Compitiendo en la sección de Orizzonti de la edición 79 del Festival Internacional de Cine de Venecia, la coproducción Chile-México, Blanquita, dirigida por el cineasta chileno Fernando Guzzoni, se presentará en el encuentro fílmico con un thriller basado en hechos reales suscitados en el país sudamericano, algo sobre lo que nos habla tanto el director como su productor el mexicano Pablo Zimbrón.
Blanquita (Laura López) se ha encargado de denunciar una red de abuso sexual a menores la cual involucra a importantes figuras políticas y empresariales de Chile, lo que iniciará una profunda y tormentosa investigación que desencadenarán peligros y amenazas para ella, viviendo en una constante incertidumbre alrededor de este escándalo.
Al adentrarse con una historia que mezcla una realidad de impacto social mediático con una propuesta cinematográfica, deben tomarse en cuenta un conjunto de factores que logren aterrizar el objetivo de la producción, ya sea de corte documental o protestatario, para no quedarse a mitad de camino en el propio discurso, siendo algo que el realizador tomó mucho en cuenta para la construcción de la cinta que competirá en el ya mencionado festival italiano:
“En general, el proceso de creación sostuvo casi siempre el mismo espíritu, así como el mismo mensaje. Esta es una historia de ficción basada en un hecho real, con un proceso de desarrollo y financiamiento que se vio cruzado por la pandemia, lo cual alentó toda la producción, pero esto no logró que perdiera su naturaleza alrededor de un thriller político cimentado en la figura de Blanquita, quien realiza una denuncia contra una red de pedofilia la cual involucra a importantes políticos” contó el director respecto a la cinta.
Fue en 2004 cuando el “Caso Spiniak” salía a la luz ante el pueblo chileno, convirtiéndose en un estallido político de altos alcances y que abriría una caja de pandora que cuestionaba las prácticas de los altos mandos de Chile:
“Este caso fue mucha envergadura mediática en Chile, el cual poseía muchos ángulos para poder ser abordado, y si tomamos mucho de la historia real para realizar la película, sin embargo, también posee mucha licencia de ficción, sobre todo en el plano temporal, ya que aterrizamos la trama en un contexto más contemporáneo”, explicó el realizador.
El caso adaptado al largometraje puede llegar a conectar con muchos países latinoamericanos, e incluso en un plano más internacional, convirtiéndose en un discurso y conflicto más global lo cual interesó al productor mexicano Pablo Zimbrón como para agregarse al grupo de trabajo de la producción:
“Lo que me atrajo mucho cuando leí el guion fue el hecho de que se estableciera como un thriller, aunado al hecho de que es un caso muy crudo que proyecta – de forma interesante – los costos del poder, y que se ve repetido en diferentes contextos. Yo no conocía la historia sobre la cual está basada la cinta, y al investigar a profundidad, pude percatarme de la magnitud del caso y su absoluta relevancia”, describió el productor sobre su mayor interés al involucrarse junto al equipo de trabajo de la cinta competidora de Venecia.
Y es justo el mensaje directo que posee este trabajo el cual puede llegar a calar hondo en las altas esferas de poder político, no solo de Chile, sino de muchas otras zonas del planeta, siendo uno de los puntos que el equipo consideró para su posterior estreno en salas de un corte más comercial:
“No creo que puedan existir conflicto a futuro, ya que en el fondo la película tiene una mirada muy respetuosa y no revictimiza a los involucrados en el caso, mucho menos se trata de una provocación gratuita; la intención de la historia es desnudar la impunidad estructural y los vacíos en los aparatos de justicia que ocurren en nuestro panorama social latinoamericano, donde en muchas ocasiones las instituciones no funcionan como desearíamos, llevándonos a una reflexión sobre dicha violencia estructural”, analizó el también guionista del filme.
Después de sus trabajos anteriores como el documental La Colorina (2008) o Carne de Perro (2012), Fernando entra en un momento de retrospectiva para compartirnos aquellos temas de interés, así como la evolución que él considera que ha logrado a través de sus trabajos como realizador:
“He conservado una línea que busca complejizar la realidad e instalar grises en zonas que son un poco incómodas – en general – para el poder, siendo en este sentido donde he sostenido una mirada propia. Hablando específicamente de este trabajo, existe una exploración distinta de género más marcada, lo cual brinda elementos o herramientas nuevas respecto a mis anteriores trabajos”, profundizó Guzzoni sobre la transición que ha logrado en sus trabajos.
Los claroscuros que exponen los dirigentes de Latinoamérica nos llevan a una constante crítica sobre su accionar, pretensiones y decisiones que afectan a millones de personas, algo que tanto Blanquita como otras cintas a lo largo de la historia, se han encargado de desmenuzar y muchas veces usar como vía de protesta para generar cambios estructurales y de raíz:
“Creo que es un error pensar que todos los políticos son malos, o que la política no sirve; al contrario, yo creo que es funcional, sin embargo, como cualquier ejercicio humano, estas prácticas están sujetas a los intereses de las personas, lo cual puede llevar a una reducida ética o conducir a ciertas conductas que uno puede reprochar. Aún con lo anterior, yo considero que muchas de las transformaciones vienen derivadas de la política”, aseguró el director participante del festival veneciano.
La producción posee un trabajo en conjunto de dos distintos países, lo cual siempre brindará una oportunidad perfecta para romper las etiquetas sobre aquellos prejuicios existentes por un estilo específico de cine derivado de un país, y algo de lo cual Zimbrón como productor puede opinar desde su amplia experiencia:
“Siempre he tenido un tema con esto, ya que tanto en Europa como en otras regiones, engloban el cine latinoamericano como uno solo, sin hacer distinción de temáticas que pueden surgir en los distintos países que nos conforman como hispanohablantes; si tiene un valor establecer la raíz de origen de una cinta, pero también debemos entender que el cine busca una universalidad, siendo algo que yo busco constantemente con mis películas, para que no se quede como un discurso local”, sostuvo el productor del largometraje.
“Creo que sigue habiendo cosas extrañas con estas llamadas ‘etiquetas’, sobre todo en trabajos como este que es una coproducción con cinco países, en donde todas las partes involucradas tuvimos la oportunidad de participar creativamente con el director, siendo algo que enriquece mucho los proyectos”, agregó Pablo sobre las distinciones hechas por parte de audiencias externas.
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