El telón rojo del Teatro Metropólitan se abrió a las 20:45 horas, y el sonido de ladridos llenó el recinto. Era el anuncio perfecto para el arranque de una noche que prometía ser inolvidable para Los Daniels.
Sin preámbulos, los primeros acordes de “Deja que ladren los perros” resonaron en el teatro, desatando la euforia de un público diverso: generaciones de seguidores que han crecido con Los Daniels, desde aquellos que los descubrieron en su adolescencia hasta los que, más jóvenes, los han adoptado como parte de su propia banda sonora.
Vestidos con impecables trajes amarillos estilo dandy, Ismael Salcedo (voz), Alfonso Díaz “Poncho” (bajo), Miguel Ángel Ortiz “Miguelón” (guitarra), Rasheed Durán (batería) y David Velasco (guitarra y teclados) se postraron sobre pequeñas plataformas negras, dándole un aire casi teatral a la puesta en escena.
El repertorio comenzó fuerte con una de sus canciones más emblemáticas, seguida de un inesperado guiño al heavy metal: los riffs de “Paranoid” de Black Sabbath se hicieron presentes, dando paso a “Escaparme de aquí” y luego a “Ficción”, desatando una oleada de nostalgia y energía en los asistentes.
“Pensamos que ya no nos veríamos”, dijo Ismael, conmovido ante el lleno total del recinto. “Gracias por estar aquí y darnos vida. Gracias por apoyarnos y por seguir con nosotros después de tantos años”.
La emoción subió aún más con “Cuando su reloj falló”, una de esas piezas que, con los años, se han vuelto atemporales y que muchos no esperaban escuchar en vivo. Los Daniels supieron jugar con el factor sorpresa en este concierto titulado Híbrido, una propuesta que no solo celebró su trayectoria, sino que también exploró nuevas formas de reinterpretar su música.
Cuando la banda anunció sorpresas, no mentían. De repente, varias mujeres subieron al escenario, cada una con su respectivo instrumento, dando vida a una orquesta que se integró con el sonido crudo del rock. El resultado fue una versión sublime de “A casa”, en la que violines y flautas añadieron una atmósfera envolvente.
El concepto de Híbrido cobró todo su significado con esta fusión de sonidos. “Buscando canciones”, en formato sinfónico, se sintió como un viaje en el tiempo, un reencuentro con la secundaria, con viejas amistades y momentos que solo la música puede revivir.
Después vino “Lágrimas”, con un Ismael visiblemente conmovido: “Mis lágrimas son para ustedes”, dijo antes de que el violín tomara el protagonismo.
El clímax de esta sección llegó con “Fluir” y “Azul violeta (tu luz)”, dos temas que, como lo expresó el vocalista, reflejan la necesidad de soltar y simplemente dejarse llevar en un mundo tan caótico como el nuestro.
Para cerrar este bloque, el público fue testigo de una versión magistral de “Desesperado”, un cover de José José que, con su interpretación, Los Daniels lograron hacer suyo.
Con el telón cerrado, Miguelón tomó su guitarra y ofreció un íntimo sólo como introducción a la siguiente parte del concierto. Rasheed tomó el micrófono y, con voz entrecortada, compartió una noticia personal:
“Nuestro stage manager, ‘Viernes’, está pasando un mal momento. Ayer falleció su padre y queremos dedicarle esta canción en su honor. En lugar de silencio, queremos un aplauso para él y su familia”, dijo.
Así, la banda interpretó “Hasta las cenizas”, un tema que adquirió un significado aún más profundo en ese momento.
El ambiente siguió cargado de emoción con “Vuelvo”, “Lo sabía” y “Y vuelvo a existir”, un cierre perfecto para esta sección acústica que dejó claro que la música de Los Daniels no solo entretiene, sino que también reconforta y acompaña en las pérdidas y en los nuevos comienzos.
Pero Híbrido no solo era un reencuentro con la nostalgia. También era una fiesta, y Los Daniels se aseguraron de que así fuera. El telón volvió a abrirse, pero esta vez para revelar un espectáculo completamente distinto: un circo.
La Triciclo Circus Band hizo su entrada triunfal, transportando al público a una celebración callejera. Con máscaras, trombones, clarinetes y una energía desbordante, interpretaron “Circo”, “El viajante” y “Ya no volverás”, encendiendo al Metropólitan de una forma única.
Los Daniels regresaron al escenario con “Cuentos” y “Uno para el otro”, mientras Ismael interactuaba con el público, que no dejaba de cantar.
Para el primer encore, la banda sorprendió con “Te deseo lo mejor” y un inesperado medley que incluyó “Quisiera saber” y el clásico “My Sharona” de The Knack.
La noche estaba por terminar, pero aún quedaban emociones por vivir. El segundo encore trajo consigo “Todo se acabó” y “Really sex”, llevando la intensidad al máximo.
Uno de los momentos más memorables llegó con la interpretación de “Al más allá/rock lobster”, un homenaje a The B-52’s, con el que la banda demostró su versatilidad y amor por la música que los ha inspirado.
Finalmente, con “Te puedes matar”, Los Daniels cerraron un espectáculo que fue mucho más que un simple concierto.
Con Híbrido, la banda demostró que su esencia sigue intacta, pero que no temen reinventarse. A casi 18 años de su formación, han sabido sobreponerse a los altibajos de la industria, a cambios en su alineación y a los desafíos personales.
El Metropólitan fue testigo de un show donde la música, la emoción y la sorpresa se entrelazaron en un espectáculo sin precedentes.
Los Daniels no sólo ofrecieron una noche inolvidable, sino que reafirmaron su lugar en la escena del rock mexicano. Porque, al final del día, mientras haya alguien dispuesto a cantar con ellos, su reloj jamás fallará.