Escenario

‘Emily’: Sensibilidad y anhelo de libertad de una gran escritora

CORTE Y QUEDA. No es un largometraje para aquellos que solo buscan una biografía para conocer datos precisos de su vida y obra, más bien va dirigido a aquellos quienes deseen sumergirse en la sensibilidad y creatividad de un ser humano>

Mujer con capa azul en un campo
El filme es protagonizado por Emma Mackey. El filme es protagonizado por Emma Mackey. (Cortesía)

La cineasta debutante Frances O'Connor ha elegido en su ópera prima hablar de una figura icónica: Emily Brontë. Huérfana de madre a temprana edad, hija de un párroco anglicano y quinta de seis hermanos, Brontë fue una escritora británica quien vivió en el siglo XIX. Su obra más conocida es la novela Cumbres borrascosas (Wuthering Heights, 1847), considerada un clásico de las letras inglesas. Cuando dicho libro fue publicado, Emily empleó un alias masculino (Ellis Bell) a causa de las restricciones y las dificultades que las mujeres en esos tiempos victorianos debían de sortear.

Y justamente Emily decide abordar dichos obstáculos, al elaborar una ficción que abarca los últimos años en la vida de la escritora (interpretada aquí por la actriz Emma Mackey), enfocándose en aspectos importantes (e íntimos) como su vida familiar, sentimental, y sus altibajos personales y autorales.

En el primero de dichos aspectos, la película resalta la ausencia materna y el dolor que persiste entre sus hermanos por dicha pérdida (aún después de años de haber ocurrido); la nada fácil relación con Patrick Brontë (Adrian Dunbar), su padre de quien deseaba con ahínco obtener su aprobación o por lo menos, alguna señal de reconocimiento; los ratos divertidos con sus hermanas Anne (Amelia Gething) y Charlotte (Alexandra Dowling) -las cuales también fueron grandes escritoras- y los diversos choques y desencuentros sostenidos con esta última por diferencias de opiniones; en contraste con la complicidad y cercanía hacia su hermano Branwell (Fionn Whitehead), el iconoclasta de la familia, por quien sentía mucha admiración y un afecto especial.

También narra la génesis del primer amor del personaje, en la forma del educado y culto William Weightman (Oliver Jackson-Cohen), un joven ministro religioso local con el cual Emily sostiene un apasionado (y prohibido) romance que, como puede fácilmente adivinarse, no terminará bien.

Y de forma transversal, el filme va estableciendo cómo estos y otros eventos experimentados por ella irán contribuyendo en la germinación de su texto cumbre, a través de la cual podrá encontrar un eficaz vehículo de expresión de sus sentires que, dadas las convenciones sociales y morales de su tiempo; quizás no pudiese haber externado de otra forma.

Uno de los grandes aciertos del argumento de Emily (elaborado por la propia O'Connor) es evitar caer en los convencionalismos propios de las biopics, y se asume en su lugar como una ficción inspirada en hechos y personajes reales. Decisión por la cual sacrifica veracidad histórica, pero en cambio le brinda mayor libertad creativa, le permite maximizar el universo (y la mirada) eminentemente femenina de su protagonista, al tiempo que propicia una mejor aproximación y exploración de la psique de su personaje, su contexto, sus vivencias, su lucha por encontrar su propia voz y emancipación, y el cómo todo ello impacta directamente en su obra.

Otro acierto del guion radica en otra mirada: la de su realizadora, quien nos muestra todos estos aspectos desde un punto de vista fresco y contemporáneo, pero cuidando de que dicha mirada no altere la autenticidad de su personaje, adecuadamente contextualizada dentro de su propio momento sociohistórico.

A diferencia de otros trabajos de naturaleza revisionista donde, en afán de empoderar a sus protagonistas y de paso tratar de insertar un discurso progresista y/o feminista, se le deconstruye acorde a las perspectivas actuales, reinventándolo (y no pocas veces falseándolo en el camino). Frances hace justo lo contrario: enfatiza (clara pero sutilmente) el entorno opresivo, conservador y machista alrededor de Emily, haciendo que su rebeldía contenida empiece a fluir a través de las pocas fisuras existentes en dicho entorno, y sea perceptible incluso en sus mínimos gestos y ademanes, en la forma en como ella dice las cosas, y desde luego, en la forma de reaccionar frente a diversas situaciones, siendo el punto climático Cumbres borrascosas, y creando un personaje complejo, verosímil, reflexivo y muy emotivo, factores en los cuales la estupenda interpretación llevada a cabo por Emma Mackey es crucial.

Inclusive, la tónica de la historia concebida por la realizadora pareciera emular a las atmósferas recreadas por la propia Brontë en su novela: romanticismo y dramatismo al estilo clásico; algunas pinceladas de oscurantismo y detalles sobrenaturales; aderezados con tenues toques de humor que balancean el relato.

Emily no es un largometraje para aquellos que solo buscan una biografía para conocer datos precisos de la vida y obra de la ya legendaria escritora, y más bien va dirigido a aquellos quienes deseen sumergirse en la sensibilidad y creatividad de un ser humano en busca del amor, la autoafirmación, y la libertad.

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