
“México y Colombia comparten ‘heridas abiertas’, como las desapariciones y la violencia contra quienes defienden la tierra y el medioambiente”, comentó el cineasta colombiano Santiago Lozano sobre su película “Yo vi tres luces negras” que cuenta la historia de un padre buscador que se adentra en la selva colombiana controlada por grupos armados, guiado por el espíritu de su hijo desaparecido que le anuncia su muerte.
Ante el estreno en salas mexicanas este jueves y en el marco del Día de la Tierra el 22 de abril, el cineasta compartió que algunos “vasos comunicantes” entre las problemáticas de México y Colombia fueron la motivación para la coproducción de la película entre ambos países, a través de las productoras Contravía Films de Colombia y la mexicana Malacosa Cine.
“Íbamos creando como una conversación de miradas alrededor del tema de la explotación de la tierra, los desaparecidos, la violencia y, sobre todo, esta forma tan poderosa en la que la ritualidad, la espiritualidad y esa relación ancestral con los territorios funcionan también como mecanismos de resistencia en ellos”, mencionó.
Su objetivo era construir un “relato mas universal que no estuviese tan anclado solamente a un territorio, sino que reconociera las relaciones humanas de codependencia y de extracción brutal de los recursos naturales”.
“Yo vi tres luces negras” narra la historia de José de los Santos, el líder espiritual de una comunidad afrodescendiente que se embarca en un viaje por la selva tras recibir la visita del espíritu de su hijo desaparecido, Pium Pium, quien le revela que su muerte se acerca y debe encontrar el lugar donde fallecerá.
El filme combina realismo mágico y ficción y está influenciada por la realidad latinoamericana, latente en México y Colombia, donde “el asunto de los desaparecidos es una herida abierta”.
Este dolor, indicó Santiago Lozano, se refleja en el protagonista, “un personaje que ha ayudado a ascender a las almas de toda su comunidad y que carga con el peso de no haber podido hacer el ritual de su propio hijo”.
“Habla de esta herida abierta que hay alrededor de los desaparecidos, porque en sociedades como las nuestras, donde es tan importante el ritual de la muerte, la conexión y el diálogo continuo con nuestros muertos, esta imposibilidad de brear esos rituales genera un duelo suspendido que lo hace más difícil de sanar”, expresó. (Con información de EFE)