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El joven cineasta José Eduardo Castilla continúa con su compromiso hacia la comedia en su más reciente cortometraje, Levantamuertos, donde el cine de ficheras y el espíritu cumbiero se juntan para debutar en la nueva edición del Festival de Cine de Rotterdam en la sección Short and Middle Lenght.
La historia se centra en el reencuentro entre Chuy, un solitario embalsamador con una gran pasión por la cumbia y el don de hablar con los muertos, y Kevin, el bully que hizo miserable su infancia; cuando el cadáver de Kevin, ahora un ferviente católico, llega a la morgue de Chuy, ambos se lanzan en un viaje en carretera con el objetivo de recuperar una fuerte cantidad de dinero que Kevin supuestamente ocultó antes de morir.
En Crónica Escenario charlamos con él sobre la relevancia de la cultura popular, la comedia y otros aspectos interesantes de este proyecto: “De una u otra manera es igual de personal que Aguacuario”, comenzó rememorando Castilla.
“Es un guión que incluso empecé a escribir hace mucho tiempo, no quedó tan bien y decidí ponerlo en pausa y hace un par de años lo retomé. Pero en un inicio partió de dos cosas muy específicas que me estaban pasando en la vida. Una era mi miedo a la muerte, ya que estaba lidiando con eso y el proceso de todo. Así que quise hacer algo donde se abordara la muerte de una manera no solemne o desde un lado súper negativo”, añadió.
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LA NECESIDAD DE LA COMEDIA
Es por ello que, desde la vena cómica que le encanta, el joven cineasta crea su Levantamuertos. “En la vida real muchas veces se ve desde otro lado. En los funerales la gente hace chistes, se celebra al difunto cuando muere, se le hacen fiestas”, comentó.
“Ese tipo de situaciones me empezó a gustar mucho, y fue muy bonito porque en el proceso de hacer este corto terminé enfrentando un poco ese miedo a la muerte. Luego descubrimos la cumbia así como varios elementos que se volvieron muy importantes para la historia y el humor, sobre todo, pues teníamos muy claro que queríamos abordar la comedia negra”, añadió.
Aunque la idea general estaba presente, fue con una noticia que el relato se complementó en buena forma. “Unas personas subieron a sus abuelitos muertos a su coche para regresárselo a su pueblo de origen porque era un pedo de burocracia enorme tener que lidiar para transportar el cuerpo y eso me parecía una imagen poderosísima”, dijo.
“Tener a un cuerpo en un coche y llevarlo en un road trip en carretera. A partir de ahí fuimos construyendo todo, dotándolo de cierto realismo mágico, que siempre me había gustado y que quería indagar. Y el resultado fue esta locura”, expresó.
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APRENDER A COMUNICARSE CON LOS MUERTOS
Una parte llamativa de Levantamuertos es el usar la mirada como manera de comunicarse con los muertos. “Estábamos buscando una manera de cómo iba a funcionar el poder de Chuy, el embalsamador, hasta que llegamos a esta cuestión de un interruptor”, sumó.
“Pensamos que estaría muy chido y fue a partir de la relación de bullying que estos dos personajes tenían que encontramos una manera en que, en la muerte, él tuviera el poder y el rol se cambiara y ahora es el embalsamador el que tiene esa fuerza”, afirmó Castilla.
El cineasta reflexionó sobre su propuesta: “Los ojos son como un interruptor de luz. Y nos pareció muy lindo que su poder funcionara así, prendiendo y apagándolo, como si fuera un celular o una cámara. Y sobre todo que fuera solo con la mirada que transmitiera tanto”, dijo.
“Hablando con Vitter Leija, que hace del muerto, estuvimos trabajando muchísimo pero él tiene una cosa expresiva muy cabrona. Fue un proceso como súper lindo el tener que imaginar cómo es la fisicalidad de un fallecido, conociendo primero la realidad y después poder salirnos de ella”, agregó el cineasta.
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INFLUENCIAS DE COMEDIA NEGRA
Al hablar de viajes con muertos, no podemos evitar una de las más obvias referencias que, de hecho, fue una de las bases para Levantamuertos y el inicio de esta comedia negra.
“Weekend at Bernie’s (1989) la vimos todos los actores juntos. Después de la cuestión de los ojos era decidir cómo el cuerpo se va a ir transformando. De inicio, pareciera que es una voz en off pero realmente el actor estaba hablando todo el tiempo con la boca cerrada. Me gustaba también esa imperfección que creaba. Quería agarrar ese tipo de situaciones y darles una progresión dramática”, comentó.
“Por eso, al final, cuando están despidiéndose, muy sutilmente el muerto sonríe y es una cosa que no mucha gente nota porque es muy sutil”, detalló José Eduardo.
