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Ocho años después de que una investigación periodística descubriera el fraude Cum-Ex de más 146 mil millones de euros a las Haciendas de varios países europeos, la serie Other people’s money, que se estrenó el pasado jueves en la Berlinale, cuenta con ironía y humor lo que pasó para que un centenar de bancos se vieran implicados.
Un caso que tuvo menos eco del que debería haber tenido dada la envergadura del fraude, según señala a EFE el creador y guionista de la serie, Jan Schomburg, que cree que se debe a que “hay gente muy rica que intenta impedir que la gente lea sobre ello” y a que se ha generado confusión para hacerlo incomprensible.
Por eso con la serie, que se compone de ocho episodios, intenta demostrar “que sí, que cuando se trata de detalles, es muy complicado, pero que en general es bastante fácil de entender”.
Un acuerdo Cum-Ex consiste en pagar un impuesto, obtener su reembolso dos veces y afirmar que es legal. Con esa premisa, en la serie un abogado fiscal y su jefe amplían ese plan a inversores privados alemanas y desarrollan una red global de bancos, abogados e inversores que roba miles de millones de euros a los ciudadanos europeos.
Lo más sorprendente, según Schomburg, es que es “bastante fácil evitar que esto suceda”. Estados Unidos y Suiza, por ejemplo, se dieron cuenta rápidamente de lo que estaba pasando y simplemente promulgaron leyes para impedirlo.
“Muchos países de Europa no lo hicieron y para mí es muy irritante que no lo hayan hecho. Especialmente ahora que todo el mundo habla de que la migración es un problema enorme y necesitamos otras leyes. Creo que tal vez deberías empezar con las leyes bancarias y eso nos ahorraría miles de millones de euros”.
Esa falta de obstáculos para el fraude queda muy bien reflejada en una producción cuya base es totalmente real, pero que es pura ficción en la puesta en escena de lo que ocurrió.
Eso ha permitido a Schomburg junto a los coguionistas -Astrid Øye y Pål Sletaune- construir una serie que es un delirio absoluto porque retrata a los responsables del fraude no solo como unos delincuentes si no como unos perfectos inútiles desde el punto de vista humano y social.
Algo que no está lejos de la realidad, comenta el creador entre risas, aunque han tenido que exagerar las partes de ficción para no tener problemas legales al contar un caso que aún está en proceso judicial.
“Para mí era muy importante darle a la gente la oportunidad de entender realmente qué es esto y las estructuras que están detrás. Y al mismo tiempo, involucrarse emocionalmente en los personajes que son interesantes”. De ahí el retrato más bien indulgente y absurdo que hacen de los estafadores.
Un caso que afectó especialmente a Alemania y en el que se vio envuelto el canciller Olaf Scholz, que ha tenido que declarar como testigo por la parte de la investigación que afecta a bancos de Hamburgo cuando él era alcalde de la ciudad.
La serie, que se desarrolla hasta el comienzo del primer juicio, se estrenará en Alemania y Dinamarca tras su proyección en la Berlinale y su creador espera que pueda llegar a todos los mercados europeos.