Escenario

ENTREVISTA. El cineasta ha causado controversia con su filme Tardes de soledad con el que ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián

Albert Serra habla de su documental sobre tauromaquia, “una mirada muy profunda que puede provocar todo tipo de reflexiones”

El cineasta Albert Serra (Marta Pérez/EFE)

El cineasta catalán Albert Serra ha estado tres años siguiendo al torero peruano Andrés Roca Rey, a quien agradece su “generosidad” por haberse dejado filmar en la intimidad de una habitación de hotel, en la furgoneta con su cuadrilla y en la plaza, tanto en momentos triunfales como en otros de peligro y abucheos.

Momentos con los que ha construido su documental Tardes de soledad, que se estrenó recientemente en España y en Francia el 26 de marzo, mientras que llegará a Bélgica en abril, a Suiza en mayo y a Estados Unidos en junio.

Premio Nacional de Tauromaquia 2024, aunque regala siempre las distinciones que obtiene, porque no es de guardar trofeos ni medallas, Serra desconoce cómo recibirá el público su nueva propuesta, que se llevó la Concha de Oro del pasado Festival de San Sebastián.

“Es un misterio -asevera en una entrevista con EFE- y ni los distribuidores españoles ni los franceses tampoco tienen ni idea y ellos son los expertos. Yo tengo mis intuiciones, a veces, pero no lo sé, la verdad. La película puede tirar para atrás por algún pequeño motivo un poco más escabroso, pero, al mismo tiempo, hay una mirada muy profunda que puede provocar todo tipo de reflexiones”.

Una mirada que se centra tanto en el torero como en el toro, con imágenes de gran dureza y primeros planos de la muerte de la res o de los graves percances que sufrió el diestro mientras rodaba el documental.

“Hay muchas imágenes ‘crísticas’, como cuando cae por el suelo, cuando hay gente recogiéndolo, cuando mira el cielo. La sangre. Hay algo de ritual extrañamente cristiano, de sacrificio. El cristianismo se basa en este sacrificio primero. Mientras rodábamos lo veíamos y decíamos aquí hay una imagen ‘crística’, pequeños momentos, y nos gustaban porque ello daba un aura más histórica, de la historia de la pintura”, precisa el realizador.

Nunca se había filmado así la tauromaquia

No rehuye Serra que la evolución de la tecnología, a nivel de imagen y de sonido, le ha permitido filmar como nunca antes se había hecho sobre la tauromaquia, pero también deja claro que hay una vocación artística, de obra de arte para ver en la gran pantalla, sobre todo, para “hacer visible lo invisible, el nudo, el corazón de lo que allí sucede”.

“Lo que dan estos medios modernos es la posibilidad de tener muchas cámaras que acaban captando todo y luego tú reequilibras todos los elementos, tanto lo espiritual como lo más violento, lo más íntimo, lo humano, lo cómico, lo plástico, todo. Se pueden graduar todos estos elementos con una precisión para que a través del artificio se de una idea mucho más justa y profunda de la realidad”, argumenta.

A la vez, defiende que el material que presenta, además de “inédito”, es equilibrado en el sentido de que el espectador no se puede “quedar con una parte y rechazar la otra, porque tienen el mismo grado de seriedad, de honestidad, una y otra”.

“Esta era mi obsesión, ser fiel a lo que realmente había quedado impreso en las imágenes y reequilibrarlo artificiosamente, pero con la máxima justeza y rigor”, precisa, y agrega que en todo momento ha buscado que lo grabado “permanezca con todo su esplendor en el montaje final”.

Un resultado que Roca Rey aún no ha descubierto. Solo la vio cuando la estaban montando, sin sonido, algo determinante en la cinta, pero quería que entendiera el proyecto que estaba haciendo.

Escuchó sus sugerencias y las incorporó a la película, aunque, advierte, se trata de una obra que se “justifica” como “objeto autónomo”. “Poco hay que decir, es la obra de su autor”, agrega.

No es un eslogan

Cree Albert Serra que no le corresponde a él juzgar si su nuevo título marcará la diferencia con respecto a otros filmes taurinos, pero tiene claro que no se puede comparar con otros documentales “más adocenados”.

No obvia que ha ahondado en un “tema controvertido”, pero al hacerlo “con rigor”, el público es más receptivo.

Entiende que esto “no es un eslogan, no es ningún acto comunicativo, es una experiencia de arte fuerte, sincera, inocente incluso, no se puede reducir a un eslogan”.

A su juicio, su propuesta tiene “tantos infinitos detalles, ambivalencias, contradicciones, sentimientos confrontados, tanta belleza, por qué no, como belleza en la injusticia, un tema muy interesante que está en toda la historia del arte”.

Convencido de que es más fácil filmar a las personas que a los animales, Albert Serra considera que a la hora de rodar sobre Roca Rey ha podido mostrar que todos “somos varias personas al mismo tiempo y las circunstancias nos modifican, lo que engrandece nuestro conocimiento moral de nosotros mismos”.

Y sobre sus próximos proyectos, avanza que en julio empezará a rodar una nueva película en Letonia sobre la “eterna rivalidad” entre Rusia y Estados Unidos, que ahora “se ha vuelto a poner de moda”.

A pesar de que parece que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha supuesto un cambio en las últimas semanas respecto a esta rivalidad, Serra cree que esta “supuesta nueva amistad tendrá sus ambivalencias”.

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