En sus casi dos horas, Civil war, la más reciente película distópica del cineasta Alex Garland, enseña con gráficas imágenes cómo los estadounidenses se matan entre ellos en una ficción que ha dejado tanto a críticos como a espectadores con sensaciones encontradas por presentar una realidad cada vez más creíble en Estados Unidos.
En la película -que toma lugar en un Estados Unidos no muy lejano- un grupo de periodistas y fotógrafas viajan en búsqueda de una exclusiva desde Nueva York -donde reinan las protestas, atentados y el caos- hasta el Despacho Oval, donde un presidente fascista (interpretado por Nick Offerman) que se designó a sí mismo para un tercer mandato está a punto de ser derrocado violentamente.
“La trama nos llega con una avalancha de detalles tan breves y vagos que no puedes evitar sospechar que son en gran medida irrelevantes”, reza en su crítica The New Yorker.
En uno de estos vagos detalles -que al espectador le llega a modo de flashback o en pedazos de conversaciones- la película apunta que Texas, estado tradicionalmente conservador y republicano, y California, liberal y demócrata, han unido fuerzas para derrocar al presidente.
En respuesta, el presidente llamó a sus tropas y lanzó ataques aéreos contra ciudadanos estadounidenses.
Lo que sí se ve es la violencia, la pobreza y anarquía que reina en Estados Unidos, imágenes capturadas con detalle en las cámaras de la renombrada fotógrafa de guerra Lee (Kirsten Dunst) y Jessie (Cailee Spaeny), una joven aspirante a fotógrafa.
Algunas de las imágenes que Lee y Jessie capturan son las de estadounidenses ahorcados después de haber sido torturados, edificios bombardeados, aceras empapadas de sangre, carreteras que se han convertido en un cementerio de vehículos y guerrillas disparándose entre sí.
La película, que se estrenó el 12 de abril, cuenta este domingo en Rotten Tomatoes con una puntuación del 83 %, por parte de los críticos registrados, y de un 77 %, por parte de la audiencia general.
“Civil War captura un sentimiento de impotencia propio del siglo XXI. La guerra simplemente es el infierno. Las razones, la causa, todo es irrelevante”, anota en el foro de Rotten Tomatoes, Eli Glasner.
Por su parte, Zachary D., otro usuario verificado de la plataforma, señala que esta no es una película sobre política. “Muestra el odio y caos que ocurre con bastante facilidad en todo el mundo”, añade.
Algunos espectadores coinciden que la cinta no trata realmente sobre Estados Unidos, ya que “es intencionalmente apolítica”, aunque el discurso guerra-civilista en el país cada vez es más común debido a la polarización política que experimenta.
“Es una película contra la guerra, principalmente sobre la crueldad de la guerra, en la que la guerra se traslada a los EU únicamente para impactar”, concluye.
El filme ha obtenido críticas negativas pese a que lleva al extremo el cisma que está experimentado el país entre los conservadores y los progresistas y los desafíos de algunos estados como Texas al Gobierno federal.
“Civil War presenta un estado de desunión sorprendente pero confuso”, anota en su crítica The New Yorker; “Civil War no tiene motivos por los que luchar”, coincide Vanity Fair; mientras que The New York Post va un paso más allá y describe la cinta como “una película tortuosa, sobrevalorada y sin sentido”.
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