Después de una etapa de pruebas y errores en el tan popular Universo Cinemático de Marvel que los llevó a experimentar con proyectos con tintes autorales en sus largometrajes así como a abrirse paso por primera vez en las series de televisión con resultados mixtos, el inicio de la Quinta Fase llega de la mano de Ant Man y la Avispa: Quantumania, donde el involuntario y chistoso héroe Scott Lang (Paul Rudd) vuelve después del problema con Thanos para dar pie a la exploración de universos subatómicos, ocultos y coloridos, además de un nuevo villano que promete ser más amenazante que el Titán Loco.
Si bien las anteriores entregas del Hombre Hormiga resultaban ser comedias ligeras no tan espectaculares o vistas a menor escala en comparación con las sagas de otros superhéroes, mucho de ello gracias a Lang y compañía, la cinta número 31 de Marvel y tercera del universo de este peculiar personaje presenta un giro en el tono y la visión de sus predecesoras. Aquí, Peyton Reed decide sacar a Scott de su realidad para llevarlo a la exploración de los multiversos, dando así con una parte del plano cuántico que trae inesperadas sorpresas y muchos excesos.
Una de las guías de este relato escrito por Jeff Loveness, guionista conocido por su labor en televisión al lado de Rick y Morty, es la relación entre Lang y su hija, Cassie (Kathryn Newton), misma que se vio truncada por el ‘chasquido’ y sus labores de héroe. Redimido y disfrutando de la paz después de salvar al mundo, Scott busca la reconexión con ella, que ahora se presenta como una adolescente dispuesta a meterse en problemas con tal de ayudar al que lo necesita.
Asimismo, el lado humano sigue tratando de explorarse a través de la relación entre Hope Van Dyne (Evangeline Lilly) y sus padres, en especial con Janet, quien parece haber ocultado muchos secretos de su pasado en el reino cuántico. Ese pasado oscuro se cierne encima del destino de nuestros héroes como una amenaza inevitable en Kang el Conquistador (Jonathan Majors), que no sólo busca cierta retribución sino la ayuda de los queridos protagonistas para ejecutar un plan maquiavélico.
Las cintas de Ant Man han dependido mucho del carisma de Paul Rudd, que en Scott Lang encontró un héroe a su medida. Aquí, ese lado cómico sigue pero se ve opacado en un relato que, si bien es de lo más colorido y exagerado que le hemos visto, contrasta mucho con el ambiente oscuro que este viaje al Reino Cuántico plasma. Esto no es coincidencia, pues la presencia de Jonathan Majors como Kang destaca, posicionándolo como el gran villano de esta nueva etapa con una presencia intimidante que promete ofrecer aún muchos dolores de cabeza en este multiverso que todavía no encuentra un rumbo determinado.
Otra adición en esta saga que sienta muy bien para la aventura es Katryhn Newton como Cassie, sumándose a otras talentosas actrices jóvenes en las que parece recaerá el futuro del Universo Cinemático de Marvel como Hailee Steinfeld (Kate Bishop) o Florence Pugh (Yelena/Black Widow). Su carisma es equiparable al de Rudd, además de que la interacción con los demás protagonistas resulta de lo más agradable en la cinta. Y es que ella, claramente busca seguir el ejemplo de su padre, recordando esa etapa del Ant Man aprendiz de la primera cinta.
Destaca también la construcción del Reino Cuántico, pues el diseño de producción explota mucho los colores y universos diversos vistos en el mismo. Además, añade un gran prisma de nuevos personajes que viven en este mundo mientras que la cinta explota el factor de la tecnología que involucra a nuestros héroes de formas que no habíamos visto antes. Esto se debe a ese escape del mundo real que brinda una visión más amplia de todo lo que la ciencia alrededor de Ant Man involucra desde siempre, llevándolo mucho más hacia una ciencia ficción a lo Marvel.
Pero esta tercera entrega también tiene sus respectivos problemas que radican en la falta de armonía entre lo amenazante y lo chusco. Eso se ejemplifica muy bien con M.O.D.O.K. (Corey Stoll, de vuelta), donde hacen de este personaje un chiste andante. Aunque la bastante mediocre serie animada de este villano y la esencia de las viñetas es un tanto absurda, aquí no se aterriza de buena forma. Lo mismo pasa con el relato, que va del factor humano de la familia a convertirse en un compendio de la trilogía original de Star Wars en un solo filme de dos horas.
Es ahí donde la aventura del Hombre Hormiga encuentra ese talón de Aquiles, pues si bien resulta una estupenda presentación para el nuevo antagonista estelar de Marvel, se olvida de repente de darle la profundidad a ese relato de familia y ese humor característico de este personaje, algo de lo que nos han ofrecido guiños pero jamás ha sido del todo explotado. Esto causa que, cómo no, el filme caiga en los lugares comunes y el error más grande de Marvel: la constante repetición de los clichés y el sacrificar la historia en aras de algo más grande que sus protagonistas.
A ello se le suma esa mala calidad en los efectos especiales, sobre todo en secuencias de acción que podrían lucir impresionantes pero a ratos deslucen por lo mal que se ven visualmente, causando más una risa involuntaria que un gran impacto. Este problema parece invadir a todo el multiverso de Marvel desde hace ya tiempo, mismo que debería de recurrir a efectos más prácticos antes de que la calidad de sus visuales parezca algo sacado del cine serie b de los 50.
Con todo y sus problemas narrativos, Ant Man and the Wasp: Quantumania ofrece lo que tenía que dar, el primer paso a algo más grande en un show donde los héroes son opacados por la figura de un villano prometedor. Si bien es un capítulo más sólido que muchas cosas hechas en la anterior fase del MCU, la tercera parte del Hombre Hormiga se posiciona meramente como un entretenimiento que ofrece algunos guiños a los cómics pero cuyas dos escenas post créditos pueden causar más emoción que las dos horas que este psicodélico viaje ofrece.
Copyright © 2023 La Crónica de Hoy .