La historia dice que el origen de DLD se dio en un bar de Ciudad Satélite en 1998, luego de que se encontraran Francisco Familiar y Edgar Hansen, los icónicos vocalista y bajista. Que ambos tomaron la decisión de emprender un viaje musical experimentando sus estilos. Por ese entonces se acercaban a los 20 años de edad. Sin embargo, la semilla de la historia va casi una década atrás.
La historia de la banda es el reflejo de una historia de amistad que comenzó primero con la de Francisco Familiar y Erik Neville, vecinos en Naucalpan. A unos metros de Avenida Gustavo Baz, entre las calles de Circuito de los Escultores y Manuel Centurión, se gestó la amistad entre los músicos cuando tenían 10 años. Más tarde conocieron a Pijey Jansen cuando encontró a Paco en la fila de trámite para sacar la cartilla del servicio militar.
Lo de ellos no fue solo un encuentro fortuito que los llevó a hacer una banda sino que sus lazos de amistad los llevaron a poder trascender que podrán convertirse en esa banda que rompe paradigmas del rock, como estar en una disquera sin separarse, evolucionar en la lírica y música sin complejos creativos que los fracturen y fuera de los escenarios acompañarse en el paso de la adolescencia a la vida adulta.
De eso y más, Crónica Escenario compartió una charla con los tres integrantes de la banda que llega este jueves al escenario del Auditorio Nacional, en una charla exclusiva que se dio a propósito del lanzamiento de su más reciente sencillo “Tóxico”, en colaboración con Yoss Bones (se dio antes de la grabación de “Amanecer” en Cancún hace siete días), pero que fue el punto de partida de una charla que estuvo llena de experiencias y que muestra el crecimiento de la banda en más de dos décadas.
Vienen de un disco sobre evolucionar y ahora se abren a una propuesta de colaboración interesante, ¿cómo llegan a la conclusión de que querían a un artista para compartir con ustedes como banda porque ustedes han colaborado para otras?
Erik: Estuvo curioso porque teníamos ya bastantes canciones y escrito casi todo el álbum pero había un tema, en este caso “Tóxico” que es la que hicimos con Yoss Bones. Era una canción que se salía un poco del contexto de lo que están acostumbrados a DLD, pero nos gustaba mucho, así que estuvimos trabaje y trabaje musicalmente hablando pero no encontramos el punto en que pudiera converger la parte musical con la letra y la métrica de voz.
Entonces ahí nos dijimos que estaría cabrón encontrar a alguien que rapeara, pensamos en primera instancia en Pato Machete, pero total que entre todo esto la disquera nos dice: ‘Oye déjanos proponerles gente’ y nosotros no conocíamos a Yoss, así nos la presentaron y cuando la escuchamos nos enamoramos de su concepto, nos gustó el estilo en que lo hace, especialmente la parte urbana porque es la parte urbana de a deveras, porque de pronto es absurdo cuando vemos a los urbanos cuando salen en sus videos con cadenas y en un yate lleno de viejas, y a nosotros nos gusta más la parte urbana pero más de raíz, lo más barrio.
Eso nos gustó mucho de ella y luego nos conocimos por teléfono y acordamos grabar juntos, así nos reunimos en el estudio porque ya estaba la música y ella llegó a sumarse, así que Paco y Yoss trabajaron durísimo las letras y en ese momento a los demás nada más nos tocaba echarles porras para no abrumarlos, pero la pasamos muy bien, creo que quedó una canción muy padre.
¿Cómo trabajar con alguien más en un estudio con alguien más cuando todo el tiempo han trabajado entre ustedes?
Paco: Fue a toda madre. El ejercicio estuvo padre y cómodo porque ella ya está acostumbrada a trabajar con mucha gente desde Alzada que es la casa productora donde está y hay mucho talento ahí, es como un colectivo. Entonces para nosotros fue un tema de aprender cómo se trabaja con otras personas, aunque ya habíamos colaborado para muchos amigos pero en el caso de Yoss fue muy fluido
¿Esta parte del parón de la pandemia les pegó en la ansiedad de tocar en todos lados? Me imagino que el encierro los lleva a querer estar en todos los escenario
Pijey: Nosotros, felices de la vida. Ahora que hay chance de más shows nos sentimos como peces en el agua. Pensamos mucho en todo lo que hicimos en la pandemia musicalmente, pero también en lo que hicimos antes y más lo que es para el futuro. Nos dieron esas tres depresiones con la pandemia, lo que teníamos antes, lo que vivimos durante y lo que no sabemos cómo se vendrá, pero eso nos sirvió para sacar todo lo guardado y poder darle a la música con todo el calor que se puede. Este disco por eso habla mucho del desapego y tiene mucho concepto social, tenemos la obligación de mostrar cosas positivas y creo que el disco viene con mucho poder
Creo que el disco viene mucho con esta parte de superar cosas, lo vemos mucho en los sencillos que han sacado como “El accidente”, que habla sobre sanar muchas cosas, ¿esto es consecuencia de la pandemia o es algo que ya venían trabajando desde antes?
