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La Santa Cecilia, la exitosa banda de cumbia, bolero y música mexicana, brindó una noche inolvidable en el Teatro Metropólitan de la Ciudad de México.
El espectáculo, que comenzó puntualmente a las 20:45 horas, arrancó con la contagiante energía de “Quiero verte feliz”, una canción que cautivó al público desde los primeros acordes y marcó el tono de una velada llena de emoción. Los asistentes no tardaron en rendirse ante la magia de la banda, comenzando a corear y bailar al ritmo de la música.
A lo largo del concierto, La Santa Cecilia ofreció una mezcla de sus más grandes éxitos, entre los que destacaron “Amar y vivir”, “Me estoy volviendo loca” y “Como Dios manda”.
Cada tema fue acompañado de una energía desbordante, donde el público no dejó de cantar y moverse al compás de los ritmos tropicales y mexicanos que caracterizan a la banda. La conexión entre los músicos y los asistentes era palpable en cada momento, con una atmósfera de fiesta y celebración que envolvía al auditorio.
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Una de las partes más emotivas de la noche fue cuando, antes de interpretar “Ice”, los integrantes de La Santa Cecilia hicieron una declaración poderosa sobre la situación de los migrantes en Estados Unidos.
“Somos mexicanos viviendo en Estados Unidos, chicanos, pochos, orgullosamente hijos de padres inmigrantes. Nosotros elegimos, como músicos, usar el amor, usar la música para abrazarnos y seguir luchando para seguir adelante. Todos merecemos vivir una vida en paz y con dignidad”, comentó la cantante Marisoul, dejando en claro su postura a favor de la igualdad y el respeto a los derechos humanos.
Este mensaje fue recibido con un fuerte aplauso por parte del público, que compartía el mismo sentimiento de apoyo hacia la causa.
El clímax de la noche llegó cuando la banda comenzó a interpretar “La negra”, uno de sus éxitos más queridos. En cuanto los primeros acordes resonaron en el teatro, la audiencia estalló en un aplauso ensordecedor, poniéndose de pie de inmediato.
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La energía fue tan contagiosa que todos en el auditorio comenzaron a cantar y bailar, creando una atmósfera de júbilo indescriptible.
Las luces y los ritmos de la cumbia invadieron el lugar, y lo que parecía ser un concierto se convirtió en una verdadera fiesta colectiva. La Santa Cecilia logró lo que pocos logran: hacer que el público se olvidara de todo y se entregara completamente a la música.
Lo más sorprendente de este momento fue que, tras la última nota de “La negra”, el público no se movió. Nadie se sentó, todos seguían de pie, dispuestos a continuar disfrutando de la fiesta.
Los asistentes continuaron bailando al ritmo de la cumbia, como si el concierto no hubiera terminado, y La Santa Cecilia, con una sonrisa cómplice, dejó que la música hablara por sí sola, alargando ese momento mágico de conexión con el público.
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Al finalizar el espectáculo, como un gesto de agradecimiento, los músicos comenzaron a regalar girasoles entre los asistentes, un símbolo de amor y gratitud. La escena de las flores volando entre el público reflejaba la calidez de la banda y el cariño que siempre han mostrado hacia quienes los apoyan.
La noche culminó con una sensación de unión y esperanza, dejando claro por qué La Santa Cecilia sigue siendo una de las bandas más queridas de la música mexicana, no solo por su talento, sino también por su firme postura en defensa de los derechos humanos y su capacidad para crear una conexión tan profunda con su público.
El Teatro Metropólitan se llenó de risas, baile y recuerdos inolvidables, cerrando así una noche en la que la música, el amor y la lucha por la justicia se unieron en un solo acorde.