Escenario

COBERTURA La noche de este viernes la banda angelina se presentó en la capital del país para rendir culto a una de sus producciones más emblemáticas

Incubus en el Velódromo Olímpico: Un homenaje a ‘Morning view’, un disco lleno de tatuajes musicales

Incubus en el Velódromo Olímpico Una de las grandes postales de la velada. (OCESA/Santiago Covarrubias )

Desde Los Ángeles, Incubus llegó al Velódromo Olímpico Agustín Melgar para regalarle a sus fans un bello viaje al pasado en una presentación muy especial donde revivieron uno de sus álbumes más icónicos en su totalidad y en vivo: Morning View. Con gente que se dio cita desde la apertura de puertas a las 6 de la tarde y que esperaron cerca de tres horas la salida de la banda así como la amenaza intermitente de lluvia, la celebración del poderoso rock alternativo de los californianos cautivó a todos.

Formados ahora por Brandon Boyd (vocalista), Mike Einziger (guitarra, piano, coros), José Pasillas II (batería), Chris Kilmore (tornamesas, teclados) y Nicole Row (bajo), Incubus explotó los ánimos de la gente expectante, algunos ya con más de una chela encima, otros con su souvenir oficial que costaba entre 400 y 1000 pesos, con la primera rola del aplaudido álbum, que además es uno de los éxitos más queridos de la banda, “Nice to know you”, con todo y la intro larga de la versión remasterizada del Morning view.

Aunque al principio pareció costarle un poco a la voz, Boyd se acopló de maravilla y sacó adelante la rola mientras el sonido de Incubus como banda sonaba a la perfección gracias al gran trabajo del equipo de montaje. El poder del bajo, la fuerza de la batería, los riffs de guitarra y la voz de Boyd se escuchaban claritos para todos los asistentes al foro.

Incubus en el Velódromo Olímpico Nicole Row. (OCESA/Santiago Covarrubias )

Incubus demostró esa gran capacidad de intercambiar emociones y energía a través de sus rolas. Y qué mejor que con un viaje conceptual donde México disfrutara por completo de un recital donde la potencia y la calma podían convivir. “Círculos” y “Wish you were here” provocaron saltos y coros eternos por parte de un público que rondaba los 40 años, aquellos que fueron marcados a inicios de este milenio por sus composiciones.

El poder sonoro del álbum Morning View continuó con “Just a phase”, dándose una breve pausa entre temas mientras Boyd decía “muchas gracias” en el poco español hablado por el californiano. La celebración de esta impresionante carrera y su sonido siguió con un breve momento acústico donde Boyd no encontraba la silla para sentarse en el templete, soltando un chiste que causó risas en los presentes al decir “no usen drogas”.

Fue con eso que, sentado, interpretó “11 AM” y “Blood on the ground”, para después seguir con una rola donde solamente Boyd y Einziger estaban en el escenario y que es muy querida en el país debido al nombre de la misma: “México”, bastante bien recibida por el público que llenó por completo el Velódromo Olímpico que estaba rendido ante la voz del vocalista que se mostraba feliz junto a su banda de estar presentándose aquí.

Incubus en el Velódromo Olímpico Brandon Boyd. (OCESA/ Santiago Covarrubias )

Con más de medio Morning View recorrido, Boyd no ocultó el pesar de la altura de nuestra capital al decir “siento que me fumé muchísimos cigarrillos. ¿Estamos muy arriba aquí?”. Mientras el vocalista se desabotonaba un poco su camisa azul, pero sin quitarse jamás la playera como lo hacía en otros tiempos, algo que decepcionó a algunas fans de Incubus. Así, el nostálgico viaje seguía con “Warning” y “Echo”, donde nuevamente la fuerza se dejaba sentir con cada nota y letra, euforia que continuaba con “Have you ever”.

Otro de los momentos hermosos de sinergia en la velada con Incubus se dio con “Are you in?”, rola coreada por todos que además provocó una súbita sorpresa al cerrar la canción con un snippet de “In the air tonight” de Phil Collins donde Pasillas II lució para luego tener un momento de calma para cambiar los guitarrazos por un himno pop al seguir a Boyd cantando el coro de “Umbrella” de Rihanna como curiosa introducción a “Under my umbrella”, penúltima del recorrido por el querido álbum.

El cierre psicodélico lo puso “Aqueous transmission”, donde el color azul invadió el escenario mientras el lado más “hippie” de Incubus sonaba con fuerza para despedir este lindo tributo al Morning View… pero el viaje al pasado no iba a terminar ahí pies después de un sentido agradecimiento al público, Boyd pidió permiso para poder continuar la tocada con algunos éxitos más, lo cual fue bien recibido por la audiencia.

Incubus en el Velódromo Olímpico Alex Katunich. (OCESA/Santiago Covarrubias )

Y sin salir un momento del escenario, Incubus continuó la ceremonia de reencuentro con sus fans al enloquecer a todos los cuarentones presentes con “Anna Molly”, que brincaron, bailaron y movieron la cabeza al ritmo de los riffs y la voz incomparable del vocalista que se mantenía firme a pesar de los problemas con la altura.

Asimismo, sorprendió a propios y extraños tocando una rola que pocos esperaban pero que disfrutaron una enormidad en “The warmth”, mostrando la importancia y la huella que la banda californiana dejó en una generación que no los olvida.

Vitamin continuaba con el pasado vibrante de la banda, llenando de energía que hacía sentir a todos en sus veintes. La rola cerró con otro lindo detalle por parte de la banda al ofrecer un pequeño fragmento de “Glory Box”, rola original de Portishead en donde Nicole Row mostró ciertas cualidades vocales acompañando a Boyd sin dejar de tocar el bajo a su manera.

Incubus en el Velódromo Olímpico El público se entregó a la banda. (OCESA/Santiago Covarrubias)

Con un montón de humo alrededor del escenario y el entusiasmo de los fanáticos a tope, Incubus diría adiós a sus fans con dos temas clásicos más. Primero, “Pardon me” dejaba sentir un abrazo rockero a todos los asistentes que mantienen los ritmos de la banda en su corazón. Pero fue el habitual cierre con “Drive”, nuevamente sentados, con calma y casi por completo en acústico lo que marcó una grata despedida por parte de los californianos.

Portando una bandera de México en la espalda y reverenciando al entregado público, que quedó con ganas de más, Incubus demostró que su virtuosismo musical es inolvidable y que sus canciones son tatuajes marcados en el alma de una generación que vive aún de sus memorias y que siempre tendrá listo un tren que los traiga a México.

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