Escenario

CORTE Y QUEDA. El cineasta Igor Voloshin busca aprovechar el fenómeno de Wicked y el renacimiento del cuento El maravilloso Mago de Oz para adaptar en dos partes la aventura de Dorothy

‘El maravilloso Mago de Oz’: El acercamiento a un clásico que los hará soñar

Fotograma de 'El maravilloso Mago de Oz' (CORTESÍA)

El cine ruso comercial se ha dedicado a aprovechar la corriente de las modas y éxitos internacionales, sobre todo los hechos en Hollywood, para crear sus propias miradas sobre historias similares.

Tal fue el caso de Chernobil: La película (2021), en respuesta a la serie de HBO basada en la novela testimonial de Svetlana Alexievich, Voces de Chernóbil, o su propia libre creación de un cuarteto de superhéroes en Guardianes (2017), dejando al Capitán América de lado para crear su propio universo de metahumanos, por citar algunos ejemplos.

Ahora toca el turno de una de las historias más amadas por varias generaciones de niños. Escrito originalmente por el neoyorquino L. Frank Baum en 1900, el cineasta Igor Voloshin (I Am, Oderzhimaya) busca aprovechar el fenómeno de Wicked (Jon M Chu, 2024) y el renacimiento del cuento El maravilloso Mago de Oz para adaptar en dos partes la aventura de Dorothy en este mundo mágico al que llegó por culpa de un tornado mágico y en el que tendrá la dificil misión de caminar por el camino amarillo para pedirle ayuda al único e inigualable Mago de Oz que reside en Ciudad Esmeralda.

No se puede cuestionar que una de las principales fortalezas de la cinta rusa es su diseño de producción. Si bien es mucho más austero que el creado para el clásico musical de 1939 con Judy Garland como estrella, lo hecho por los rusos es interesante, pues llevan esta aventura hacia un paraje diferente del que la historia original de Baum plantea, misma que circundaba en paisajes y lugares que formaban parte de la geografía estadounidense y que ahora los lleva por páramos mucho más similares, irónicamente, a la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson, pero respetando la obra rusa original.

Y es que Voloshin junto al guión de Timofei Dekin y Roman Nepomnyashchiy, toman como base la reinventada narrativa de 1939 escrita por Alexander Melentyevich Volkov, en la que hay cambios notorios a la mirada original de Baum que se respetan en esta adaptación cinematográfica.

Una de ellas es el hecho de que Toto, el pequeño perro de Dorothy, adquiere la capacidad de hablar, algo que no sucedía en la original y siendo el cambio más significativo para los amantes del relato original.

Otro punto interesante resulta en que esta es la segunda adaptación del texto de Volkov, siendo la primera lanzada en 1994 dirigida por el venerado artista nacido en Tbilisi, Georgia, Pavel Arsenov.

Sin embargo, esta nueva versión aprovecha todos los recursos que la tecnología ha dado, especialmente los efectos especiales y visuales para ayudar a la fantástica creación de sus personajes, otro de los fuertes de esta cinta.

Es curioso ver el diseño de cada uno de los acompañantes de la heroína del relato, misma que también sufre una modernización al depender por completo de su celular, haciéndola “poco auténtica” y metiéndose siempre en problemas al tomar las peores decisiones como influencer. Pero al encontrarse con El Espantapájaros, un regordete adorable cuyas expresiones cambian como si fueran dibujadas con un crayón, es bastante atractiva para los niños.

Ni qué decir del Leñador de Hojalata, mismo que refuerza ciertos detalles pero que sí es creado con el apoyo del actor Yuri Kolokolnikov, que le brinda una sencillez a su espasmódico rol que, constantemente, tiene que lidiar con el óxido de sus extremidad.

Y para cerrar, una gran animación en CGI del León Cobarde, que deja de lado el excesivo realismo de cintas como Mufasa (Jenkins, 2024) para dotarlo de una expresividad caricaturesca pero también tierna a aquel que busca encontrar una pizca de valor. Ellos terminar de formar un grupo que, como en la versión de Baum, es motivado a seguir el camino amarillo para cumplir sus propios deseos.

A pesar de esos aciertos a nivel de producción y cierta fidelidad en la adaptación, El Maravilloso Mago de Oz no está exento de ciertos problemas en el ritmo de su narrativa, misma que se puede volver bastante pesada para el público adulto debido.

A pesar de tener sus momentos de aventura, es innegable que el paso de esta Dorothy es un tanto cansino. Además de que el relato no está exento de un par de situaciones que parecen casi de propaganda comunista rusa, como cierto episodio en un campo de amapolas rojo donde se resalta la fuerza del proletariado.

Asimismo, la musicalización parece carecer de una identidad propia para el filme. Aunque la partitura de Nikolay Rostov resulta efectiva, por momentos parece alimentarse de lo hecho por Howard Shore en la trilogía de El Señor de los Anillos, algo que puede resultar un distractor en el acompañamiento de ciertas secuencias.

Con todo y esos ligeros detalles, El Maravilloso Mago de Oz cumple con un principal propósito: entretener a los niños, quienes ignorarán todo el factor técnico del filme y se sentirán cautivados por los personajes y los dilemas que lleguen a enfrentar, obsequiándoles una nueva aproximación de un clásico cuento que, sin duda, los hará soñar.

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