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Hanna Schygulla nació en una región dividida y su madre le puso ese nombre por una amiga judía fallecida durante la guerra, pero le quitó la ‘h’ final por miedo. Por todo lo que vivido, la veterana actriz alemana se considera con derecho a opinar sobre el auge de los nacionalismos en su país: “la catástrofe está cerca”, afirmó en la Berlinale.
Musa de Rainer Werner Fassbinder y nombre esencial del cine europeo de los setenta y ochenta, la actriz participa en el filme Yunan, de Ameer Fakher Eldin, presentado este miércoles en la competición del Festival de Berlín y que se centra en la vida de un exiliado árabe en Alemania, en crisis por la lejanía de su hogar.
Algo que cada vez está más presente en el mundo de hoy, se lamentó Schygulla. “Tenemos que dejar de una vez por todas esta cuestión nacionalista”, dijo la actriz en una rueda de prensa.
“Tenemos a las peores personas posibles a cargo del mundo, me siento bastante impotente, pero la vida es movimiento, puede que en algún momento se vayan”, señaló esperanzada.
Recordó que su madre le hablaba mucho de “ese muy oscuro capítulo de la historia de Alemania” provocado por los sentimientos nacionalistas y dijo que si se ahonda lo suficiente en los antepasados de cualquier persona, “siempre hay mezclas”.
Por eso criticó las declaraciones hechas este miércoles por la líder de la ultraderecha alemana y candidata en las elecciones de este domingo, Alice Weidel, en las que abogó por expulsar a todos los inmigrantes violentos.
“No es justo, la violencia está en todas partes, no solo en los inmigrantes”, exclamó la actriz, que recordó que las cuestiones de identificación nacional siempre han provocado problemas, guerra y miseria mediante las mentiras y la manipulación. “Tenemos que estar preparados para levantarnos”, alertó.
Las palabras de Schygulla fueron aplaudidas en la rueda de prensa y refrendadas por el realizador, Ameer Fakher Eldin, sirio nacido en Ucrania y residente en Alemania.
“¿Cuántas fronteras debemos cruzar para estar en casa?”, se preguntó parafraseando un texto de una película de Theo Angelopoulos.
Y agregó que para tener dos hogares hay que decidir “si continuamos considerando a los extranjeros como amenazas o aceptamos a los demás sin etiquetarlos”.
Eso es lo que ha querido reflejar con Yunan, una película en la que explora su experiencia en los diferentes territorios en los que ha vivido y cómo siempre ha fantaseado mucho con la idea de un hogar en el que nunca ha estado.
Para el papel protagonista el realizador eligió al libanés Georges Khabbaz, que también habló de esa sensación de sentirse extranjero en su propio país debido a las continuas crisis y conflictos.
Khabaz, que no habla ni una palabra de alemán, leyó el guión en francés y luego recibió una segunda copia en alemán, que era una especie de ejercicio para que empezara a sentirse como un extraño, al igual que su personaje, Munir.
“Ser capaz de ser un extranjero con el lenguaje y con la gente me ayudó mucho a interpretar mejor a Munir”, explicó el actor, que aseguró que rodar esta película, con muy pocos diálogos, fue una experiencia “extraordinaria” que le ha enriquecido culturalmente.
Munir es un exiliado árabe en Alemania, inmerso en una profunda depresión debido a la lejanía de su familia y de su hogar. Y decide viajar a una remota isla con un clima extremo, donde conoce a Valeska (Schygulla), una mujer que regenta una pequeña casa de huéspedes y con la que entabla una relación llena de silencios y de comprensiones.
Una película que es la segunda de una trilogía que comenzó con Al Garib (2022). Si la primera exploraba la nostalgia del pasado, la segunda se enfoca más hacia el futuro y el director no quiso revelar nada sobre la tercera, que ya está preparando.