Erik: Yo creo que sí es consecuencia de la pandemia. Al final todos nuestros discos representan una etapa en nuestras vidas y se vuelven una bitácora o un diario de todo lo que hemos vivido durante esa época. Este caso no es la excepción, porque fue duro para todos. Como bien dice Paco en una plática que teníamos hace unos días: “Ya no es el pedo de cuando sino de, ¿realmente volveré? ¿Será posible volver a un escenario, olvídate de estar ante miles, sino estar con personas?”.
Todas esas incertidumbres, todas esas dudas, todos esos miedos están. Porque nosotros somos seres humanos y también la padecimos y la sentimos y eso está muy presente en este álbum. Al final no es una temática, no habla para nada de la pandemia para nada sino de las emociones, de lo aprendido y de lo que nos falta por aprender, y todo eso es algo que la pandemia también llevó a replantear para todos.
Justamente desde las emociones, ¿qué nos pueden decir de las experiencias que los llevaron a hacer estas nuevas canciones desde el lado emocional?
Pijey: Lo más duro es que murieron los papás de Erik que son los dueños de esta casa. Nosotros llevamos aquí como 20 años encerrados así que ellos también fueron como nuestros papás, así que fue muy duro para todos porque son personas con las que siempre convivimos. Eso también fue para nosotros una lección.
Erik: Solidarios mis compadres. Sí, eso pegó y pegó por muchos lados. Todos tienen su parte personal, evidentemente. Lo más notorio es lo emocional, eso está vertido en el disco, todo lo que sientes, como la depresión, creo nadie se salvó de eso o de emociones sin control, y qué mejor manera que haciendo música. Fue raro al venir de un disco (como Trascender) que al poco tiempo de su creación fue amarrado por la pandemia y tuvimos que parar: fue como si te quitaran algo de la vida. Sí, claro la pandemia ha sido una gran lección, para todo mundo, te pone de frente a lo frágil que somos como humanidad y te hace poner el pie en otro lado, como a más de uno seguro le pasó. Estuvo cabrón.
Paco: Eso está en el disco junto con otras temáticas que, si bien no habíamos abordado antes, porque en ese momento no estaban en nuestro espectro, como la violencia de género, que eso nos abrió los ojos y por ejemplo, ahora me di cuenta que mi mamá sufrió violencia de género e intrafamiliar, pero son cuestiones que antes no entendías bien y que ahora que eres padre ya te cambia todo el color, es otra situación y ya lo ves y necesitas formar parte de la solución, ya no del problema. Para nosotros la violencia también existe en los conceptos de las ideas de nuestra sociedad y si nosotros podemos aportar con un poquito a que esa sociedad empiece a cambiar esos conceptos, de a poco, eso también funciona. Eso significó mucho para este disco.
En ese sentido, ¿les ha permeado la idea de que antes ustedes transmitían algún mensaje de violencia de género, que ya no quieran tocar un tema por lo mismo?
Paco: Justamente es eso, antes éramos mucho más laicos. No se trata de ser partidarios de una idiosincrasia en específico, solo se trata de lo que nosotros estábamos pensando, sintiendo y viendo. No podíamos escribir de otra cosa, de lo que no conocemos; no se nos da. Lo que nos toca ver, ya sea de una manera personal o extrapersonal, es donde está lo importante y si tu mensaje puede influir en algo positivo, pues por qué no. Es más, eso ahora es nuestra responsabilidad como parte de la sociedad.
Me llama la atención lo que ocurre con el tema de la censura. Sabemos que culturalmente los temas han sido abordadas desde un lado masculino, pero censurar canciones por su tiempo por lo que evocaba algún comentario machista, nos hace cuestionarnos ¿qué está bien seguir escuchando? ¿Qué está bien dejar atrás? ¿cómo lo superamos sin que se sienta la censura?
Pijey: Todo eso lo vemos también en la personalidad de las personas. Han llegado a nosotros a decirnos historias como que una vez una chava nos dijo que se quería suicidar pero un día escuchó “Dixie” y no se suicidó. Eso pasó precisamente un día en que tocamos con Café Tacvba. Ella se volvió una admiradora de nuestro grupo y nosotros nos dimos cuenta que teníamos una responsabilidad social fuertísima. Todo eso viene de la personalidad de cada persona que cree que con lo que hace se puede sentir multimillonario o atraído pero si no se da cuenta del valor social de las palabras, entonces tiene un problema.
