
El Lunario del Auditorio Nacional recibió, entre aplausos y gritos de intensa emoción, al intérprete Ricardo Caballero, este viernes 21 de marzo, no sin antes deleitar al público con un preámbulo de la mano del artista Omar Terrazas.
En punto de las 9 de la noche, el maestro Terrazas planteó una apertura de romance para cantarle al amor, interactuando cara a cara con el público y configurando las notas clave que unos minutos más tarde retomaría el protagonista de la noche.
Caballero hizo un repaso por los temas más apasionados de la música mexicana, sin dejar de lado las joyas latinoamericanas e inclusive estadounidenses para crear una velada digna de campeonato que terminó al filo de la medianoche.
Sin un solo momento para respirar, Caballero repasó las piezas más importantes de los maestros Armando Manzanero y Juan Gabriel, así como de la trayectoria de El Príncipe de la Canción.

Cada una de las melodías fueron aplaudidas por su base de fans, quienes le entregaban servilletas y papeles con peticiones para recordar las interpretaciones más finas de Caballero, quien ha tenido éxito en las plataformas de streaming con temas como “Pecado mortal”, “Me estoy enamorando” y “Hasta la camisa”.
El originario de Guadalajara, Jalisco, repasó una mezcla vibrante que combinó lo mejor del bolero, las baladas e inclusive el rock de mediados del siglo pasado para hacer retumbar las paredes del Lunario.
Con un carisma envidiable, desde su aparición en el escenario, dio muestra de la gran sinergia que comparte con sus músicos, que dotan de distintos matices a la banda del intérprete.
Casi todos de origen jalisciense, los músicos de Caballero mostraron un derroche de profesionalismo y gran energía para recordar a Sandro de América, Fato, Franco de Vita, Leo Dan, Elvis Presley, Frank Sinatra e inclusive Freddie Mercury.

Dos horas de vibraciones musicales invadieron los corazones de los asistentes que demostraban el cariño que tienen hacia Caballero que se materializó en rosas, entregadas por una admiradora que se acercó, sin un gramo de pena, al escenario y estrechó la mano del artista.
Ricardo Caballero saltó, bailó y demostró un gran manejo del escenario conversando, también, con su público, que se reía y disfrutaba de la compañía de este joven intérprete que logra imprimir en sus canciones la pasión de aquel que está verdaderamente despechado o fielmente enamorado.
Sin duda alguna, el concierto de Caballero fue una experiencia energizante para sus seguidores, que son bastante fieles y aguerridos a su cantante favorito, y una oportunidad magnífica de escuchar éxitos de ayer y hoy en una noche magnífica para acercarse a los asuntos del corazón y entendernos como seres necesitados de las melodías que han acompañado a la humanidad desde hace algunas décadas.
El Lunario fue el sitio indicado para dar cita al público que buscaba un encuentro íntimo, que permitiera a las emociones fluir entre esas mesitas para cuatro personas que se adornan con cervezas, patatas bravas, hamburguesas, caballitos y, en los casos más generosos, botellas de elíxires revitalizantes.
