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Hagamos un breve preludio. El Brutalismo fue un movimiento que surge a mitad del Siglo XX luego de la aparición de las nuevas vanguardias que predominaron durante las primeras décadas de los 1900 y que buscaba, en la estética arquitectónica que nos compete, alejarse del embellecimiento mínimamente detallado de las estructuras.
En palabras de los arquitectos británicos Alison y Peter Smithson; era redefinir la arquitectura en un estilo “modernista”. Pero es Geddes Ulinskas quién da el punto correcto en la definición: “Si el modernismo consiste en que la arquitectura sea honesta, el Brutalismo consiste en que la arquitectura sea brutalmente honesta”.
A México llegó en los años sesenta para establecerse, como tal, en una camada de arquitectos que la recibieron no solo con buenos ojos sino aportando cada uno su propia visión para establecer un estilo personal y nacionalista como puede verse en la estructura del Colegio Militar, obra de Agustín Hernández o la sede central del Fondo de Cultura Económica y el Colegio de México de Teodoro González de León por mencionar solo tres ejemplos.
Listo, entremos ya en la brutal materia cinematográfica.
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¿EXISTE MEJOR DESCRIPCIÓN DE UN CUBO QUE LA DE SU CONSTRUCCIÓN?
El brutalista, del director estadounidense Brady Corbet, tiene varias aristas en la presentación de una historia que gira alrededor del personaje László Tóth, un arquitecto judío que sobrevive a la 2da Guerra Mundial y que después escapa del régimen comunista impuesto en Hungría hacia los Estados Unidos en la década de los años cincuenta.
Este es, de inició, el primer gran tema que aborda Corbet: La oleada de refugiados e inmigrantes que huían de la Europa comunista en pos del “sueño americano” de libertad capitalista en la era Eisenhower donde, curiosamente, no todos los ciudadanos gozaban de esa supuesta bonanza económica como resultado de una estabilidad laboral.
Una brecha abierta entre la clase trabajadora y sobreviviente del día a día donde, por supuesto, llega todo el inmigrante para abrirse un camino laboral; y por otro lado, la clase privilegiada que goza en sus fábricas y empresas de mano de obra barata para seguir acumulando riquezas teniendo como pretexto el progreso nacional para beneficio propio.
Es decir, la desaforada voracidad capitalista amparada, en el caso específico de esta película, en la búsqueda artística de un legado que oculte los oscuros métodos que se utilizaron para conseguir dicha riqueza.
Así nos es presentado el personaje de László Tóth; como un ejemplo de todos los inmigrantes que llegaron a los Estados Unidos en esa década y que permite, a su vez, mostrar la situación del pueblo judío y como eran las redes de ayuda entre ellos para consolidarse como una poderosa y boyante comunidad que logra, como vemos en la película, la creación del estado israelí. Siendo toda esta historia, contada en paralelo, otro de los ángulos narrativos de Corbet.
Y, por último, la tercera y a mi parecer más importante historia que presenta la película y que da nombre a la película; el movimiento Brutalista y como se establece en los Estados Unidos.
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CONOCER Y COMPRENDER SU NATURALEZA Y LOS FINES PARA LOS QUE LOS CONSTRUIMOS
A partir del descubrimiento de la genialidad de László Tóth como arquitecto, diseñador y artista; Corbet nos muestra el ascenso de quien resiste, al igual que muchos otros en una situación de clase obrera, los embates de la escasez, la falta de oportunidades dignas al talento y la frustración para lograr sobresalir del común gracias a una combinación de resiliencia, fortaleza y aprovechar las escasas oportunidades que la vida presenta en variadas formas.
Y en este caso, László representa a toda una generación de artistas que plasmaron sus ideologías y esperanzas primeramente a lápiz y carboncillo para luego crear la belleza de sus formas en concreto y acero para que trasciendan el tiempo una vez establecido en el horizonte visual del planeta durante el tiempo que reste de su existencia.
Y por supuesto que representa también la caída del individuo en sus diversas formas como resultado de una dolorosa soledad, de una esperanza sostenida apenas con un impulso emocional y de arrebatos de soberbia incontrolada disfrazados de genialidad.
Es aquí donde hay que resaltar el trabajo interpretativo de Adrien Brody quien se sumerge en cuerpo y alma a László Tóth para desaparecer en pantalla y permitirnos acompañarlo en todo ese camino que lo lleva en un constante ciclo de ida y vuelta al infierno y el paraíso durante toda la película.
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LAS LEYES INHERENTES DE COSAS CONCRETAS COMO LAS MONTAÑAS Y LAS ROCAS
Una película que cuenta con la sólida base de un guión, escrito por Mona Fastvold y el mismo Corbet, que permite a cada uno de sus intérpretes desarrollarse y evolucionar a la par de la historia sin caer en lugares comunes ni situaciones previsibles además de dejar que la historia fluya de forma natural y sin que se sienta el correr de las más de tres horas, con todo e intermedio, que dura la misma.
Intermedio que, por cierto, cierra el primer acto sin dejar nada suelto y abre de forma natural la evolución de lo que László y nosotros como acompañantes, dejamos atrás.
Por eso no solo la actuación de Brody es impecable y digna de cualquier cantidad de premios que reciba. Corbet cobijo al actor con un elenco que sostuvo en todo momento la narrativa alrededor del ascenso y descenso de László destacando las actuaciones de Felicity Jones como Erzsébet Tóth, la esposa y ancla de László y, en uno de sus mejores papeles, Guy Pearce como el acaudalado Van Buren.
Además de contar con una fotografía grandilocuente de claros y oscuros que reflejan, al igual que la luz y las sombras en los edificios mostrados en pantalla, todo el peso de las sensaciones de László y que enmarcan el extraordinario “giro de tuerca” que se presenta durante el discurso final al término de la película.
CUALQUIERA DE MIS PROYECTOS VAN A SOBREVIVIR INCLUSO A LAS CIUDADES
En resumen; El brutalista habla de la fortaleza de espíritu del individuo teniendo como metáfora la construcción y sobriedad de las edificaciones que soportan la erosión y el paso del tiempo.
Una película que centra en un solo personaje varias líneas argumentales sin perder la narrativa ni la continuidad de las diferentes situaciones que va presentando el guión gracias a la brillante dirección de Brady Corbet quién dota a la película de una sólida épica cinematográfica respecto al movimiento Brutalista y el arte en general.