Escenario

Emilio ‘El Indio’ Fernández: ¡Qué mito ni qué madres! - Parte 1

ESPECIAL. Este 6 de agosto se cumplieron 38 años de la muerte de una de las grandes leyendas del cine mexicano y este año se conmemoran 120 de su natalicio

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Emilio 'El Indio' Fernández.

Emilio 'El Indio' Fernández.

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Ni los mexicanos sabían que así era México, hasta que yo se los mostré en películas”: Emilio ‘El Indio’ Fernández.

Hay muchas leyendas que llenan el imaginario popular de Coyoacán. Una de las más recientes surgió a mediados de los años 50, cuando las madres del barrio solían amenazar a los niños que no querían irse a dormir con la infalible sentencia de: “O se duermen o va a venir el árbol vagabundo del Indio y con sus manitas los va a estrangular…”.

Así, los niños, aterrados ante la imagen del famoso y terrible árbol caminante que vivía en el inmenso jardín de la casa de ‘El Indio’ Fernández, se arropaban presurosos para dormir y no ser una víctima más de semejante monstruosidad deambulando por las obscuras y solitarias calles de Coyoacán.

… SOY HOMBRE DE CARNE Y HUESO

La historia de Emilio ‘El Indio’ Fernández siempre ha fluido entre la ficción y la realidad, aunque la tendencia natural es irse a los terrenos de la fantasía por encima de la vida cotidiana, teniendo como contexto el México de mediados del siglo XX.

Y mucho de este imaginarium fue cimentado por el propio ‘Indio’, que gozaba de contar historias o cuentos en los que se construía una y mil vidas en las que involucraba a sus familiares y amigos más cercanos, así como lugares imposibles de corroborar geográficamente pero sumamente atractivos de conocer hasta para el más modesto viajero.

Muchas fueron las noches en las que en la Fortaleza de Coyoacán –bautizada así por el tipo de construcción que diseñaron el arquitecto Manuel ‘El Caco’ Parra y el propio ‘Indio’ – se reunían Diego Rivera, Pedro Armendáriz y Fernández para competir entre sí acerca de quién era el más grande mitómano. 

Emilio 'El Indio' Fernández junto a María Félix y Gabriel Figueroa.

Emilio 'El Indio' Fernández junto a María Félix y Gabriel Figueroa.

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Y si bien es cierto que la imaginación de Diego Rivera era la más desbordada y la de Armendáriz la más pintoresca, las historias de ‘El Indio’ tenían el don de sembrar la duda de dónde terminaba la ficción y dónde comenzaba la realidad ante los oídos ajenos al juego de estos tres amigos.

Sin duda, esta extraordinaria capacidad natural de ser un cuentacuentos explica el talento cinematográfico que tuvo ‘El Indio’ Fernández para crear un México de “antropológica ficción” para algunos o de una “poética visión que no niega lo substancial del cosmos indígena” para los demás.

Un México que hizo que los ojos del mundo miraran de otra forma lo que sucedía aplicando una narrativa rica en imágenes construidas a través del orgullo por las raíces que forjaron nuestra nación.

MITOS, MITOTES Y MITOTEROS

Nacido el 26 de marzo de 1904, ‘El Indio’ tuvo una infancia marcada por la brutalidad: a los nueve años, mientras su padre combatía con los revolucionarios, encontró a su madre en la cama con otro hombre, por lo que el pequeño Emilio tomó una carabina y mató al tipo, quien resultó ser un terrateniente.

El niño huyó de allí para meterse a “la bola”, quedando bajo las órdenes del general Felipe Ángeles. Al terminar la revolución, ingresó al Colegio Militar donde se graduó con el cargo de coronel.

Sin embargo, no llevó la vida castrense y, por el contrario, una serie de encuentros violentos lo orillaron a irse de “espalda mojada” a Estados Unidos, en donde trabajó de todo lo que pudo: desde estibador en el Lago Michigan –donde conoció a Al Capone– hasta maestro de tango de Rodolfo Valentino.

Al abandonar Chicago, se encaminó a California con la idea fija de trabajar en Hollywood sin sospechar la cita que le preparaba el destino personificado en una mujer: Dolores del Río.

Imagen del actor y cineasta.

Imagen del actor y cineasta.

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El Indio contaba que el primer trato que tuvo con Dolores del Río fue estando en una filmación en la que escuchó a la estrella decirle a su asistente: “Dile a ese indio que me traiga mi abrigo”, a lo que Fernández se dijo a sí mismo: “A este indio lo vas a admirar”.

Luego de varias participaciones en Hollywood y después de haber visto Viva México, de Eisenstein, El Indio regresó a México para hacer el cine que quería mostrar al mundo.

