos disfrutarlo más cerca, elevando la intimidad del momento. Luego, con guitarra en mano, interpretó “Say something”, dejando que el público se hiciera cargo del coro en una comunión mágica entre artista y audiencia.

“Can’t stop the feeling” convirtió el recinto en una lluvia de globos multicolores, mientras “Sexy back” recordaba los días en que Timberlake se establecía como un ícono pop sin necesidad de NSYNC.

Justin Timberlake en el Palacio de los Deportes Mostró su cariño a México. (ESPECIAL X)

Las despedidas nunca son fáciles, y Justin lo sabía. “Muchísimas gracias por venir esta noche. Los veo hasta allá”, dijo señalando el recinto.

“Hay gente aquí que nunca me haya visto antes, ¿cierto? Gracias por seguirme por 25 o 30 años. Los amo muchísimo. Soñé con esto desde que era un niño pequeño. Gracias por hacer mi sueño realidad hoy”, dijo.

Fue entonces cuando comenzó “Mirrors” y, en el momento más icónico de la noche, Justin apareció entre la multitud con una playera que llevaba su nombre y el de la gira en colores tricolor.

Abrazó una bandera de México, la ondeó, bailó con ella y, finalmente, se hincó para besar el piso. Conmovido hasta las lágrimas, dejó que el público cantara con él, creando una imagen que quedará para siempre en la memoria de quienes presenciaron esta noche histórica.

Al final, las pantallas mostraron imágenes del backstage y momentos especiales de la producción, como si fuera un documental en tiempo real de lo que acababa de suceder.

Cuando las luces se encendieron y los fans comenzaron a salir, la sensación era unánime: acababan de presenciar algo irrepetible. Un show que no solo cumplió, sino que superó todas las expectativas.

Justin Timberlake no solo vino a México. Se llevó el corazón de todo un país.

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