El guionista mexicano Guillermo Arriaga y sus hijos, Mariana y Santiago, se han reunido en el Festival de Venecia para presentar A cielo abierto, el primer guion del escritor, anterior a Amores perros (2000), y que sus vástagos encontraron por casualidad rebuscando en los cajones de su casa.
“Estoy muy orgulloso de trabajar con ellos”, afirma Arriaga, padre en una entrevista con EFE el día de la presentación de la obra, que compite en la Sección Horizontes de la Mostra, la segunda en importancia y dedicada a las nuevas vanguardias artísticas.
A cielo abierto es el periplo de venganza de dos hermanos (Theo Goldin y Maximo Hollander) en busca del camionero que mató a su padre en un accidente de tráfico, una odisea que los empujará a una profunda reflexión sobre sus temores y preocupaciones más íntimas.
Se trata del primer guion de Arriaga, escrito en los noventa antes de su trilogía con Alejandro González Iñárritu -Amores perros; 21 gramos (2004) y Babel (2006), pero nunca se rodó por desavenencias con la productora que había comprado los derechos por 15 años.
“Yo había acordado con la productora que lo dirigiría yo, pero nunca me lo ofrecieron. Me traían directores y yo les decía que yo era director”, refiere el patriarca.
Al final, este texto con la tragedia de dos hermanos quedó en una caja hasta que Santiago lo encontró y, aprovechando que los derechos habían expirado una década antes, decidió llevarlo a la pantalla.
“Un día ayudando a mi madre en la casa a ordenar papeles y demás, me encuentro con un manuscrito en la máquina de escribir. Me lo llevo para digitalizarlo y que no quede solo en un papel, lo leo y me parece fascinante”, recuerda Santiago, a sus 30 años.
A su lado, su hermana, Mariana, año y medio mayor, subraya que A cielo abierto fue una historia que su padre “siempre pensó dirigir, pero luego cuando se lo planteamos —dice— empezó a considerarlo”.
Acto seguido se lo comentó y, tras revisarlo para refrescar la mente, animó a sus hijos a recuperar los derechos y ponerse manos a la obra. Y así han llegado a Venecia.
La obra transpira también los recuerdos de la familia Arriaga, sobre todo los viajes al norte del país, como el que emprenden los dos hermanos de la película.
“La prioridad en casa con nuestro padre y nuestra madre siempre fue salir a conocer México y siempre por carreteras. Y Coahuila, especialmente Piedras Negras, era un lugar al que íbamos mucho”, explica Mariana, la hermana mayor, de 32 años.
Precisamente el coche y la carretera son la base de esta película que nació hace tres décadas de un trauma del realizador: un accidente de automóvil “que se convirtió en una obsesión”.
Pero sus hijos la han llevado a Venecia no solo para hablar de la culpa, la venganza o la redención, sino también para “retratar estas decisiones impulsivas que todo el mundo toma en la adolescencia, donde uno no se cuestiona sobre las posibles consecuencias”, afirma Santiago.
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