A partir de las reuniones en el desaparecido Café Regis, ‘El Indio’ se hizo de un grupo de amigos –que con el tiempo sentarían las bases de lo que ahora se conoce como la “Época de oro del cine mexicano”– con los que no sólo intercambiaba información de quiénes estaban ya filmando y dónde poder trabajar, aunque fuera de extra, sino también se ayudaban entre sí para sacar proyectos personales adelante.

David Silva, en ese entonces estudiante de Leyes, le recomendó a ‘El Indio’ que le mostrara al general Juan F. Azcárate el proyecto que llevaba mucho tiempo bajo el brazo llamado La isla de la pasión y que estaba basado en la tragedia de la isla de Clipperton. Pero no fue sino hasta que Raúl de Anda le aconsejó cómo presentar el proyecto a Azcárate cuando ‘El Indio’ tuvo por fin la oportunidad de dirigir su película; corría el año de 1941.

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Ulises Castañeda
Entrega del Ariel a Emilio 'El Indio' Fernández.

Convertido en un cineasta de renombre, Emilio ‘El Indio’ Fernández comenzó una carrera que sería el pilar del cine mexicano dentro y fuera del país. Introdujo a la cinematografía nacional lo que por muchos años serían tanto la imagen como la narrativa de la forma en la que México se presentaría ante el mundo entero.

‘El Indio’ logró que Dolores del Río entrara triunfalmente al corazón del pueblo mexicano –que la conocía solo por sus trabajos en Hollywood– con tan solo dos películas.

Y pese al boicoteo que Emilio Azcárraga Vidaurreta intentaba fraguar contra la película María Candelaria para que no se exhibiera, el director consiguió el cine Palacio, y donde el estreno estuvo lleno de artistas y cineastas, además de vecinos del barrio de Xochimilco, quienes se mezclaban orgullosos entre la gente de sociedad, gracias a que ‘El Indio’ los invitó a la función a manera de agradecimiento por haber participado como extras en la película.

Y fue justo en esa función, en pleno borlote orquestado por las facciones enemigas de la película y sus realizadores, donde, para callar a los revoltosos dentro de la sala, el Sr. Oumansky, entonces embajador de Rusia en México, mandó silenciar a todos los presentes con una voz profunda y poderosa que retumbó dentro de la sala ¿El resultado? Silencio absoluto.

¡TODAS LAS MUJERES SON MÍAS!

María Candelaria fue la llave que abrió las puertas del cine mexicano al mercado internacional, al igual que al grupo que se formó alrededor de la creatividad desbordadamente mexicanista de ‘El Indio’: Gabriel Figueroa, Dolores del Río, Pedro Armendáriz y María Félix.

En la medida en que Fernández se encumbraba como uno de los mejores directores del momento, su fama de irascible, intolerante y voluble ya había llegado a todos los rincones. Por ello, era natural que el encuentro de ‘El Indio’ con la no menos impetuosa María Félix fuera uno de los momentos más esperados del cine mexicano cuando corrió la noticia de que ambos trabajarían como director y primera actriz en la película Enamorada (1946).

Todos los que laboraban en la industria del cine en esa época se enteraron de cómo ‘El Indio’ mandó construir un camerino especial para María con todos los lujos que pudiesen halagar a la actriz. Los escenógrafos trabajaron meticulosamente en detalles que iban de lo insignificante a lo notablemente ostentoso para agradarla hasta el día de la entrega del camerino. 

Una de las imágenes en su famosa silla de director.

Una de las imágenes en su famosa silla de director.

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Cuando María entró, seguida por un orgulloso indio, revisó cada pequeño rincón del lugar manifestando una satisfacción evidente por la preferencia que se mostraba hacia ella, hasta que se detuvo en seco frente a una de las cortinas y con el dedo señaló una minúscula mancha en uno de los pliegues.

Sin decir nada, María salió del lugar evidenciando la molestia que le ocasionó ese error. Todos los que estaban junto a ‘El Indio’ vieron cómo la rabia iba llenando todo su ser, y temiendo lo peor, mantuvieron una distancia prudente, tanto para no ser víctimas de la ira del director como para avisar a María si éste iba tras ella.

‘El Indio’ sencillamente salió del camerino y regresó con un galón de gasolina con la que prendió fuego y simplemente se le oyó decir: “Somos unos chambones, hemos creado algo imperfecto. Hay que hacer otro más grandioso, y, sobre todo, impecable”.

Y en esa misma filmación, cuando por fin ‘El Indio’ iba a dirigir a María por primera vez, todo el equipo de producción estaba tenso; nadie sabía quién saldría devorado. Entonces, ‘El Indio’ llamó a María y esta fue de inmediato, dando pasitos y asumiendo una postura de total atención y respeto a su director, a quien le dijo: “A sus órdenes, señor”.