Escenario

‘Beau tiene miedo’: Lo emocionante de ver a un artista tener la libertad de plasmar un pensamiento enfermizo

CORTE Y QUEDA. El nuevo filme de Ari Aster, es un ejercicio fílmico que busca incomodar al espectador, pero con un juego creativo lleno de angustia

Joaquin Phoenix en Joker
Fotograma de 'Beau tiene miedo'. Fotograma de 'Beau tiene miedo'. (CORTESIA)

Beau tiene que enfrentarse a sus miedos y paranoias al aventurarse en una épica odisea para llegar a casa de su controladora madre.

La película Beau tiene miedo, tiene como antecedente su propio cortometraje realizado en 2011 donde el personaje principal enfrenta sus miedos y la psicosis dentro de su hogar y donde toma la inspiración original para llevarlo a un largometraje. Debido a que se estaría realizando este filme por derechos de autor, A24 retiró el material de todas las plataformas digitales y ya no es accesible a él.

El cineasta Ari Aster sabe hacia dónde encaminarse después de haber realizado el enrevesado cortometraje The strange thing about The Johnsons y ganándose el corazón de los fanáticos del género de terror donde Hereditary y Midsommar se volvieron prácticamente de culto y que son imperdibles, y que en su tercer película no escatima en recursos narrativos (y de presupuesto) para contar una retorcida historia sobre los traumas que uno genera desde la niñez y la influencia materna que puede desembocar terribles pesadillas.

Considerar una película de A24 es asegurar la calidad de la misma y que después de los éxitos que tuvo en premios y festivales con Todo en todas partes al mismo tiempo y La ballena, confía plenamente en la gente a quien abre sus proyectos y las ideas que estos quieran desarrollar facilitando sets, producción y que deje de qué hablar aún después del estreno y con este filme no hace la excepción con sus tres horas de duración que te lleva a un vivencial incómoda acerca del estado mental de su protagonista.

Joaquin Phoenix interpreta a Beau Wassermann de mediana edad, desaliñado que quiere desahogar sus traumas con su psicólogo (Stephen McKinley Henderson) por el trauma de visitar a su madre en el aniversario luctuoso de su padre, uno pensaría que al ser hijo de una magnate de negocios tendría una vida acomodada, sin embargo nos lleva a un sucio barrio donde la violencia está al asedio de su día a día y que decisiones que toma desde el inicio lo harán sentir culpable aunque no todas de manera consciente, y que al no poder encontrar las llaves de su casa lo llevará a una serie de circunstancias fuera de su zona de confort donde interiorizará sobre sus propios demonios, traumas y lo terriblemente agotador que puede ser llegar a un punto de destino marcado por terceras personales.

A comparación de la “jovialidad” que vimos en Joker, Phoenix muestra un personaje muy apaciguado que expone todas sus ansiedades y miedo a veces sin decir una sola palabra, fue un personaje tan cuidado y trabajado donde más que sentir empatía te hace caer en la pena ajena por la humillación a la que está diariamente enfrentándose tanto de terceros personajes como de él mismo. 

Nathan Lane deja la comedia de lado para encarnar a un cirujano, cada cura se paga con un alto costo, Amy Ryan roba protagonismo por completo con los monólogos hacia el final de la película, imponiendo su palabra sobre el resto demostrando que el control siempre está donde esté parada e intimidando constantemente, y por último Armen Nahapetian quien recientemente en redes hay comentarios acerca de su apariencia por ser demasiado parecido a Joaquin Phoenix y que ha tenido que salir a aclarar que no es una IA o confundido con CGI.

El diseño visual te hace sentir incómodo en cada espacio, no da la sensación de seguridad en ningún lado haciendo dudar a veces sobre si lo que está ahí es real o solo una locura que servirá más tarde, la idea es tener encadenado al espectador con el protagonista sin poder cortar lazo con él, como en las mini historias dentro de la cual el diseño de arte tuvo un momento tan espectacular usando animaciones y efectos prácticos para contar un relato dentro de la historia principal y no perderte en el camino más de lo necesario, ese doloroso sendero que tiene que cruzar en que no hay paz ni tormenta, solo vida atravesando la existencia de uno mismo.

Con casi tres horas, Beau tiene miedo padece de un tiempo de ejecución extremadamente largo. Aster demuestra su dominio sobre la creación de un paisaje sonoro angustioso también visto en sus dos anteriores proyectos, (la secuencia de apertura antes de la tarjeta de título de la película es un destacado particular, junto con las calles que suenan casi como una zona de guerra) y el impresionante diseño de producción (parece haber una metáfora visual oculta en casi todas las escenas) hacen todo lo posible para mantener su interés contra el ritmo enojoso de la película. Si bien nunca es aburrido y siempre te mantiene al borde de tu asiento preguntándote qué podría pasar después, en una era en la que los creativos juegan principalmente a lo seguro, es emocionante ver a un artista tener la libertad de dejar que cualquier pensamiento enfermizo que esté dentro de su cerebro.

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