Escenario

‘La Crónica Francesa’: La exquisitez visual de Wes Anderson, sin más

Tras recibir una ovación de 9 minutos en el Festival de Cannes, el filme finalmente llegó a salas mexicanas

reseña

Foto:

Foto:

Especial

¿Qué tienen en común el legendario cocinero de un comisario de policía, un artista enloquecido y en reclusión, un joven con ansias revolucionarias y un periodista efectuando un tour en bicicleta por una hipotética ciudad francesa? Que todos ellos —y sus historias— forman parte de ese gran retablo barroco intitulado La Crónica Francesa, la nueva película del cineasta estadounidense Wes Anderson.

El pretexto para integrar estas historias en un mismo lugar es el diario que da nombre al filme: The French Dispatch of the Liberty, Kansas Evening Sun (en su título completo y original), un periódico estadounidense editado en una ficticia ciudad francesa.

Arthur Howitzer Jr. (Bill Murray), dueño y editor de esta publicación, muere repentinamente de un ataque al corazón. Y conforme a sus deseos, el periódico deberá cerrar sus puertas tras imprimir una última edición para despedirse formalmente de sus lectores, reeditando en ella varios artículos acompañados de un obituario.

A partir de esta anécdota, Anderson desarrolla una antología, en donde cada reportaje escrito por distintos colaboradores del diario, es representado en forma de un relato corto.

Iniciando con Herbsaint Sazerac (Owen Wilson) quien ofrece a los lectores un tour en bicicleta por varios lugares emblemáticos de Ennui-sur-Blasé —el poblado francés imaginario donde ocurre la trama—, y mientras lo hace, evidencia que en esos sitios las cosas han cambiado con el tiempo, solo para permanecer igual.

‘La Crónica Francesa’: La exquisitez visual de Wes Anderson, sin más

 

   

En “La Obra Maestra de Concreto” (“The Concrete Masterpiece”), la periodista de arte J.K.L. Berensen (Tilda Swinton) narra la historia de Moses Rosenthaler (Benicio del Toro/Tony Revolori), un artista apasionado que, tras un arranque violento y homicida, es encerrado en prisión, desde donde continúa trabajando mientras sostiene una relación muy particular con Simone (Léa Seydoux), su celadora/modelo/musa.

La aparición de Julien Cadazio (Adrien Brody), un negociante y mercenario del arte, altera la aparente vida armónica de Rosenthaler, orillándolo gradualmente a concebir su mejor —y más inalcanzable— obra de arte.

La columnista Lucinda Krementz (Frances McDormand), en su artículo intitulado “Revisiones a un Manifiesto” (“Revisions to a Manifesto”), hace el seguimiento de una serie de protestas juveniles que derivan en un movimiento al que se denominó La Revolución del Tablero de Ajedrez, pero termina alejándose de la objetividad y la ética periodística cuando se involucra sentimentalmente con el líder estudiantil Zeffirelli (Timothée Chalamet), a quien ayuda a redactar un manifiesto que será el detonador de una serie de eventos inesperados.

Finalmente, el escritor y colaborador de La Crónica Francesa, Roebuck Wright (Jeffrey Wright) relata en “El Comedor Privado del Comisionado de Policía” (“The Private Dining Room of the Police Commissioner”) los eventos que tienen lugar durante una cena privada con el comisario de la policía de Ennui (Mathieu Amalric), preparada por el teniente y gran chef Nescaffier (Stephen Park).

La reunión transcurre con tranquilidad hasta que el comisionado se entera que su hijo Gigi (Winston Ait Hellal), ha sido secuestrado por un grupo de maleantes que exigen un rescate. Ese hecho terminará en una frenética búsqueda del menor y sus captores por toda la ciudad, culminando en un enfrentamiento con estos últimos, en donde Nescaffier desempeñará un papel clave.

Lyna Khoudri, Frances McDormand y Timothée Chalamet.

Lyna Khoudri, Frances McDormand y Timothée Chalamet.

Twentieth Century Fox

Estos pequeños relatos son unificados a través de una mirada nostálgica y romántica sobre el periodismo, nacida de la devoción que Anderson profesa por el prestigioso semanario The New Yorker, la cual lo lleva incluso a crear personajes basados en colaboradores reales de la revista, como James Baldwin o Joseph Mitchell por mencionar solo dos ejemplos.

Tales personajes son homogeneizados —y enriquecidos— por la imaginería visual que es sello característico del cineasta: una obsesión por la simetría presente tanto en la composición de sus imágenes como en sus movimientos de cámara, la predominancia de colores pastel, decorados cuidados hasta el mínimo detalle, y una puesta en escena muy teatral por un lado, pero también muy pictórica; que exige al espectador tomarse un tiempo para poder ver todos y cada uno de los elementos que aparecen a cuadro.

Tampoco podía faltar la presencia de un numeroso cuadro de primeros actores como parte de un extenso cast —algunos de ellos nombres recurrentes en su filmografía—. Así que, a los nombres antes mencionados se suman Liev Schreiber, Edward Norton, Saoirse Ronan, Elisabeth Moss, Jason Schwartzman, Anjelica Huston, Christoph Waltz, Henry Winkler, Bob Balaban, Denis Menochet, Lyna Khoudri, e incluso el músico Jarvis Cocker, quien presta voz a uno de los personajes. Todos ellos ensamblando un enorme coro bajo la dirección de Wes, donde cada uno toma parte, aunque sea fugazmente.

Quizá la parte más floja de La Crónica Francesa reside en su guion, ya que, aunque visual y narrativamente las historias mantienen cierta cohesión, algunas de ellas no son tan eficaces como otras, e incluso parecen meras bagatelas.

El epílogo —con el obituario— también resulta un cierre no muy bueno, haciendo que la película no se perciba tan redonda en relación con otras obras del realizador. Pero estos elementos son subsanados por la agilidad en el ritmo de la trama, por varios gags efectivos y, sobre todo, por lo estimulante que resulta la estética audiovisual de Anderson, la cual consigue momentos de genuina pureza cinematográfica.

Este trabajo se asemeja a una tabla con exquisitos quesos y finas carnes frías, acompañada de un buen vino: no es algo que necesariamente nutra, pero saborearlos cuando se da la ocasión siempre es un irresistible placer y una delicia al paladar.