Escenario

COBERTURA. La figura brasileña se puso a la orden de Gabriel Mascaro en un filme que ha cautivado en la competencia por el Oso de Oro

Denise Weinberg, la gran dama del teatro brasileño, conquista la Berlinale con ‘O último azul’

El cineasta Gabriel Mascaro y la actriz Denise Weinberg (EFE/EPA/HANNIBAL HANSCHKE/EFE)

Denise Weinberg, la gran dama de teatro brasileño, fue hoy la sorpresa de la Berlinale con su gran interpretación en O último azul, el filme con el que el Gabriel Mascaro compite por el Oso de Oro con una historia “sobre la capacidad de soñar se cual sea tu edad”, en palabras del realizador.

“Quería enfocarme en el cuerpo de las personas mayores y rodar una película sobre el presente”, explicó Mascaro en rueda de prensa sobre una película cargada de poesía que se desarrolla en la región amazónica brasileña y en la que el Gobierno ha decidido mandar a todos los mayores de 75 años a algo llamado ‘colonias’, con la falsa promesa de ayudar a los ancianos y sus familias.

La protagonista es Tereza, una mujer de 77 años a la que quieren llevar a la fuerza a una de esas colonias cuando ella lo que quiere es volar porque nunca en su vida ha cogido un avión.

La actriz se mostró igual de luchadora ante la prensa que su personaje en el filme. “No voy a quedarme sentada en una mecedora haciendo crochet”, afirmó convencida, antes de apuntar que para ella el filme es sobre la “elección de cómo quieres envejecer”.

“Los científicos dicen que empiezas a envejecer cuando pierdes la curiosidad”, afirmó Weinberg, que no quiso mostrar en la película a una mujer “vieja y frágil, sino todo lo contrario”. El objetivo de ella y de Mascaro era demostrar “que el envejecimiento no es una parálisis, que envejecer puede ser algo bueno”.

Se puede envejecer “con energía, con curiosidad, con sensualidad... Solemos ver la vejez como si la persona estuviera acabándose y no es así”.

Una opinión compartida por Rodrigo Santoro, que tiene un pequeño pero esencial papel en la película. “Voy a cumplir 50 años en agosto, veo el tiempo pasar, soy consciente, pero vivimos en una sociedad que destaca a la gente en función de sus productividad”, algo que no debería pasar y eso es lo que critica la película, que lo pretende es poner en valor “a los seres humanos, sin importar cuál sea su edad”.

“La película aborda varias cuestiones contemporáneas, como el desplazamiento de personas, grupos y etnias, así como el desplazamiento forzado de sus hogares y viviendas en nombre de un plan de Estado”, explicó el actor, conocido por sus papeles en títulos como 300, Love actually o la serie Pérdidos (Lost).

Porque la historia se desarrolla en una pequeña localidad del Amazonas en la que la industrialización está muy presente y en la que los nativos de la zona se buscan la vida como pueden, como es el caso del personaje de Santoro, que se dedica al contrabando con un viejo barco.

Es solo uno de los personajes con los que se va encontrando Tereza en su huida de un futuro impuesto que no le gusta. Otra es una divertida mujer cubana que se dedica a predicar la Biblia con otro barco en el río y que acoge con mucha alegría una nueva compañera de viaje.

Miriam Socarrás, la actriz que la interpreta, resaltó en rueda de prensa la felicidad que le supuso que a sus 83 años le ofrecieran un papel como este, tan atractivo, y que además fuera desde otro país.

Y aseguró que durante el rodaje se sintió como en casa porque su personaje se parece a ella, “una mujer vieja, que tiene sueños y a la que le gusta el alcohol”.

Pero lo que más le sedujo fue la gente que conoció, “personas que viven en casitas en el agua, que están regando las plantas, y niños que son felices (...). He sentido en la Amazonía un mundo tan distante, como paralelo al que vivimos, es como otro tiempo, eso me va a quedar en la memoria para toda la vida”.

Esa imagen de la Amazonía que refleja el filme es algo muy pensado, como reconoció Mascaro. “Cuando la gente piensa en Brasil y en el Amazonas tiene una imagen idealizada y quería rodar una película que trate de los estereotipos del Amazonas, mostrar un Amazonas contemporáneo que se juega en las contradicciones”.

E introdujo además elementos de realismo mágico para demostrar que Brasil es un país enorme, del tamaño del continente, lleno de imaginación y fantasía, con mucha diversidad de seres humanos.

Brasil, junto con su política, fue duramente atacado durante el gobierno de Bolsonaro, pero hemos podido superar ese gobierno. Brasil ha vuelto a latir para el mundo, se ha liberado de esa atrofia de cuatro años y podemos volver a ser lo que fuimos, a desear más, a dialogar más con el mundo” y a contribuir más “a la cultura mundial”.

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