
Andrés Obregón marcó el cierre de su gira en el Pepsi Center el pasado sábado en la CDMX después de recorrer Guadalajara y Monterrey, comenzando a destacar como una de las figuras emergentes de la escena pop romántica de nuestro país.
Desde los 10 años descubrió su amor por la música y comenzó a tocar instrumentos en su tierra natal en León, Guanajuato, desde ese momento no ha dejado de buscar su propia marca y compartir su talento con sus fans.
Como telonera tuvo a Marilia Monzón, quien se ha ganado reconocimiento poco a poco a través de redes sociales y sigue incursionando en la industria musical, su propuesta artista combina sonidos contemporáneos con influencias folclóricas.
Una vez que acabó su presentación, Andrés Obregón apareció con su guitarra acústica en mano, listo para entregar una noche inolvidable. Desde los primeros acordes, quedó claro por qué ha logrado conectar con tantos seguidores.
Su setlist abarcó diferentes etapas de su carrera, reflejando su crecimiento como artista y compositor. Inició con uno de los momentos más emotivos de la noche llegó con “La leyenda”, acompañada de una proyección de imágenes en memoria de personas fallecidas, homenaje que tocó la fibra sensible de los asistentes.
El concierto avanzó con temas como “Alguien más”, “Mirarte más” y “¿Quién soy?”, canciones que el público coreó con entusiasmo. Obregón se mostró cercano, interactuando constantemente con sus seguidores y hasta brindando con un shot de mezcal que se ha vuelto parte de su sello en el que el público lo invita a tomárselo de fondo.
La presentación tuvo una transición natural entre momentos conmovedores y otros más introspectivos. “Lágrimas cayendo”, que fue interpretada solamente al piano marcó un punto de inflexión con una interpretación conmovedora por parte del leonés.
“Hay historias que duelen, vale la pena recordar”, comentó el cantautor antes de comenzar la canción, subrayando el peso emocional de sus letras. En varios momentos, recordó sus inicios y destacó cómo aquellos conciertos alrededor de una fogata definieron su manera de entender la música: un acto de cercanía, honestidad y conexión genuina.
El setlist continuó con “¿A dónde vas?” y “Tal vez me leas”, canciones que evocaron la nostalgia y la reflexión tras una relación. El público, entregado, acompañó cada verso, reflejando la manera en que la música de Obregón logra tocar corazones.
Luego, con “Sin maquillar”, el concierto retomó un tono más romántico, mostrando otra faceta del artista pero sin perder la sensación de estar rodeándolo alrededor de una fogata, sintiendo cada acorde y letra.
Antes de interpretar “La casa de mis papás”, Obregón compartió una reflexión sobre lo importante que son los espacios que alguna vez sentimos seguros y cómo, al irnos, entendemos su verdadero valor. Para sorpresa de todos, invitó a Los Rumberos al escenario para interpretar “Igual me aviento”, inyectando una dosis de energía y complicidad a la noche.
El concierto cerró con “Mar y bosque”, su sencillo más exitoso hasta la fecha, dejando a la audiencia con una mezcla de emoción y gratitud. Con esta última presentación de la gira, Andrés Obregón reafirmó su posición en la industria como un artista en ascenso, combinando talento, carisma y autenticidad en cada interpretación. Con millones de reproducciones en Spotify y YouTube, su impacto sigue creciendo, consolidándose como una de las promesas más sólidas del pop romántico actual.