Paco: Mi postura particular es que toda esa polémica ya es de vestigios. Es como desborrarlas. Como meterlas debajo del tapete. Por algo están cambiando las cosas, porque hay un precedente. No puedes cambiarlo y no puedes sentirte mal por haber hecho esas canciones en su momento. Es como cambiarle páginas a la historia, como arrancarlas. En ese rubro creo que es importante que se tomen en cuenta esas canciones para que estén como historia y testimonio.
Erick: En nuestro caso, es muy curioso. Hay un hilo conductor muy delgadito en esto pero en nuestro caso la gente te pide de repente: “es que ya no hacen rolas como ‘Dixie’ o ‘Por siempre’” y no se dan cuenta que es por respeto a la misma gente que no lo vamos a hacer. Porque ya lo hicimos. ¿Por qué haríamos la versión dos de eso? No hay necesidad de hacer algo como eso, esas canciones ya están ahí para siempre y las pueden escuchar cuando quieran y ojalá nos den ese privilegio.
Por ahí van unas cosas y otras por el hecho de que queremos seguir explorando y que ya no nos sentimos cómodos con algunos temas, por ejemplo, “Noches de vinil”, que es una canción que nos encanta tocar, pero que si la acabáramos de sacar ahora sentiríamos que es una canción muy banal en este instante. No negamos que es parte de nuestra historia y de un momento de nuestra vida bien importante, y eso lo queríamos decir, y está bien, pero ahora no es una canción con la que nos sentiríamos tan cómodos por su mensaje.
También está este lado de la nostalgia, de los que les piden cosas del pasado, incluso de esos tiempos cuando eran Dildo, ¿qué tan complicado es llevar ese equilibrio entre el presente y el pasado?
Erik: Es difícil. Te das cuenta del perfil de la gente por lo que te pide y es maravilloso. Porque está el chavo que te pide rolas como “Dixie” o “Fabuloso Fred” y te das cuenta que a él le gusta el DLD más urbano y eso está chingón. Luego está la chava o señora que te pide canciones viejitas como “20 minutos” o las más poperas y comerciales de cada disco. Y eso está chido porque también se vale, pero es complicado ver que abarcamos muchos espectros y sigue sucediendo porque todos los discos de DLD van a tener eso, incluso en estas tres canciones ya se siente la variedad y eso para nosotros es importante.
¿Cuáles consideran que son las decisiones más importantes de su carrera? Pienso en que posiblemente sea el cambio de Dildo a DLD o el salto a la disquera (Sony).
Erik: El cambio de nombre fue muy difícil, no sabíamos qué hacer, sabíamos que llamarnos Dildo, en lugar de ayudarnos nos frenaba. Que era más el morbo por el nombre que por nuestra música. En Estados Unidos había broncas legales también, primero porque ya estaba registrado y luego porque no estaba bien visto. Si implicaba mucho pero no queríamos dejarlo por eso no lo cambiamos y lo abreviamos. Para nosotros seguimos siendo Dildo para toda la vida, pero sí viéndolo desde otro punto nos venía mejor en impacto que fuera solo con las siglas.
Pijey: El tema de la disquera fue súper importante. Fue dar el salto y quitarnos de encima un chorro de cosas que teníamos qué hacer porque ellos te ayudan, eso nos vino súper bien.
Erik. Es que hacer cosas para la banda implica que no tienes el tiempo que necesitas para hacer música. Al final, cuando te empieza a ir bien y eres independiente, estás tan en chinga que lo último que haces son canciones.
Pijey: Además estar en una trasnacional es maravilloso, porque es una compañía que cubre todos los sectores, cada pequeño espacio. Desde lo digital hasta el cuate que contesta el teléfono porque tiene una función específica. Son muy meticulosos y eso lo hace como una máquina que engrandece lo que podemos hacer y nos obliga a trabajar duro.
Paco: Toda nuestra carrera ha estado llena de decisiones importantes y ha sido un viaje como el juego de la oca. De quedar en segundo lugar en este rastreo de bandas y de originalmente haber tenido que quedarnos con una disquera trasnacional por convenio. Cuando Rafa González nos graba el primer disco nosotros nos sentimos como que pegamos primero y el que pega primero pega dos veces, y todo eso derivó en más discos y presentaciones que nos empiezan a aumentar la óptica hacia afuera. Porque el primer disco sale solo. Segunda buena decisión: grabar un concierto en el Hard Rock cuando no tenías ni por qué y nosotros dijimos ‘hay que hacerlo’...
PJ: Ese mismo día llegó a empedarse el de Universal…
Paco: Eso nos dio el paso a una distribución más grande con una disquera como Universal…
¿Cómo se llamaba?
Pijey: Se llama Fabio, pero nunca nos acordamos de su apellido pero creo que ahora trabaja con J Balvin… Lo gracioso es que él nos decía que nuestra música iba a estar hasta en películas y nosotros no le creíamos, decíamos que era charla de borracho
Paco: Pero eso fue importante como teníamos ese documento (del Hard Rock), pudimos hacer un segundo disco que era un híbrido bien curioso porque era parte en vivo y parte en estudio, que es el Modjo. El impacto de ese disco fue importante y lo demás es historia, porque luego fue el salto a la disquera. Creo que hemos estado muy contentos con esas decisiones.
