El director alemán Tilman Singer regresa con su segundo largometraje después de la impredecible locura de su ópera prima, Luz (2019). Teniendo su debut americano en el marco del Festival Fantasia 2024 y traída rápidamente por Cine Caníbal, Cuckoo llega con una propuesta que parece repetir en forma la visión narrativa del realizador y guionista, creando una locura que hace honor a su título original.
Gretchen (Hunter Schafer) es una joven que es obligada a pasar un tiempo de vacaciones en medio de los alpes bávaros al lado de su padre (Martin Csokas), su madrastra (Jessica Henwick) y su media hermana Alma (Mila Leu).
Sin embargo, su rebeldía y el dolor de la pérdida la hacen querer escapar del lugar, algo que no será sencillo tras la aparición de un extraño ser que parece perseguirla a todos lados por las noches. Así, Gretchen tendrá que ver la forma de huir de este nido demencial antes de que sea demasiado tarde.
Como en su ópera prima, Singer logra crear en Cuckoo una bizarra atmósfera que oscila entre el suspenso y el absurdo, coqueteando por momentos con la mirada surrealista de David Lynch en su aclamada serie Twin Peaks (1990-1991), pero diferenciándose de la misma gracias al extravagante diseño sonoro y a la presencia de un doctor medio loco en Herr Koning (Dan Stevens), que además es el extremadamente raro dueño del lugar.
La primera parte de esta cinta muestra un gran manejo del suspenso al crear una incertidumbre total que atrapa no sólo a Gretchen sino al espectador mismo. Es a través de los extraños hechos que suceden alrededor como huéspedes vomitando en la recepción de la nada y la presencia de un penetrante ruido que provoca consecuencias en quién lo escucha, que esta cinta genera varias preguntas sin respuesta. Singer así logra establecer esa sensación de desesperación que funciona muy bien… hasta que todo enloquece de forma inimaginable.
Es para el segundo acto donde las piezas mostradas de repente adquieren un ritmo frenético lleno de sin sentidos y absurdos. Y es que, como en Luz, el director y guionista alemán no está interesado en explicarte las razones ni los porqués, sino simplemente se mete en una espiral donde el suspenso pasa a una sensación de extrañeza que tiene cabida para el absurdo total y la exageración de las situaciones a un punto verdaderamente enloquecido que nunca queda claro si es a propósito o simplemente incidental.
Y no es que el guión del mismo Singer no tenga elementos interesantes en Cuckoo, empezando por la pérdida y la cuestión del lazo inquebrantable entre madres e hijos, mismo que es corrompido de cierta forma por la bizarra introducción de la especie de ave que da nombre a la cinta y las ambiciones de un rol científico que tiene mucho en común con el Dr. Moreau de Wells no sólo en sus ideas y experimentos interespecies sino en el excesivo rol risible pero memorable de Dan Stevens y su Koning, recordando a aquellos personajes similares de la ciencia ficción de los años 50 y 60.
Schafer muestra que hay mucha vida después de Euforia al darle un aire de inocencia convertida en locura, miedo y extrañeza a su Gretchen. Es con ella que este relato retorcidamente sin sentido respira de buena forma. Su personaje padece casi todo mal que a una víctima de cualquier cinta puede sucederle y lo abraza con soltura.
Al lado de ella está Dan Stevens, que nuevamente demuestra ese potencial como antagonista creando a Koning con las bases de aquellos científicos locos que, conforme la cinta avanza, se convierte casi en un cliché caricaturesco que resulta divertido.
El diseño sonoro con música estridente y un efecto que resulta bastante desesperante ayudan a enaltecer la locura de una historia que se convierte en un tremendo sin sentido, algo que al realizador alemán parece sentarle bien.
Y es que, desde los mismos detalles en el diseño de producción y ambientación donde existe una mezcla de una esencia retro con teléfonos y grabadoras viejas pero que no descarta el uso del celular, por ejemplo, brindan un choque atemporal que pareciera ser parte de una realidad distorsionada.
Eso mismo sucede con ciertos movimientos de cámara en momentos clave del relato así como encuadres que respetan la esencia del terror que suele manejar Singer, dependiendo, eso sí, mucho de los rostros y la expresividad corporal. Eso es notorio en el diseño de la misteriosa “mujer del abrigo”, una perturbadora imagen que poco a poco es revelada en la trama sin tener realmente una justificación plausible de qué, cómo o porqué actúa como lo hace y está ahí presente.
Esa es justamente la virtud y debilidad del filme, pues Singer decide retar al espectador al ofrecer un último acto climático que desborda demencia. Y es que después de crear una atmósfera efectiva de suspenso, el alemán tira la casa por la ventana al darse el lujo de no explicar nada de las rarezas que suceden.
Si bien hay algunas ideas que suelta en breves diálogos que parecen aclarar el panorama, al final todo se vuelve un tremendo embrollo exagerado de violencia, humor negro y sin sentido que puede resultar disfrutable para algunos y odioso para otros.
Si Shyamalan se jacta de ser el maestro de los giros de tuerca, tal parece que Singer está haciendo suyo ese estilo loco de detonar siempre sus últimos actos y dejar que el público viva la experiencia a pesar de la falta de sentido o congruencia.
Esto hace de Cuckoo una cinta de terror que hace honor a la locura de su nombre y también al guiño avícola que conlleva entre líneas, todo a través de un filme loco y entretenido que resulta sorpresivamente efectivo y hasta refrescante en el género.
Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .