A veces la premisa de un proyecto puede ser una buena idea que depende mucho de la ejecución, los tiempos y la dirección que se le de. Hay historias cortas pero muy efectivas de terror y suspenso que en cuestión de minutos obtienen lo que quieren. Asimismo, existen grandes épicas que duran más de tres horas que tienen un buen desarrollo de personajes para finalmente entregar algo memorable o, a veces, digno del olvido.
Sin embargo, hay relatos que simplemente se agotan y no dan para más, aquellos en que se exprimen los casi nulos recursos de las formas más ilógicas posibles para crear un largometraje olvidable, vacío y francamente malo. A esa categoría pertenece Alarido, de DJ Caruso, realizador que oscila entre el suspenso fallido (Disturbia, 2007), la acción sin sentido (XXX: Reactivado, 2017) o adaptaciones flojas de novelas (Redeeming love, 2022).
La historia nos presenta a Jessica (Rainey Qualley), una madre de dos hijos pequeños que busca una nueva vida. Sin embargo, todo su panorama cambia cuando su violento ex novio (Jake Horowitz) aparece de la nada para encerrarla deliberadamente en la alacena de la maltrecha casa en la que vive. Entonces, tendrá que usar el ingenio para escapar y proteger a sus retoños de la amenaza que se cierne entre el padre adicto y su compañero, el mal geniudo-junkie Sammy (Vincent Gallo).
Si bien el relato suena a algo prometedor, el guion de Melanie Toast, que es el primero en su haber, termina por agotarse en los primeros veinte minutos para después caer en una serie de eventos tan fortuitos como absurdos e increíbles con tal de resaltar la resiliencia de una heroína que peca de ser boba, poco empática y exasperante, siendo ella quien carga con el peso de toda la cinta.
Y es que el trabajo actoral de la señorita Qualley deja mucho que desear pues nunca ayuda a generar la supuesta tensión o suspenso que este thriller debería tener. Pareciera que a veces es digna de un premio de telenovela, pues si no sobreactúa de mala forma, hace lo contrario al no mostrar nada de emociones ni transmitir las sensaciones de peligro o encierro, impidiendo así que el espectador pueda conectar con ella. A eso gay que añadirle las malas decisiones que toma así como algunas actitudes que tiene que son de lo más tontas o hasta sumisas, buscando un empoderamiento o salvación que no se siente para nada auténtica.
Aunque la historia intenta darle un trasfondo interesante a Jessica, mostrando las flaquezas o momentos difíciles por los que pasó después de ser una adicta en recuperación, de repente cae en simbolismos tan mal fundamentados que plantean un dilema religioso hueco, siendo este ‘accidental’ encierro una especie de purgatorio sin fin que puede presentarle nuevas tentaciones, aunque jamás caerá en ellas, rozando un poco el panfleto religioso en forma de crítica banal acerca del abandono de esos valores religiosos que tanto exacerban de repente.
El regreso del retiro de Vincent Gallo como actor, así como el pequeño papel de Luciana VanDette como Lainey, la hija de 10 años de la protagonista que tiene más carisma que ella, es algo de lo más decente en un filme lleno de oportunidades desaprovechadas. Si bien se entiende el bajo presupuesto del filme que roza en lo independiente, ni la locación ni las atmósferas son bien desarrolladas. El aislamiento tanto de Jessica como de la casa podrían desarrollar una sensación de soledad, de lucha intensa en un ‘home invasion’ pero no es así, dejando el relato en un thriller que jamás detona.
Caruso demuestra problemas no sólo en su dirección sino en la edición del filme, donde no sabe imprimirle el ritmo adecuado, pues la cinta carece de un verdadero suspenso. Aunque la fotografía podría intentar sentar las bases para ese objetivo, incluso la locación misma (la casa) podría funcionar como un personaje aparte, todo se diluye ante el vacío guion que peca de ser predecible, muy ordinario que no entretiene ni asusta, mucho menos provoca la reflexión acerca de la salvación y la fe como medio de supervivencia, por más absurda que esta sea.
Con todo y un final edulcolorado donde los buenos valores se sobreponen a todo mal y la luz vence a la oscuridad, Alarido es una de esas cintas que intentaron demostrar lo mucho que se puede hacer con poco en el género, pero fallan estrepitosamente en el intento, cayendo en un sinfín de incongruencias, tonterías y simbolismos baratos que ofrecen todo menos lo que debería: un buen relato de tensión y suspenso con una protagonista a quien creerle, dejando la sensación de que la premisa hubiera tenido mejor suerte como un cortometraje.
Copyright © 2022 La Crónica de Hoy .