Hace 15 años comenzó la historia de un estudio de animación que se ha convertido en uno de los más destacados del tipo. De nombre Laika y con títulos en su haber como Los Boxtrolls, Paranorman o Kubo y la búsqueda del samurai, ha creado un legado por demás interesante que ha mostrado la belleza detrás de la magia del stop motion. Pero nada hubiera pasado de no ser por esta primera cinta que marcó un gran inicio y se ha convertido en todo un clásico: Coraline.
Basándose en el cuento del siempre imaginativo Neil Gaiman (Stardust, American Gods), Coraline es la historia de una joven aburrida que descubre que la pared tapiada tras una puerta de su piso conduce a otro mundo, con otra madre y otro padre. Todo comienza cuando la joven atraviesa esta puerta secreta en su nuevo hogar para descubrir una versión alternativa de su vida.
Acompañada por un fiel gato negro, a primera vista pareciera que esta realidad paralela es muy parecida a su vida real, pero mucho mejor. Pero cuando esta fantástica aventura se vuelve peligrosa y sus falsos padres intentan retenerla para siempre, ella deberá confiar en su ingenio, determinación y valentía para volver a casa y salvar a su familia.
Este filme, dirigido por Henry Selick, cumple 15 años y Cinépolis lo celebra agregando material adicional y remasterizando la película como nunca antes se había visto en cines. Si esto fuera poco, cabe recordar que Selick es el director que dio vida a aquella locura burtoniana de 1993 llamada El extraño mundo de Jack, además de tener otra gran adaptación de un cuento infantil que es poco apreciada, Jim y el Durazno Gigante, lo cual garantizaba no solo calidad detrás de la cámara sino también a alguien bastante experimentado con el stop motion.
Dakota Fanning dio voz a Coraline en la versión en inglés y Ximena Sariñana prestó su voz para el doblaje. La rebeldía de ambas personalidades, provocó que mucha gente conectara con lo que estaba viviendo como niña y sus motivos para tomar decisiones que no afectaran al mundo real.
Teri Hatcher, John Hodgman y Keith David, como la madre, padre y el gato, respectivamente, también mostraron lo multifacéticos que pueden ser sus voces para representar dos versiones diferentes de sí mismos e impregnar el miedo y seguridad de cada uno en los papeles. Su contraparte en el doblaje para Latinoamérica llegó a cargo de Patricia Palestino, Rubén Cerda y Blas García, quienes no se quedaron atrás en el esfuerzo.
Antes de dar ese gran salto que movería el mundo de la animación dominado por Pixar y Dreamworks, por más de cuatro años, Laika trabajó en lo que sería su primer largometraje stop motion, esto a través de la realización de más de 200 mil fotogramas para lograr el material final, cada uno de ellos cuidadosamente creados para lograr sus expresiones faciales y asimismo conseguir esa energía vibrante y de escalofríos con los escenarios, todo construido a debida escala.
La tecnología que se usó en esa época era más artesanal que con la que se cuenta actualmente. Los animadores del estudio se juntaron para recrear algunas de las escenas y poder mejorar el material de origen, pero incluso desde la posición de la ropa hasta la textura del cabello, fue trabajado con distintas técnicas que actualmente no son tan fáciles de recrear debido a su delicadeza y constante desgaste de las figuras, lo cual hace de esta cinta un logro artesanal impresionante que, no en balde, sigue marcando a la gente.
Los sets de Coraline están meticulosamente diseñados, con atención al detalle, creando todo un entorno inmersivo. La casa en la que habita, tanto en el mundo real como en el alternativo, está repleta de pequeños detalles que enriquecen la el mundo que rodea a esta peculiar niña de cabello azuloide.
El diseño del “otro mundo” es particularmente notable por su estética surrealista y a menudo inquietante, utilizando texturas y patrones que contribuyen a la atmósfera fantástica y perturbadora de la película, como esa escena de las telarañas en donde la geometría y el uso de blanco y negro remiten incluso al expresionismo alemán de los años 20, aquel donde las sombras ocultaban el miedo.
Además, Bruno Coulais, junto con la banda They Might Be Giants, crearon la música que acompaña este filme dando un toque muy distintivo a la película. Y es que cada pieza musical fue tan precisa para externar el peligro que enfrenta la protagonista que incluso llega a engañar al espectador para creer en la madre del otro mundo como aquello que Coraline no encuentra pero está desesperada de conseguir en su mundo real.
Selick logra una combinación de terror gótico y fantasía oscura que ha influido en muchas otras películas de animación y medios de entretenimiento que buscan explorar temas más oscuros y complejos, marcando incluso la pauta o estilo de lo que fueran sus siguientes producciones salvo Missing Link. Sin embargo, no cabe duda de que Coraline es un filme que, a pesar de los años, sigue dando de qué hablar por el estudio y cuidado que se tuvo al realizarla.
Si bien ya otras películas habían comenzado ese camino, esta adaptación de Gaiman demostró que había mucha historia que se podía contar con esta técnica de animación, haciéndola visualmente impresionante y sin temor a abordar temas más profundos y maduros. Sacudiéndose la imagen linda de Aardman Studios y su stop motion pulcro e inocente, Coraline fue y seguirá siendo el pilar con el que se forjó un nuevo estudio qué le abrió puertas a esas nuevas narrativas dentro del mundo de la animación.
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