La hermosa Sala Nezahualcóyotl de la UNAM se vistió de gala para recibir a un invitado muy especial. Ni más ni menos que al virtuoso del violín, el alemán David Christian Bongartz, mejor conocido como David Garrett, que puso pie en este recinto al lado de Franck van der Heijden en la guitarra y Rogier van Wegberg en el bajo con un programa dividido en dos partes para revivir temas icónicos de la música clásica.
Dejando atrás el show que normalmente acompaña a Garrett, el Iconic Tour se enfoca en armonizar y conjuntar piezas históricas que, aunque fueron pensadas para ser interpretadas en piano, guitarra, orquesta entera o algunas veces el violín, el popular violinista alemán y su compañero van der Heijden les han hecho arreglos, haciendo que los temas adquieran una frescura interesante mientras respetan la esencia de lo que los hizo grandes.
Haciendo de lado esa mezcla de rock y violín que lo caracteriza, Garrett y compañía optaron por un ambiente más íntimo en el que, con un simple juego de luces y velas artificiales, decidieron revivir la música clásica que ha marcado no sólo al violinista sino la historia misma convirtiendo la velada en un pasaje donde composiciones de los grandes virtuosos revivieron para una audiencia amplia que confiaba ciegamente en esta triada de artistas.
Acompañado de sus mejores instrumentos, esos violines Stradivarius y Guarneri, Garrett y sus colegas comenzaron una armoniosa velada a ritmo de “Sicilienne”, composición de Maria Theresia Von Paradis ante el estruendoso aplauso de recibimiento y el silencio que permitía resonar los movimientos del violín, el bajo y la guitarra de los presentes.
De muy buen humor, David tuvo una dinámica particular durante el recital que fue escoger algunas preguntas escritas por sus fans antes del show.
Ante la irreverencia de algunas como en qué hotel estaba hospedado hacia otras más interesantes, el artista no dejaba de lado la base de esta experiencia: la música, misma que continuó con un guiño a México al interpretar su versión de “Estrellita”, compuesta por Manuel María Ponce, zacatecano cuya pieza para concierto es famosa en todo el mundo.
Haciendo breves pausas entre cada tema donde aprovechaba para ahondar en la importancia que cada uno de los temas elegidos, el músico alemán adelantó que se viene una nueva gira más adelante en el año que dará inicio en su tierra natal y que seguramente lo traerá de vuelta a nuestro país el próximo año en un espectáculo diferente.
Continuó entonces ese conjunto de armonías y piezas famosas que lo llevó a interpretar un tema de sus compositores favoritos, Fritz Kreisler, quien afirmó que “su música siempre me inspiró a buscar mi propio camino”.
Así, el “Tempo di Minuetto” abrió paso a un bloque donde Camille Saint-Saëns fue el siguiente recordado con un fragmento de su Carnaval de los Animales, “The Swan”, así como la estridente y “Misteriosa Danza Macabra”, demostrando que la música de los grandes virtuosos es inolvidable.
A pesar de la aparente formalidad de la noche, David Garrett no dejó de mostrarse sencillo, complaciendo a sus fans que no dudaron en gritarle varias veces que lo amaban, una de ellas incluso causando impacto en el violinista, que aprovechó ese instante para afirmar que ama visitar el país.
Así, el primer segmento de dos seguía con una parte melodiosa y hasta romántica cuando la bella “Cavatina” de Joachim Raff, la balada irlandesa Danny Boy, y la linda “Songs my mother taught me” del maestro Antonin Dvorak, sonaron mientras el aplauso y el entusiasmo no paraban a la par de que el violinista, van der Heijden y van Wegberg continuaban entregándose ante el recinto de Ciudad Universitaria que lucía repleto para abrazar esta presentación tan diferente de su ídolo.
Vivaldi y Mozart fueron los elegidos para cerrar el primer bloque con el último movimiento de la “Sonata en A Mayor”, mejor conocido como “Ronda alla turca” así como el “Tercer movimiento del verano”, fragmento que forma parte de la memorable concierto de las Cuatro Estaciones del compositor veneciano. Sin embargo, al regreso, la buena vibra de esta triada de músicos entró de lleno con “Traumerei” de Robert Schumann, cautivando de inmediato al público.
Aquí, Garrett contestó otra pregunta de la audiencia, quizá la más destacada de todas, acerca de cómo podía mantener esa energía y positivismo en cada presentación, reconociendo que no siempre se logra. “A veces es difícil, pero trato de disfrutar una buena comida, de relajarme y mostrar la mejor actitud ante ustedes, que no se vea el jetlag ni el cansancio nunca”, afirmó ante el reconocimiento de sus seguidores.
La velada continuó con ese aire de remembranza de los clásicos, nuevamente con su lado más romántico al interpretar la delicada “Greensleeves”, recordando la magia de los sueños con “Aprés un Rêve” del compositor y pedagogo francés Gabriel Fauré junto a “Jeanie with the light brown hair”, canción que Stephen Foster, su creador, le compuso a su querida esposa, todo para regresar a la magia de los grandes clásicos siendo una de las piezas románticas de Dvorak y el siempre emotivo “Ave Maria” de Schubert los que comenzaban a anunciar el final de un recital tan grande como las piezas interpretadas.
Como último acto, el concierto icónico de Garrett tuvo su punto más activo al interpretar un poco de flamenco adaptado a su violín con la eufórica “Asturias” del pianista español Isaac Albéniz que puso a aplaudir a la gente, misma que continuó con el buen ritmo rompiendo cualquier clase de formalidad con “Tico Tico” del brasileño Zequinha de Abreu, emoción que no paró hasta tocar “Furious”, tema creado por Franck van der Heijden en el que él y Garrett lucieron el gran talento que ambos tienen, ocasionando el cansancio del alemán, que tuvo que tomar asiento brevemente para recuperar el aire mientras los aplausos resonaban en una Sala Nezahualcóyotl completamente entregada al trío.
Llegó la despedida con un ritmo gitano desde Bulgaria, pues “Hora Staccato” de Grigoras Dinicu marcaba el cierre de esta primera de dos noches de Garrett en este recinto del sur de la ciudad.
Pero el aplauso y la emoción fueron tan cálidos que David Garrett y sus aliados volvieron a escena para una última canción. “Debo decir que en ningún lugar había sentido esta pasión durante nuestro show. Muchas gracias a todos por estar aquí”, decía el alemán mientras el último adiós del que era su 111 vo concierto de esta gira se daba con la italiana “Bella ciao”, poniendo a aplaudir y corear a todos los presentes que durante dos horas recordaron la belleza que existe detrás de la música clásica gracias a la magia de un violín y su carismático intérprete.
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