Escenario

‘Desencantada’: Un convencional cuento de hadas tratando de volver a captar la magia

CORTE Y QUEDA. Amy Adams regresa al personaje de la princesa Giselle 15 años después del éxito de ‘Encantada’, sin embargo, aunque es una historia entretenida no consigue trascender

Madre sosteniendo a un bebé mientras mira con asombro junto a su esposo e hija
Fotograma de 'Desencantada'. Fotograma de 'Desencantada'. (CORTESÍA DISNEY)

En 2007 fue estrenada Encantada (Enchanted), una película de los estudios Disney en la cual, a consecuencia de un hechizo, la princesa Giselle (Amy Adams) viaja a través de un portal desde la mágica Andalasia hasta el Nueva York contemporáneo, donde debe lidiar con una realidad mundana que no comprende muy bien, y allí termina por enamorarse del abogado divorciado Robert Philip (Patrick Dempsey), decidiendo vivir su romance de cuento de hadas a su lado, en esa metrópolis.

Quince años después, la historia de Giselle y Robert es retomada en Desencantada (Disenchanted), tardía secuela en donde, desde el primer minuto, se plantea que la famosa sentencia “...y vivieron felices para siempre” es meramente relativa, y los cuentos de hadas no siempre concluyen con el matrimonio entre la princesa y su príncipe azul. Y justamente, la trama arranca unos años después de los eventos acaecidos en la primera entrega, cuando la pareja ya ha concebido una bebé, y por otra parte Morgan (Gabriella Baldacchino), hija producto del matrimonio previo de Philip, se ha transformado ya en una jovencita.

Estos cambios han hecho la vida de la pareja protagónica un tanto más complicada, al procurar cuidados especiales a la menor; lidiar con la actitud algo cínica y displicente de Morgan y otros cambios propios de su edad; y experimentar un cansancio crónico, resultado de sus agobiantes obligaciones domésticas y laborales. Todo ello hace que en el corazón de Giselle vaya creciendo día con día un sentimiento de añoranza por su anterior -y encantado- hogar.

Tratando de mejorar su situación, ella y Robert toman la decisión de mudarse de su apartamento a una casa más grande, ubicada en un suburbio llamado Monroeville, en donde la ama y señora es Malvina Monroe (Maya Rudolph). Allí, la otrora princesa intenta vivir su vida ideal, pero las cosas no le salen como esperaba. Contrariada, desea con todas sus fuerzas que su vida actual y el lugar donde viven, sean igual al de los cuentos de hadas, lo cual eventualmente consigue con la ayuda de un artefacto mágico.

Pero al hacer uso de esa hechicería Giselle por un lado, ignora las repercusiones y alcances que su deseo traerá consigo, y por otro lado dicho deseo empieza a tomar un curso inesperado, y pronto se tornará en algo muy distinto a lo que ella tenía en mente. Ambos factores pondrán en peligro tanto al mundo real como al mágico, y deberá revertir las cosas antes de que sea muy tarde, y los dos mundos colapsen.

Con Desencantada, tanto el director Adam Shankman (Hairspray; La era del rock; Abracadabra 2) como la guionista Brigitte Hales, intentan captar nuevamente la magia y lo novedoso del relato original. Y hasta cierto punto lo consiguen, al volver a explorar (aunque en menor grado) los conflictos de la fantasía confrontada con el mundo real, y propiciar a partir de ellos momentos chuscos y divertidos. Asimismo, conserva la tónica de musical ya existente en la primera parte, aunque se le da un poco más de preeminencia a este aspecto, ostentando incluso un par de números musicales bastante logrados. Y ni mencionar la presencia de casi todo el cast original, quienes se notan más que encantados de volver a encarnar a los personajes que interpretaron hace década y media, pero ahora con la madurez propia de su edad actual. Detalle el cual, desde luego, está contemplado -y es explotado- en el guión.

Donde el actual filme perdió algo de filo, es en lo tocante al constante pitorreo que antes se hacía de los cuentos de hadas (particularmente de los concebidos por Disney), haciendo mofa tanto de la proclividad de los personajes a cantar ante la menor provocación, como de ciertos aspectos y situaciones los cuales, aunque funcionaban en el universo de los cuentos de hadas, en el mundo real resultaban imprácticos o francamente ridículos. En su lugar, la trama se inclina más por el sendero de una comedia ligera que termina por decantarse en drama de acción y fantasía en su segunda mitad, y donde sus temas eje vienen a ser la nostalgia y los recuerdos (y el poder que estos pueden albergar).

Aunque no es mala (e incluso resulta entretenida), la continuación de Encantada no consigue igualar los alcances y la efectividad de su predecesora, desarrollada argumentalmente por Bill Kelly y llevada a la pantalla por Kevin Lima. Esta segunda parte se siente menos aguda y satírica y más convencional e inocua, y pasó de burlarse de los cuentos de hadas, a convertirse en uno más de ellos. A desembocar en un largometraje genérico, como otros tantos concebidos previamente por la mencionada casa productora, y pensados meramente para engrosar cuantitativamente los contenidos de su plataforma digital.

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