
La tendencia de los live action continúa en Disney y, finalmente, alcanzó al primer clásico animado creado por ellos con Blancanieves, dirigida por Marc Webb, una cinta que presenta una propuesta donde busca ser un tributo a la historia original, pero a su vez empoderar y modernizar a sus personajes.
Rachel Zegler interpreta a la primera princesa de Disney, una hermosa Blancanieves que, sin duda, es lo mejor de la película. Su experiencia en teatro le permite darle más matices a su interpretación, aportando una nueva dimensión a la princesa.
Desde sus primeras declaraciones, pone énfasis en que no es alguien que debe ser rescatada ni la clásica damisela en apuros, sino que lucha por salvarse a sí misma y a su pueblo. Este enfoque de empoderamiento es un punto positivo que se alinea con las tendencias actuales del cine, donde las princesas tienen control sobre sus propias decisiones y pueden cambiar su destino.
FIEL A LA ESENCIA DEL CUENTO
Cabe resaltar que, a pesar de ello, no abandona la esencia del cuento original, en el que, a través de su bondad y coraje, representa los valores de la historia de los hermanos Grimm.
Gal Gadot, interpretando a la Reina Grimhilde, destaca por su belleza, pero a pesar de sus esfuerzos, el personaje no alcanza la complejidad que podría haber tenido. Como villana principal de la historia, le falta carisma y la magnitud de otras interpretaciones del personaje.

Es fuertemente comparada con la interpretación de Charlize Theron en Blancanieves y la leyenda del cazador (2012). Tristemente Gadot tiene aquí un personaje plano que lucha por obtener el mismo poder, pero sin desarrollarse, lo que hace que se vuelva predecible y nada intimidante.
Las canciones son un punto clave en toda película de Disney, pero en este caso solo logran brillar por la voz de Zegler. Algunos de estos temas son icónicos porque logran captar la esencia de los clásicos, pero extendiendo su duración, lo que las vuelve un poco excesivas. En lugar de añadir algo nuevo o refrescante, se sienten como una fórmula predecible que arrastra la narrativa, interrumpiendo así el flujo de la historia en lugar de enriquecerla.
EL USO DEL CGI
Otra de las decisiones más controvertidas es el uso de CGI para crear a los enanos. En lugar de contratar actores, como se hizo en otras adaptaciones, optaron por la animación digital. El resultado es una mezcla de momentos visuales que funcionan en un cuadro y decisiones creativas que no logran conectar con la magia que caracterizó a la primera princesa de Disney.
Además, la magia que poseen estos peculiares personajes no tiene una función clara o significativa dentro de la trama, lo que hace que su presencia resulte innecesaria e incluso incómoda en ciertos momentos.
En términos de vestuario, la película favorece a Gal Gadot, quien luce impresionantes diseños que realzan su papel como la Reina Grimhilde. Sin embargo, la elección de vestuario para Blancanieves se siente fallida.

Si bien el personaje mantiene un aire de dulzura y pureza, los trajes no logran ser lo suficientemente modernos como para hacerla sentir relevante para los tiempos actuales, ni lo suficientemente tradicionales como para respetar la esencia de la historia original. Este desfase entre la estética de los personajes y su contexto general es uno de los elementos que más debilita la película.
NO LE ALCANZA PARA CAPTURAR LA MAGIA
Este clásico cuento de los Grimm ya ha tenido otras adaptaciones y la visión de Webb busca diferenciarse en términos de tono y enfoque, pero no puede evitar las comparaciones con otras películas que han logrado manejar mejor el equilibrio entre la modernidad y la magia clásica.
Espejito, espejito (2012), dirigida por Tarsem Singh, es más ligera y alegre, y juega con una propuesta más fresca y arriesgada. También, considerando los anteriores live action de Disney, como la versión de Cenicienta de Kenneth Brannagh (2015), que se mantiene fiel a los valores del cuento original, pero con una mayor dosis de encanto y profundidad emocional, mientras que la reciente La Sirenita (2023), dirigida por Rob Marshall, ha logrado cautivar a la audiencia al actualizar la historia y darles un toque relevante a los problemas actuales.
Blancanieves, en cambio, se siente atrapada entre la tradición y la innovación, sin encontrar un equilibrio perfecto entre ambos mundos, ofreciendo una adaptación que, si bien tiene elementos visuales atractivos y una interpretación destacada de su protagonista, no consigue capturar la magia y profundidad de la obra original ni la chispa de otras adaptaciones previas.
Es así que Blancanieves parece atrapada entre dos mundos, sin encontrar un buen balance entre la fidelidad al clásico y la innovación que una versión live action puede ofrecer. El uso del CGI, la musicalización y las decisiones de estilo no logran dar forma a una película que, a pesar de su potencial, se siente como una sombra de lo que podría haber sido.