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Adiós a Ernesto Gómez Cruz: “El éxito es ver que las películas gustan”

ESPECIAL. La madrugada de este domingo se dio a conocer el deceso del actor a los 90 años de edad. Fue uno de los grandes referentes de la actuación en México

El líder político Fidel Castro saluda a la multitud.
El actor Ernesto Gómez Cruz. El actor Ernesto Gómez Cruz. (ESPECIAL)

Vivo en una soledad terrible y aplastante, que me tiene esperando el fin de mis días”, dijo en el 2019 el primer actor Ernesto Gómez Cruz, uno de los grandes referentes de la actuación en el cine, teatro y televisión de nuestro país, en una entrevista televisiva en la que mostraba su preocupación por su estado económico y de salud, aún con la esperanza de poder conseguir un proyecto para seguir actuando:

Si surge algo nuevo con gusto seré uno de los primeros en apuntarme, aunque a este paso sólo espero la muerte, esa es segura que llega”, señaló el actor en una declaración conmovedora en la que decía que sólo espera que llegue el momento “para partir y no regresar, claro, cuando Dios lo juzgue conveniente. Me voy a una gira larga y ya no regreso. Me molesta recordar viejos tiempos, mejor vivo el instante”.

La madrugada de este domingo se anunció la muerte del actor a los 90 años a través de una publicación en redes sociales de la Asociación Nacional de Actores (ANDA). Considerado como un ícono del cine mexicano, durante sus últimos cuatro años de vida gradualmente dejó de hacer apariciones públicas debido a los estragos de una enfermedad degenerativa.

“La Asociación Nacional de Actores lamenta el sensible fallecimiento de nuestro Compañero Ernesto Gómez Cruz. Nuestras condolencias a sus familiares, amigos y compañeros. La comunidad artística en México sufre hoy la pérdida de un gran artista y compañero. QEPD”, dice la publicación.

El actor nació el 7 de noviembre de 1933 en el Puerto de Veracruz. Fue en su adolescencia cuando se inclinó por las artes siendo el canto el que era en un principio su objetivo: “Sí era mi deseo, pero no fui llamado para eso, en cambio para la actuación sí. Lo descubrí prácticamente en el camino y luego las oportunidades han venido, no las he buscado; aunque he tenido muchas trabas en el camino, que quizá en otra persona hubieran bastado para retirarse”, dijo en una entrevista realizada por la periodista Sagrario Reyes para El Financiero en el 2014.

“No sabía qué cosa iba a hacer y ya cuando llegué a una edad adulta, descubrí a lo que me iba a dedicar. Trabajé en muchas cosas, entre ellas fotógrafo ambulante, y de repente surgió la posibilidad de hacer teatro, pero yo no sabía qué era eso. Yo había cantado en los camiones, las escuelas, en los circos y para mí eso era el teatro; pero Javier Amezcua, que había salido en Los olvidados, me enseñó, guiándonos con el libro de Héctor Mendoza (Las cosas simples)”, dijo.

Se trasladó a la Ciudad de México y su primera oportunidad llegó en 1955 de la mano de la directora teatral Pilar Pin, quien lo recomendó con el productor Héctor Azar, quien le dio un papel en la obra Cada noche muere Julieta, de Federico S. Inclán. En 1963 estudió arte dramático en la Escuela de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), y tres años después tuvo su primera oportunidad en la película Los Caifanes, con el papel de “Azteca”, dirigido por Juan Ibáñez y con el cual ganó su primera Diosa de Plata, además del antes y después de su carrera.

“La película Los Caifanes se filmó en 1966. Yo estaba terminando mis estudios de actuación en Bellas Artes. Era una época muy difícil, porque ya tenía familia y había que mantenerla también, prácticamente fue una época de total desasosiego porque no sabía qué hacer. Si no es porque mi señora me daba ánimos para que siguiera en la carrera, quién sabe ahorita dónde estuviera”, recordó Ernesto Gómez Cruz durante la entrevista que dio al periodista e investigador Fabián Polanco y que aparece de forma íntegra en el libro Cine Mexicano del 70: La Década Prodigiosa.

Su compañero Sergio Jiménez (1937-2007) fue quien lo presentó con el multifacético artista Juan Ibáñez. En esta película compartió créditos con tres jóvenes artistas, que con el tiempo hicieron destacadas carreras como el compositor y cantante Óscar Chávez (1935-2020) y los actores Sergio Jiménez (1937-2007) y Eduardo López Rojas (1937-1999).

“Esos tres años que duró la carrera representaron una gloria y satisfacción por haberme preparado para lo que seguía. Gracias a ellos, saliendo de la escuela en 1966, me encontré con la oportunidad, por conducto de Sergio Jiménez, de conocer a Juan Ibáñez, quien estaba reuniendo al equipo para filmar Los Caifanes y me dio la oportunidad. Esa película me abrió las puertas porque la industria estaba muy cerrada; los sindicatos no permitían nuevos elementos, ya fuera escritores, técnicos e incluso actores. Había muchos problemas”, expresó.

