Escenario

COBERTURA. La cineasta canadiense Ariane Louis-Seiz estrenó en México un creativo filme que resulta extrañamente encantador

‘Vampira humanista busca suicida’: El duro proceso de madurar sin colmillo suficiente

Fotograma de ‘Vampira humanista busca suicida’ (CORTESÍA)

El vampirismo usualmente es visto desde una mirada seductora, malévola, oscura y... masculina. Si bien existen casos de vampiresas que rompen con ese dominio como Vampirella o Satánico Pandemonium en Del crepúsculo al amanecer (1996), es cierto que poco a poco la figura femenina en el mito del vampiro se ha sofisticado con papeles como la chica en A girl comes home alone at night (Amirpour, 2014) o la eterna rockera Eve en Solo los amantes sobreviven (Jarmusch, 2013), es cierto que su representación es escasa.

Afortunadamente, gracias al ingenio de la cineasta canadiense Ariane Louis-Seiz, tenemos un relato existencialista y tremendamente estético con Vampira humanista busca suicida, donde la también coguionista explora la comedia adolescente con el “coming of age” para entregar una historia diferente donde Sasha (Sarah Montpetit) es una chupasangre que se rehúsa a morder humanos y beber de su sangre para alimentarse.

Si bien el problema se desarrolla desde joven, es en su plena adolescencia a los 68 años de vida vampírica donde la rebeldía azota y la cuestión de la alimentación se convierte en un dilema para Sasha y su familia.

Acostumbrada a beber sangre en bolsitas de otras víctimas cazadas por su madre, cuando éstas escasean ella se ve en la necesidad de hacer lo que nunca se atrevió. Para eso, su mirada se centra en Paul (Félix-Antoine Bénard), un joven con tendencias suicidas.

UNA EXTRAÑA COMEDIA ROMÁNTICA DE HUMOR NEGRO


La química entre los protagonistas es gran parte del éxito del filme de Louis-Seiz, que si bien no reinventa el género vampírico, si sabe utilizar sutilmente la comedia para crear una trama existencialista acerca de elegir vivir o morir.

Es la cuestión del concepto suicida y la aceptación del mismo por parte de Paul así como la renuencia de Sasha de recurrir a ello a pesar de ser la solución para su sed. Son las cosas en común que van uniéndolos lo que evita que una actúe, creando una atracción interesante entre el ser inmortal y el joven hastiado de la vida.

Definitivamente otro de los puntos más positivos del relato de esta cuasi comedia romántica de humor negro recae en su banda sonora. Y es que Vampira humanista se aleja de los efectismos del susto y los ruidos estruendosos para provocar miedo, sino que utiliza melodías bastante particulares para desarrollar de mejor forma esa relación que va creciendo entre ambos. Destacando el tema “Emotions” de Brenda Lee y, sobre todo, “Drácula Ye Ye”, de Andrés Pajares.

Existe una estética muy peculiar en esta ópera prima que resalta la conexión entre ambos protagonistas. Pero realmente el corazón latente de la historia es esa metáfora juvenil entre los dos. Una, tímida y sensible ante la fragilidad humana que Paul le representa.

El otro, simplemente fastidiado del mundo al más puro estilo de la protagonista de aquella serie animada de MTV noventera, Daria (1997-2001). Pero son esas pequeñas conexiones, miradas y comentarios los que sacan la chispa necesaria para que el filme sobreviva y escape ligeramente a las convenciones habituales.

UN COMING OF AGE SOBRE EL DESPERTAR SEXUAL


Todo esto se adereza, como buen “coming of age”, con metáforas sobre el despertar sexual representado en la salida de los colmillos de Sasha al estar en un momento privado con Paul y el problema que conlleva el querer hacerlo.

Junto a ello, el peculiar universo que Doyon y Louis-Seize tejen alrededor de nuestra querida Vampira humanista ayuda al sentimiento ecléctico de todo lo que rodea esta narrativa que se alimenta además de muchas referencias sutiles a lo vampírico como algo prácticamente cotidiano y casi monótono.

Sintiéndose un tanto familiar a la joya vampírica de los dos rockeros hastiados de la vida eterna de Solo los amantes sobreviven pero intercambiando su cinismo por una inocencia juvenil y la angustia que esta etapa de la vida produce, la cinta es una dulce mordida que se separa de la maliciosa, sanguinolenta o seductora luz de los tropos característicos para mostrar que a veces, ser diferente es cool. Ni qué decir de esa sensación de novela gráfica que la fotografía le da a todo el relato.

Con todo y un giro final que, aunque congruente con lo planteado, se siente tremendamente conveniente para el relato, Vampira humanista busca suicida definitivamente se siente como una historia juvenil existencial que se aleja de dilemas morales para meditar sobre el ser diferente, el duro proceso de madurar sin colmillo suficiente para hacerlo, pero sobre todo, sobre una unión de almas disfuncionales que no son bien vistos en sus respectivos mundos pero que, juntos, están dispuestos a ayudarse hasta la última gota de una manera extrañamente encantadora.

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