Me llama la atención lo que ha cambiado todo. Estamos muy expectantes de verlos en grandes escenarios y festivales, pero hoy están en Palacio de los Deportes y Auditorio Nacional y antes tocaban en bares. Antes tocaban mucho más frecuentemente y ahora tenemos que esperar meses. ¿Eso cómo lo viven?
Erik: Si lo piensas es lo mismo, en vez de llenar muchos antros chiquitos, ahora nos esperamos un chingo de tiempo y los metemos en uno grandote, pero es la misma chingadera (risas)... La verdad es que extrañamos. Ojo, de hecho la propuesta para esta gira es regresar a lugares más chicos, no sé que tan pequeños sean pero sí regresar. Ahora que fuimos a tocar a lo que era el Chango (hoy El León Cuautitlán), ahí tocábamos antes y tenía mucho que no íbamos, es un gran lugar para tocar. Pero también fuimos al Funny Fest en Chalco, entonces todo esto es parte del plan…
Pijey: Pero el gran plan es el 2 de febrero en el Auditorio Nacional.
Erik: Pero sí es bien padre wey. Lo tienes clarísimo. Todavía platicábamos apenas de cuando íbamos a tocar en lugares chiquitos. Nos acordamos de cuando tocamos en el Sauce Boxeador, era para tocar en la sala y yo creo que lleno el lugar cabían 20 personas. Ese estaba en la Roma, en frente de donde está la Universidad del Valle de México, estaba cabrón porque apenas tocábamos y ya tenías a la gente enfrente de nosotros: si hablaban se oía en el micrófono.
Quiero aprovechar para hablar de esta casa y el Bunker que es su estudio y es parte de su historia y que además son parte de la historia de los discos que están trabajando
Erik: Es un lugar para nosotros muy especial. Como decía PJ, era un cuartito triangular cuando nosotros llegamos, era una covacha y teníamos que ensayar así. Paco se conectaba en el amplificador del bajo porque no teníamos uno para voz. Eso era de banda bien garage y tenías que brincarte la batería para llegar al baño. Poco después lo ampliamos y luego Paco vivió en el piso de arriba. Yo llegaba en las mañanas, antes de irme a trabajar para ver a mis papás, y al wey ya lo tenían más consentido que a mí, le hacían sus huevitos y todo el pedo. Vamos, la historia de mis jefes, como decía PJ, murieron hace dos años mi papá y año y cachito mi mamá y la casa se quedó sola. Ahora le estamos echando ganas para levantar la casa porque no la quisimos vender y por eso nos metimos al Bunker que ya es nuestro refugio, aquí ya grabamos, ya montamos estudio, y estar aquí es maravilloso. Nos gusta el espacio y nosotros también lo disfrutamos porque nos hace sentir en casa.
¿Y entonces todos ustedes se conocieron por aquí? ¿Qué edad tenían? ¿Cómo fue?
Paco: Yo conocí a Erick como a los 10 u 11 años y a PJ un poquito después.
Pijey: Yo lo conocí formado para la cartilla del ejército.
Erik: Habíamos patinado una vez juntos más chavitos. Nos caíamos bien pero no nos llevábamos para nada. Pero agarramos el pedo juntos, nos topábamos más seguido. No estudiábamos juntos pero estábamos a tiro de piedra, todos bien cerca. El Paco era fresón porque iba a escuela de paga (risas).
Paco: Para nada, a duras penas acabé la preparatoria abierta. Eso fue hasta la universidad que andaba de vago.
Al final, uno de los mensajes más poderosos que dan como banda es el tema de la amistad. Porque han roto con muchos paradigmas, porque la historia dice que una banda de rock que llega a una disquera se vuelve el detonante para que se fracture algo, el cambio de nombre, los nuevos tiempos… Ustedes han consolidado algo muy chingón más allá de la música, ¿qué reflexión les deja eso?
Pijey: Es un trabajo abismal porque no todo son buenas decisiones en la vida. Nos hemos mentado la madre entre nosotros y el que entiende, entiende, y el que no se chinga.
Erik: Es así y evidentemente hay cariño y amor, pero también respeto. Al final del día le echamos ganas para llevarnos bien, sabemos que nos queremos.
Pijey: A eso me refiero, de que hemos aprendido a decirnos las cosas como son. Hemos madurado. Nos vimos cuando salieron los hijos, crecimos desde niños juntos e incluso hasta a madrazos nos agarramos de chavos. Pero estábamos juntos cuando pasamos de niños a adultos, y ahora señores con hijos y eso ha hecho la diferencia.
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