Después de rodar este filme, los bonos de Gómez Cruz crecieron de manera sorprendente y recibió varias propuestas para seguir su carrera ante la lente fílmica. Sin embargo, debido a que recibió la propuesta de trabajar en una cinta española, que originalmente estaba destinada para Mario Moreno ‘Cantinflas’, tuvo que rechazar las demás ofertas, con lo que, sin querer, inició una etapa muy difícil en su carrera, pues se vio envuelto en una intriga que le evitó viajar a Europa y, en consecuencia, quedarse sin trabajo dos años.

“A consecuencia de esto me fui a refugiar al Teatro Comonfort, que está por la Lagunilla. Estuve trabajando de barrendero hasta que José Estrada me llamó. Cuando le dijeron mi situación me ofreció trabajo en la Universidad Nacional y apareció mi amigo don Carlos Illescas, quien le platicó a Rafael Corkidi que conocía a un buen actor para integrarlo a la cinta que estaba preparando, así que regresé al cine en Auandar Anapu (México, 1974). A partir de ahí mi vida cambió y de poquito a poquito hice mucho cine”, mencionó.

Y es justo en la década del setenta en la que Ernesto Gómez Cruz realiza buena parte de su filmografía, contando títulos de gran importancia como Tívoli (1974; Alberto Isaac); Cadena perpetua (1975; Arturo Ripstein); Canoa (1975; Felipe Cazals); y Actas de Marusia (1975; Miguel Littin): “Para mí como actor la década del setenta fue maravillosa. Hice cine de todo tipo: de arte, comercial, melodramas, comedias. Se alcanzaron muchos logros y para mí fue el ‘ábrete sésamo’ dentro de la industria”.

Sus interpretaciones le han valido siete premios Ariel, cuatro por Mejor Co-actuación en La venida del rey Olmos (1974), Actas de Marusia (1975), Maten al león (1977) y Cadena perpetua (1978). Además de los que le fueron otorgados por La víspera (1982), El imperio de la fortuna (1985), El callejón de los milagros (1994) y El crimen del padre Amaro (2002), en esta última como Mejor Actor de Cuadro.

Fue un actor comprometido en tiempos en que hubo un auge del cine de ficheras al cual quería integrar pero su destino fue otro: “Yo quería, tenía amigos comediantes de esa etapa y quería participar con ellos, pero nunca fui aceptado y a final de cuentas eso me ayudó porque me dediqué a películas serias. El cine en el cual trabajé era comprometido con el momento que estábamos viviendo, historias muy interesantes, y me trajo contactos para trabajar con Geraldine Chaplin, Paco Rabal, Charles Bronson, Gene Hackman, Brad Pitt; pequeñas cosas, pero ahí estoy, junto a ellos”, dijo.

Lo han dirigido los directores más representativos del cine mexicano, tanto de la llamada ‘vieja guardia’ como del nuevo cine mexicano. Entre otros se encuentra Alberto Bojórquez, en Retrato de una mujer casada (1982); Arturo Ripstein, en El imperio de la fortuna (1983); Alberto Isaac en Mariana, Mariana (1987), y Carlos Carrera, en El crimen del padre Amaro (2002).

Y claro, en la lista no podía faltar Jorge Fons, en cuya cinta El callejón de los milagros (1994), Ernesto Gómez Cruz dio vida al inolvidable personaje de ‘Don Rutilio’, uno de los que más recuerdos traen al actor: hombre maduro dueño de una cantina que decide manifestar su homosexualidad teniendo un romance con un joven empleado —interpretado por Esteban Soberanes—, a pesar de su machismo, ignorancia y de lo que opina su esposa.

Por fortuna he trabajado con la gran mayoría de los directores de cine de nuestro país. Incluso trabajé con aquellos que tenían fama de muy exigentes y con quienes, por fortuna, logramos muy buenos trabajos. Siempre ha habido comprensión y he obtenido ayuda, hasta la fecha, para concretar mis personajes.

En 1996 estuvo nominado al Ariel de Plata por Mejor actor por El callejón de los milagros y Los vuelcos del corazón. En 2014 le fue otorgado el Ariel de Oro por su trayectoria artística: “A todos los compañeros que me han ayudado a lo largo de mi carrera soy el humilde actor que está aquí con ustedes”, dijo al recibir su estatuilla.

En 2007, el actor protagonizó un pleito legal con Lilia Aragón, en ese entonces líder de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), al denunciar la corrupción que la actriz ejercía sobre los afiliados.

En el 2010 se estrenó la película El infierno, de Luis Estrada, en la que Gómez Cruz interpretó el papel del capo José Reyes, y en la que colaboró de nueva cuenta con Damián Alcázar, además de trabajar con Joaquín Cosío, María Rojo y Mario Almada, entre otros.

“Yo no dejo de hacer cine. Casi nunca hice súper estelares: son muy poquitos los que he hecho, pero las participaciones en las que he intervenido han sido magníficas, a mi manera de ver. Como actor tengo un prestigio muy bonito, que no lo quisiera perder”, expresó. “El éxito es ver que las películas gustan”, cerró.

Gómez Cruz inauguró también en 2011 el Centro Teatral que lleva su nombre, en el que impartió clases gratuitas de actuación. En televisión sus trabajos más recientes fueron con actuaciones especiales como las que realizó en La Candidata, Mi adorable maldición y Por amar sin ley. Para 2019, a sus 85 años, Ernesto Gómez Cruz se alejó de aquello que más amaba: los escenarios.

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