“Eso significa que Chuy le está dando una nueva oportunidad a través de su don que en algún momento nada más lo estuvo ocupando para robarles las cosas y para su conveniencia. Pero de repente le terminó resignificando la vida a un güey y le terminó dando otra visión a su muerte. Ese era el viaje que queríamos acompañar como con la fisicalidad del muerto”, añadió.
El también guionista del corto no teme también el poder reírse de la religión. “Crecí en un ambiente muy conservador con esa ideología muy presente. Y había muchas cosas que me parecían muy raras”, expresó.
“Por ejemplo, esto de la redención me parecía muy fuerte esto de que te podías nada más disculpar el último día de tu vida y ya todas las cosas que hiciste se eliminan. Quería indagar en eso, no de forma prejuiciosa ni desde una superioridad moral, sino como una cuestión como genuinamente curiosa y un poco burlarnos de esas incoherencias”, explicó.
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LYN MAY Y EL HOMENAJE AL CINE DE FICHERAS
Pero si hay algo que forma parte clave del ADN del filme es, sin duda, el cine de ficheras, representado de buena forma por Lyn May.
“Las películas de ficheras fueron una referencia súper importante desde el inicio. Nos gustaba mucho este humor súper pícaro y medio incorrecto, así como el cine serie b y toda esta corriente independiente que siempre me ha gustado mucho porque creo que te ofrece la libertad de hacer cosas que otros no se atreven. Ya sea en lo narrativo, estético y en cómo se arriesgan a cosas súper transgresivas”, manifestó Castilla.
“Al momento de definir la estética del corto con el fotógrafo y el diseñador de producción, nos dimos cuenta que esta era una historia sucia, medio imperfecta, medio decadente. Aparte de que surgió la oportunidad de filmarlo en 16 milímetros, la tomamos porque no sabíamos si lo íbamos a poder hacer después”, sumó.
“Así que reventamos el grano y tomamos muchas decisiones desde la iluminación para darle esa estética medio cutre, pero también bromeábamos en que estábamos creando el realismo cumbiero”, agregó el cineasta.
APRENDER A RECONOCER LA CULTURA POPULAR
Y es que, para José Eduardo, es importante recordar y reconocer a la cultura popular mexicana con ese cine y, cómo con, con los sonideros mismos. “De repente, pareciera que hacer un drama contemplativo es una forma de arte superior a una película de chistes, pero creo que la comedia puede hablar de cosas súper importantes, muy presentes y puede tener un discurso súper fuerte”, comentó.
“Algo así pasa con el cine de ficheras o los sonideros, que de repente no tienen la validación blanca y no se les da lugar. Y la cumbia, la salsa, los sonideros, son respuestas políticas y culturales de circunstancias y contextos”, aseveró.
“Esa es la respuesta de la gente para apropiarse de las cosas. Los sonideros surgen a partir de que a la gente de la clase baja no la dejaban entrar a los clubs y a los centros nocturnos”, siguió.
“Entonces la gente decidió apropiarse de la calle y hacer ahí sus propios espacios y hacer sus propias fiestas que además resultan súper inclusivos, donde se puede hablar de un montón de cosas. Y a mí eso me encanta de la cultura sonidera y de la cumbia, que además acompañaba de una manera muy linda la historia y esta ocasión de redención y de amistad que buscaba narrar”, acotó el cineasta.
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LYN MAY Y OTRAS CONEXIONES
Curiosamente, la inclusión de Lyn May fue una cereza inesperada de un Levantamuertos bien cocinado. “Fue muy loco, era un personaje que a mí me estaba costando mucho pensar en quién podía interpretarlo porque quería una actriz grande, pero al mismo tiempo es un rol complicado porque implica ciertas cosas”, comentó.
“Fueron mis productoras las que me la propusieron pero no me parecía que era una posibilidad. Pero a la semana llegaron con su WhatsApp, le escribí, aceptó y la neta le agradezco mucho. Fue súper bondadosa desde el inicio, tuvo una predisposición todo el tiempo desde que le conté la historia y a ella le gusta mucho apoyar a los nuevos cineastas”, complementó.
Finalmente, Castilla habló de sus películas favoritas del tiempo de las ficheras que, definitivamente, fueron influencias para esta sexy comedia de muertos y cumbias.
“Una que vimos varias veces fue Tivoli (1974). Le agarré justo mucho cariño para esto. Hay otra peli de esa época que se llama Llámenme Mike (1979) que a mí me fascina, sobre un güey que pierde la memoria y se vuelve un detective y es increíble”, dijo.
“Y hay otra que se llama En un motel nadie duerme (1989), que también es muy buena y se trata de unos tipos que se quedan encerrados en un motel porque piensan que hay una enfermedad, entonces no los dejan salir y están todos con sus amantes y hay un montón de enredos”, concluyó.