Escenario

‘El Eco’: Belleza y profundidad en el documental

CORTE Y QUEDA. El más reciente filme de Tatiana Huezo se presentó en el Festival Internacional de Cine de Morelia

Niña perdida en el bosque
Una de las imágenes más bellas del filme. Una de las imágenes más bellas del filme. (CORTESIA)

Después de una pequeña pero significativa incursión en el largometraje de ficción, la cineasta, nacida en El Salvador, regresa al género que la dio a conocer y en el que mejor se desenvuelve: el documental. El Eco nos transporta a una pequeña comunidad en México, donde los niños son los verdaderos protagonistas, pues son ellos quienes se encargan de ayudar a los mayores en los cuidados básicos, pero también se tienen que preocupar por sus estudios, el trabajo y el crecimiento autodidacta.

En El Eco, Tatiana Huezo demuestra una maestría excepcional en el género documental al sumergir al espectador en un viaje íntimo y revelador. Su enfoque meticuloso y profundo nos permite adentrarnos en un mundo completamente diferente, donde cada detalle está cuidadosamente capturado y cada rostro es una ventana a una historia única.

La película nos transporta a un contexto ajeno, donde los personajes cobran vida gracias a la habilidad de Huezo para capturar su esencia y transmitir sus emociones de una manera auténtica, sin necesidad de mucha elocuencia. 

A través de su mirada focal, la directora, de 51 años de edad, logra crear una conexión palpable entre el espectador y los protagonistas, llevándonos a un viaje emocional que nos sumerge en sus vidas, sus alegrías y sus desafíos. En apenas 20 minutos de metraje, Huezo ya te presentó a los protagonistas que seguiremos durante las casi dos horas de duración, y en los siguientes 40 minutos, ya te metió un golpe emocional como pocos.

La belleza de la narrativa de la realizadora de cintas como Tempestad o Noche de fuego radica en su capacidad para empapar al espectador de conocimiento sobre una nueva cultura. No se trata solo de mostrar imágenes y situaciones, sino de profundizar en las complejidades y matices de la vida de las personas que retrata.

La película nos invita a reflexionar sobre nuestras propias experiencias y prejuicios, mientras nos sumergimos en un mundo completamente extraño a nosotros, lleno de sorpresas y descubrimientos. Y no, Tatiana no tiene la intención de educarnos, pero es verdad que el cuidado con el que retrata estas vidas logran que el espectador mismo sienta una necesidad de querer saber más. 

El cuidado en la composición visual es evidente en cada fotograma de la película. La cinematografía, que corre a cargo de Ernesto Pardo, se convierte en una herramienta poderosa que nos guía a través de esta travesía, capturando la belleza de los paisajes y la autenticidad de las emociones humanas. La cámara acompaña en todo momento y en distintas situaciones a la vez, lo que en el trabajo de montaje le permite a Huezo el jugar con muchos más recursos.

En resumen, El Eco es un testimonio impactante del poder del cine documental para abrir nuestras mentes y corazones a nuevas realidades. Tatiana Huezo nos brinda una obra que no solo nos sumerge en un mundo desconocido, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia humanidad y conexión con nuestros seres queridos, así como lo que estamos dispuestos a entregar para seguir nuestros sueños individuales.

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