Escenario

‘Amores incompletos’: Un viaje emocional que conjunta la reflexión y la diversión

CORTE Y QUEDA. Bajo la dirección del joven Gilberto González Penilla se convierte en una de las mejores propuestas del cine mexicano en lo que va del año, digna de quedarse en la memoria

Un hombre sentado en una silla en el campo
Fotograma de 'Amores incompletos'. Fotograma de 'Amores incompletos'. (CORTESIA)

Sumergidos en un mar de opiniones sobre el cine mexicano, sus temáticas y sus directores llega a las pantallas nacionales una cinta que al parecer nos dará un grato respiro entre las películas que llenan la cartelera entre superhéroes adolescentes, personajes de videojuegos, películas con un pretexto político de nuestra realidad nacional que terminan en una tragedia cinematográfica y los intentos fallidos por regresar al cine noir, la producción mexicana Amores incompletos bajo la dirección del joven Gilberto González Penilla, es una bocanada de aire fresco en la cartelera comercial.

Sin pretensiones de ninguna clase salvo la de mostrar una historia de amor y de crecimiento del personaje central, un hombre maduro, muy gruñón y malhumorado llamado José (Alejandro Camacho) que un mal día se enfrenta a la terrible realidad de ser viudo, su compañera de vida Elena (Patricia Bernal), profesora en una Universidad ha muerto y José se verá ante la vida sin el amor de su vida y con dos hijos que parece no han arreglado nada de su existencia, Sonia (Flor Edwarda Gurrola), una madre soltera que no termina de madurar y va de un trabajo a otro terminando cada mes pidiendo prestado sus padres y Daniel (Hozé Melendez) un aspirante a cineasta acostumbrado a préstamos recurrentes de su padres para terminar películas experimentales que deja inconclusas, hasta aquí todo indica que veremos un drama de lágrima fácil, sin embargo la ruta de la cinta va tomando tintes de comedia cuando José encuentra el diario de Elena y descubre que durante sus viajes como docente le ha sido infiel tres veces.

Decepcionado José jura venganza como buen macho mexicano con tequila en mano, la honra y el corazón hechos jirones, busca en el internet, que para estas alturas de la vida de José es como el laberinto profundo y obscuro del Minotauro, a los tres que han manchado su honor y como un Otelo bajacaliforniano emprende un viaje por la península para encontrar a los amantes de la bella Elena.

El viaje de José tendrá como primera parada el encontrar a Rodrigo (Silverio Palacios) un corredor de bienes raíces con un par de hijos, y una amorosa esposa que lo apoya en el negocio familiar, José se valdrá de engaños con la esposa de Rodrigo para obtener información de éste, cuando Jose enfrenta a quien encabeza la lista de sus venganzas, encuentra a un hombre que recuerda con amor y gratitud a Elena, quien le fue infiel más por lo divertido que resulta Rodrigo que por una falla de José.

El viaje de José continúa a la segunda estación en la que buscará al siguiente amante, el cual se ha transformado en un gurú de vida con spa vegano y nueva filosofía existencial, Luigi Kappala (Manuel Landeta) lo tiene todo, es un ser de luz, es uno mismo con el universo y además tiene mucho dinero. José recurre una vez más a mentir para conocer más de cerca al personaje en turno haciéndole creer que es un viejo amigo de la infancia, en un breve viaje en yate José se descubrirá ante Luigi, quien en su sabiduría holística le hará ver lo afortunado que fue al disfrutar de una vida plena de amor con Elena.

La tercera y última parada del viaje nos muestra que las casualidades y los encuentros fortuitos son algo que pasan más de una vez en la vida (y en el cine aún más), después de tantos kilómetros recorridos José y su automóvil ya enseñan los estragos del cansancio, buscando a Lupe Reyes, el último pero no menos importante de los amantes de Elena, el coche por fin da su llanta a torcer y deja a su dueño tirado en medio de la nada, abandonado a su suerte. José pasa toda la noche en un desierto que lo hace reflexionar sobre su vida con Elena, sus hijos y su nieto, lo hace valorar las noches con Elena y el gran amor que se tuvieron, hasta que los primeros rayos del sol llegan y con ellos una grúa que pasa por esos caminos desolados y que lo llevará a encontrarse con su tercera venganza.

El viaje externo e interno de José lo reconcilia con la vida, una vida a la que ya no le prestaba atención, una reconciliación que lo regresa a la carretera de las emociones, a la vía rápida de los sentimientos pasando por un humor negro que sencillamente le regala al espectador una cinta para conjuntar la reflexión, la diversión, un gran elenco, un director con oficio y una gran historia a la que debemos darle la oportunidad de verse con la mirada de que el cine no importa de dónde venga siempre nos contara historias para guardar en la memoria.

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