Escenario

Andrés Suárez y una experiencia emocional con su ‘Viaje de vida y vuelta’

COBERTURA. El cantautor español se presentó la noche del jueves en el Lunario del Auditorio Nacional con lo mejor de su repertorio

Cantante tocando la guitarra en un concierto
Andrés Suárez en el Lunario. Andrés Suárez en el Lunario. (Alejandra Miriel)

“¡Andrés, hermano, ya eres mexicano, Andrés, hermano, ya eres mexicano!”, retumbaba en el Lunario la noche del jueves 29 de junio. Los asistentes, con las emociones a flor de piel, coreaban el nombre del cantautor gallego Andrés Suárez; hacía tiempo que no presenciaba a un público tan entregado al artista, el espacio se sentía suyo, una vibra explosiva y conmovedora. Las personas reunidas la noche del pasado jueves crearon una recuerdo irreal en mi memoria, y un recuerdo único en el corazón de Andrés.

La cita era a las 20:00 horas en el Lunario de la Ciudad de México, lugar donde la puntualidad atacó de manera imperceptible a los impuntuales citadinos, los cuales arribaron al recinto muchísimo antes de la hora acordada en el ticket que les daba acceso a una velada llena de romanticismo, reflexión y la alegría de volverse a encontrar con su artista favorito, que no había pisado tierras mexicanas desde hacía cinco años. Gente de todas las edades se encontraban de pie en el Lunario y ya a las 20:20 no se podían encontrar muchos espacios vacíos para poder acomodarse entre la multitud que olía a cerveza, paloma y mojito.

Al frente se encontraban varios grupos de jóvenes y en su mayoría un público masculino que más adelante harían que los presentes arrojaran al aire una sonrisa debido a su risible comportamiento. Del lado izquierdo una cómica pareja, y la novia una chica pelirroja extravío su teléfono, el cual quedó atorado en una escalera elevada en la que estábamos parados alrededor de una 50 personas, mantenimiento llegó a su auxilio tecnológico, pero no resolvieron el percance de esta mujer, el paramédico arribó de manera irónica a auxiliar a la joven y al intentar alzar la escalera se dieron cuenta que tendrían que esperar al final del show para poder sacar el celular, se escuchó una voz decepcionada pero cómica, —“toman fotos por mí”—, exclamaba la chica. Como dicen por ahí, "al mal tiempo buena cara". 

El tiempo transcurría pero el show no daba inicio: 20:25 horas, 20:40, 20:50, 21:00 horas. La impaciencia se apoderaba de mi ser, justo antes de perder los estribos daban las 21:04 de la noche, las luces se apagaron y la emoción no se hizo esperar entre los asistentes que lanzaban vitoreos. Del escenario se lograba vislumbrar una figura femenina, Covi Quintana salía al escenario durante quince minutos a calentar al público, una voz sentimental y resonante que evocó el querer conocer más sobre la música de Covi, quien con su encantó conectó de manera inmediata con los presentes que no la conocían y puedo asegurar que se quedaron con ganas de conocerla mejor.

Ya eran las 21:20 de la noche y Andrés salía al escenario con un saco azul y guitarra en mano a cantar el primer éxito “Te doy la media noche”, y, de repente, cientos de voces con una emoción efervescente corearon al unísono la letra de la canción; un suceso impactante, que por muy fan que seas de algún cantante, grupo o banda, siempre se encuentra uno que otro tímido entre la audiencia, caso que aquí no sucedió, todos coreaban a todo pulmón las canciones del gallego y no pararon en toda la velada.

El setlist estuvo compuesto de diecisiete canciones oficiales y cuatro más por si acaso el público hacía la petición de una canción más. La segunda canción de la noche sería “Vals” seguida de “Más de un 36” y “Nuestra generación”, una pareja de jóvenes casados esperaban con ansías la siguiente canción que hizo que todos sacaran algo atorado en la garganta por que “Vuelve” fue un momento muy sorprendente de presenciar, los muchachos de enfrente con trago en mano cantaban como si ese fuera su último respiro de vida, o la que no volvió los dejó sin esta. A lo lejos en la parte trasera otra voz masculina hacía la petición de Walt Disney, momento que se haría recurrente aquella noche. 

Llegó el turno de una canción que me embeleso el oídos y una de mis favoritas de la noche “Si llueve en Sevilla” y la dulce voz de Andrés se mezclaba con los sentimientos del público, dejándonos al toque para la siguiente canción que sería un dueto con Covi Quintana, “No te quiero perder”, que volvería a compartir con el público un sentimiento indescriptible, los muchachos de enfrente notablemente algo ebrios cantaban y cantan y entre los seis hombres reunidos ahí, la voz de uno de ellos destacaba y decía a uno de sus acompañantes,  —“¡Este wey sabe que pedo!”—, haciendo que todos sacarán una sonrisa por lo dicho por aquel chico.

“Tengo 26” y “Voy a volver a quererte”, seguido de la frase “tú que puedes recordar”, en la que el cantautor citaría a su abuelo, quien tenía la triste enfermedad del olvido. Esta frase inspiró a Andrés a escribir “Rosa y Manuel”, un momento emotivo en la noche.

La segunda sorpresa de la noche sería un invitado de lujo, que cantaría junto a Andrés uno de los más grandes éxitos del cantante. Me refiero a Juan Solo quien daría vida a la rola “Números cardinales”, y en un momento Juan pidió a la audiencia que encendieran las linternas de su teléfono creando una escena romántica y mágica, que puedo asegurar Andrés plasmará en sus recuerdos de manera hermosa. “No diré” y “No te quiero tanto” fueron un parteaguas del show. El sonido se fue, dejo de funcionar, pero Andrés como quien dice “se la rifó” y con los shhhhh, de la audiencia a capela terminó la canción.

Una pequeña pausa para tomar agua, los doctores Simi arribaban en el escenario tres alcancé a contar y el “¡Andrés, hermano, ya eres mexicano!” hacía vibrar a los presentes y más a Andrés que lo recibió con mucho cariño.

El sistema de sonido se arreglo y dando entrada a las últimas canciones de la velada Andrés tocaría “Nina”, “Despiértame”, “320 días” y “Suéltame”, mientras que ya el fastidioso asistente masculino seguía pidiendo Walt Disney al cantante, entre la audiencia los asistentes masculinos fueron los destacados de la noche, se escuchaban, —“Te amo cabrón”, “Te amo Andrés”, “Te rifaste cabrón”—, se hacían escuchar de todos lados, y les aseguro que ellos que pueden recordar van a conservar en su memoria la noche en la que el público fue como ningún otro y entre cerveza, palomas y mojitos embriagantes, no se compararon con la sensación de presenciar un espectáculo que el público disfrutó de todas las maneras posibles.

Y se preguntarán qué sucedió con la pelirroja que extravió su teléfono, bueno, yo también, una duda que me carcomerá toda la semana, aunque espero que su novio sí le mande las fotos del concierto. 

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